Strip-tease lo hizo dudar. Y no era por la censura que desde 1973 le venía pisando los talones cuando retiraban de librerías y kioscos su último libro, Sólo Angeles. Era la novela desquiciada que estaba escribiendo, un texto revulsivo que multiplicaba por mil la exhibición del espanto de sus libros anteriores. Una sintaxis rota, una babel de lenguas y un lunfa desbordado para sostener, siempre desde la hipérbole, la incomodidad de la historia. Enrique Pezzoni, director en ese momento de Sudamericana, en cuanto leyó los primeros capítulos se entusiasmó en publicarla. Y sin embargo Enrique Medina seguía dudando, tal vez fuera la misma razón por la que Anthony Burguess (después de haber visto la película de Kubrick) se arrepintió hasta el final de sus días de haber escrito La naranja mecánica: la confirmación de haber sido mal leído. “Y sí, Buenos Aires, la Argentina, ya era un infierno espantoso que fui injertando a la novela. Con temores y culpas incrustadas en el cerebro del corazón la llevé a editar, aún con dudas. Pero, para mi sorpresa, ya era tarde. Había que esperar. Pezzoni me explicó que, a pesar de que en el juicio contra mi libro Sólo Angeles la Justicia me había sobreseído, lo mismo el libro era secuestrado de los quioscos, y ni hablar de las librerías, por lo que el horno no estaba para bollos. Entonces se me fueron las dudas y me empeciné en publicarla”, recordaría el autor con ocasión de una reedición de 2010.
Strip-Tease salió a principios de 1976 por la editorial Corregidor junto a Pelusa rumbo al sol, una obrita de teatro infantil con la que Medina había ganado un concurso en La Federación Gráfica Bonaerense. “La estrategia era amenguar para la época el efecto escandalizador y escatológico de Strip-Tease con la pureza de un librito para chicos. Eramos tan inocentes”.
La novela de Medina fue prohibida y Pelusa rumbo al sol fue devuelto por las librerías que no querían tener nada de ese autor perseguido por los inspectores municipales. “Bioy Casares, que había firmado una circular en mi defensa por la prohibición de Sólo ángeles, se ofreció a hacer trámites en el gobierno para averiguar motivaciones y ver si de alguna manera yo podía zafar sin quedar muy lesionado. Preferí no rebajarme ante el poder. El tiempo, Dios que todo lo puede, siempre pone las cosas en su lugar. La novela anticipaba lo que se venía, mis personajes que vivían en sótanos de los aciagos teatritos, cuando salían a las calles caminaban sobre cadáveres”.
En 2010 Galerna reeditó la novela en 2010, y ahora la editorial Muerde Muertos decidió homenajear al autor de las Tumbas con una “traducción visual” de Strip-tease. La propuesta es ambiciosa: reunió a cuarenta artistas visuales, uno por cada capítulo de la novela, que lograron hacer de las imágenes una arteria donde se espesan las pulsaciones del texto. A su vez, cada obra está acompañada por un pasaje importante del capítulo, una contracción del relato original que junto a la imagen provoca el efecto de una molotov tras otra en su estallido. Lo interesante es que cada una de estas díadas imagen-texto genera una unidad que puede leerse de forma independiente sin por eso perder el hilo que los une. La lectura de estos cuarenta artistas es tan variada como las esferas estéticas de las que provienen: algunos son del mundo del cómic, otros del cine clase B del terror, están los formados en bellas artes, y también participa la artista plástica, escritora y performer Naty Menstrual. La edición de esta traducción no solo abre con un lúcido prólogo de los editores, los hermanos Carlos Marcos y José María Marcos que oficia de estudio introductorio y resumen de la novela sino que también conserva los epígrafes que acompañan los capítulos del Strip-Tease original, un verdadero mapa de lectura donde Medina propone las coordenadas de su propia erótica: Bataille, Philip Roth, Rabelais, Marqués de Sade, Henry Miller y Burroughs. De alguna manera esta traducción visual de Strip-Tease, en su contracción textual asociada a una imagen se produce un eco que subraya cierta hermandad con la viñeta y el texto sin un continuum de trama que es El almuerzo desnudo de Burroughs. Allí, como en la novela de Medina, hay un quiebre de la realidad, la anulación de lo cotidiano en la liberación del absurdo que busca romper con convencionalismos y pudores hasta poner de manifiesto una sociedad polarizada entre el dolor y el placer.
En Strip-Tease no hay nombres ni fechas, los personajes se llaman con apodos que los presentan y describen de solo nombrarlos. El primer capítulo, en el que Pichón, un chico que llega del interior del país con su tesoro bajo el brazo (una caja donde guarda los recortes que fue juntando de cabarulos, cines porno y sótanos de todo el país) se encuentra con quien va a ser su guía dantesca en el submundo. Esa apertura, en la que se concentra de alguna manera el final de la historia, es una de las mejores de la literatura argentina. A partir de esa noche, el Maestro oficiará de guía en el descenso al infierno en el que Pichón se unirá a una cofradía de hombres en busca de la paja perfecta, transitando los sótanos de una ciudad asediada por atentados, bombas y cadáveres que se apilan en las calles. En la figura de los “liquidadores”, agentes de la moral y las buenas costumbres, que circulan por los sótanos apuñalando, secuestrando y ahorcando a los amantes del Strip-Tease, se condensa la represión de un país degradado en todas sus esferas. En el prólogo de esta traducción, se resalta uno de los grandes aciertos de Strip-Tease, el lenguaje desplazado y construido dentro de la novela que está siempre nombrando otra cosa: “Además del manipularse/masturbarse, hay otros como lingam por pene o yony por vagina, significantes tomados del Kamasutra, liquidadores por asesinos; y un hallazgo escalofriante y profético: desaparecidos por muertos”. Al momento de elegir una obra de Medina para homenajearlo, los editores tuvieron en cuenta no solo que fuera de lo más representativo de su obra, sino también que estuviera en consonancia con el catálogo de la editorial dedicado al fantástico, al terror y al erotismo. En ese sentido Strip-Tease, al igual que toda la obra de Medina, trabaja de forma directa con elementos de la cultura popular argentina pero en esta novela el realismo queda limitado por la entrada en escena de lo fantástico, que llega a su cumbre en el remate del final.
Los hermanos Marcos, responsables de esta colección, aseguran que las nuevas generaciones de lectores que no hayan descubierto aún a Medina, encontrarán en el tratamiento de su obra, en la forma de interpelar las relaciones de poder tanto dentro como fuera del sexo y del erotismo, una vigencia que solo los grandes escritores logran alcanzar.