La prisión de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil tiene una particularidad desde que el ex presidente fue a la cárcel hace dos semanas: la cantidad enorme de cartas que recibe en le Superintendencia de la Policía Federal en Curitiba.
La empresa pública Correios deposita cada día miles de misivas que invariablemente comienzan con la fórmula “Querido presidente Lula”. El líder del PT permanece en una sala aislada con un televisor, papel, lapicera y un libro: La élite del atraso. De la esclavitud a Lava Jato, del sociólogo Jessé Souza. Desde su celda ya escribió dos cartas. Son declaraciones de puño y letra para familiares y abogados, en el marco de una condena a 12 años por las presuntas irregularidades en torno a la adquisición de un triplex.
Mientras, cada mediodía llega el camión con los paquetes de cartas. Una de las responsables de la avalancha de cartas que Lula recibe es la destituida presidenta Dilma Rousseff, que en las redes sociales dio la dirección para escribirle a su antecesor en la presidencia de Brasil.
“Mande una carta a Lula. Rúa Professora. Sandália Monzon, 210 - Santa Cândida, Curitiba/PR, CEP (código postal): 82640-040", fue la consigna de Rousseff, y el efecto se multiplicó por miles.
"Mis tres hijos se recibieron en la facultad gracias a tu gobierno y en 1987, por defenderte, perdí un trabajo", escribió José Araújo Filho, quien le recordó a Lula en su misiva que "soy obrero como usted, que sufrió al lado de los pobres".
Así lo hizo en la "Carpa Democrática-Lula Libre” que montaron movimientos sociales en apoyo del ex presidente en Belo Horizonte. Según el principal diario de la ciudad, O Estado de Minas, en dos horas pasaron 350 personas para dejar su carta dirigida a Lula.
"Escribir las cartas es fundamental para la historia. Ya las puse todas en los Correios. Vamos a hacer estas acciones en varios barrios y en el interior del estado", apuntó el actor Claudio Ferraron sobre la iniciativa.
Una de las cartas de puño y letra que llegó a la celda de Lula incluye un dibujo del primer presidente obrero en la historia de Brasil que rompe cadenas. Su autor: el Premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel, que puja por su libertad y para que reciba el mismo galardón que él en Oslo.