Así como el macrismo ya puso en marcha su maquinara electoral de cara a las presidenciales, la UCR comenzó esta semana a poner en práctica su propia estrategia. El ejemplo más claro se pudo ver con el debate por el tarifazo, cuando dos de sus principales figuras se mostraron en escena como actores influyentes en la toma de decisiones del Gobierno Nacional. Se trata de Alfredo Cornejo, gobernador de Mendoza y titular del Comité Nacional y Mario Negri, presidente de bloque de diputados radicales y, a su vez, del interbloque oficialista. Ambos son los dirigentes más importantes que tiene hoy el partido a nivel nacional y, aunque ellos no niegan públicamente, encabezan la lista de posibles compañeros de fórmula en una eventual candidatura a la reelección de Mauricio Macri. Conscientes de que no tienen figuras para competir con el PRO en las primarias, el objetivo del radicalismo es otro: colocar al vice para ganar terreno en un próximo mandato de Cambiemos al frente del Poder Ejecutivo, aumentar la cantidad de provincias gobernadas por sus correligionarios (por ahora tiene 3) y sumar más legisladores nacionales. Saben que para lograrlo no pueden apelar a la “generosidad” de sus socios sino que tendrán que “ganarse” esos espacios generando volumen político y transformándose en actores necesarios para alcanzar el triunfo en 2019.
Después de asumir la presidencia del partido en diciembre, Cornejo se tomó unos meses antes de levantar su perfil. Quienes conocen a éste dirigente de 53 años desde sus años de militante de la Juventud Radical le reconocen dos virtudes principales: una, su pragmatismo. La segunda, el manejo de los tiempos. Existe una tercera, que a veces es virtud y a veces defecto: su carácter. Es “áspero”. Si bien se recibió de licenciado en Ciencia Política y tiene una maestría en desarrollo latinoamericano, hay otra condición que lo sintetiza bien: la de ingeniero electoral. Varios prefieren olvidarlo pero él fue el armador de la alianza entre Julio Cobos y Néstor Kirchner, que llevó al primero a la vicepresidencia. Como ministro de Gobierno de Cobos y luego como Diputado Nacional, elaboró junto a Alberto Fernández aquella alquimia entre “radicales K” y peronistas, que dio lugar a la Concertación Plural, en 2007. Ese año ganó la intendencia de Godoy Cruz y, ante el aluvión de votos para Cristina Fernández que se veía venir en 2011, prefirió buscar la reelección en el municipio para pegar el salto a la gobernación recién en 2015. La jugada le salió bien porque contó con el empujón electoral de la boleta encabezada por Macri. Pero ahora tiene un problema. La constitución mendocina no permite la reelección y por más que lo intente, el largo proceso de reforma no le dejará chance para buscar un segundo mandato.
A los que le preguntan, Cornejo les dice que no le interesa la vicepresidencia pero sí que la fórmula la complete un correligionario. “Sí me gustaría que un radical sea vicepresidente, más que la confrontación como se animó Ernesto”, dijo hace unas semanas. Ernesto es Sanz, y los radicales saben que repetir aquella experiencia en la que obtuvieron el 3,34 por ciento de los votos les traerá más inconvenientes que beneficios. El problema para el gobernador es que si no va por vicepresidencia no tiene otras salidas “por arriba”. Los mendocinos elegirán senador nuevamente recién en 2021 y volver a la Cámara de Diputados implicaría un retroceso en su carrera política.
“No queremos ser meros acompañantes en Cambiemos. Si bien provenimos de orígenes diferentes al de nuestros aliados también es cierto que surgimos como una oportunidad para ponerle un freno a tanto atropello y para poder llevar a la práctica nuestras ideas”, dijo el viernes luego del homenaje a Raúl Alfonsín que compartió con otro actor clave del radicalismo, Gerardo Morales. El jujeño mantiene una fuerte impronta hacia adentro del partido, pero sus energías están concentras en la reelección provincial. A los propios ya les avisó que no se asomará por la contienda nacional, dada su enorme dependencia de los recursos que le bajan de Casa Rosada. A más de uno Morales le contó que sin esa ayuda no podría pagar enfrentar el pago de sueldos estatales. “La mejor manera de que Cambiemos se fortalezca es con un radicalismo de pie, con la responsabilidad de saber que es parte de la coalición de gobierno y del gobierno”, afirmó Morales tras el homenaje a Alfonsín.
La estrategia radical es clara. Abandonar la queja por la falta de cargos públicos y diferenciarse del PRO con propuestas concretas en temas que afecten a su electorado natural, la clase media. Eso ocurrió con las tarifas. El jefe del bloque radical en Diputados tuvo y tendrá un rol clave en ese esquema. A diferencia de Cornejo, Negri tiene la opción de buscar una gobernación. En los últimos días, avisó que está armando equipos para dar la pelea en Córdoba, hoy en manos del peronista Juan Scharetti. Sin embargo, el radicalismo ya tiene allí al intendente de la capital, Ramón Mestre, como favorito. “Quiere jugar la triple combinada”, repite con humor un radical de pura cepa que conoce a todos los actores. En todo caso, puede renovar otra vez la banca de Diputado y continuar al frente del bloque.
Puestos a soñar, los radicales tienen como expectativa no sólo colocar al vice sino ganar poder territorial. A Mendoza, Jujuy y Corrientes quieren sumarle cinco distritos más: Santa Fe con José Corral, Santa Cruz con Eduardo Costa, Córdoba con Negri o Mestre, Chubut con Gustavo Mena y Tucumán con José Cano y La Rioja con Julio Martínez. En algunos de esos distritos deberán ir a primarias con el PRO, en otros son claros favoritos.