La pianola volvió a sonar en un pasaje del inicio de la segunda temporada de Westworld. En la ficción que HBO estrenó ayer por la noche (va los domingos a las 22, está disponible en HBO GO) se sigue la rebelión contra el orden establecido de unos androides en un resort temático del Viejo Oeste. Cada elemento tiene su justificación e invita a las múltiples interpretaciones por lo que el rol que tiene ese instrumento es más que un mero soundtrack. Alegoría del automatismo y lo maquinal –la música suena mediante un rollo de papel perforado– pero también sugiere dobles lecturas para la trama. Esta vez lo hizo en medio de una balacera a cargo de Dolores (Evan Rachel Wood) que mientras despachaba humanos –tal como lo hicieron con ella tiempo antes– se escucha “The Entertainer”. Entonces, la pegadiza pieza de rag, además de un homenaje a El Golpe (George Roy Hill, 1973) explicita que la anfitriona se ha cansado de ser un objeto de entretenimiento. Para ella y para el resto de los de su clase será tiempo de revancha. ¿O siguen siendo parte de un plan fáustico y anárquico escrito por su mentor, el extinto Dr. Robert Ford (Anthony Hopkins)? Serán diez episodios para dilucidar estas intrigas dosificadas y espolvoreadas con preguntas sobre la cuestión humana.
“¿Te has cuestionado la naturaleza de tu realidad?”, le preguntó Dolores en plan Morfeo de Matrix a uno de los huéspedes que iba allí para saciar sus instintos más bajos. El vínculo con aquella trilogía no es menor (lo mismo que con otros clásicos como Blade Runner, The Truman Show, Jurassic Park, Días Extraños y un larguísimo etcétera) ya que este proyecto mixtura grandes interrogaciones filosóficas con la experiencia bombástica y pasatista. La campesina dice recordarlo todo, saber lo que pasa en el presente y lo que vendrá. ¿Los recuerdos? ¿Las rutinas? ¿El libre albedrío? ¿Las fantasías? ¿Los sueños? Los robots deglutieron todo el menú humano y siguen mascullando los diálogos que les habían escrito pero ahora son conscientes de que jugaban ese papel. “Se parecen a nosotros pero no lo son”, le explicó la campesina a su amor, Teddy (James Marsden), quien no está del todo convencido del plan sanguinario de los suyos.
El desmadre está consumado y la segunda temporada de Westworld replantea los tantos desde ese caos. Continúan, por otra parte, las subtramas que van y vienes como cintas de Moebius. El jefe de programación del parque (Jeffrey Wright) sobrevivió pero para mantenerse vivo debe robarle el ADN a los droides. Así que Bernard será clave ya que sigue el camino inverso al de los émulos de Terminator. La prostituta (Thandie Newton) fue otro de los grandes motores de la trama con sus giros sorpresivos. Maeve resultó una de las primeras en “despertar”, entiende que hay humanidad en su propia historia diseñada, e intentará reencontrarse con su hija robot. El pistolero del sombrero negro (Ed Harris), sin dudas, encarnaba otro de los misterios. Su personaje es un filántropo fuera del parque y un villano desalmado en este universo. “Es un tipo que va a ese lugar a exorcizar sus demonios. Siente que tiene que explorar ese costado suyo de violencia extrema”, dijo el actor recientemente. En este nuevo estadio del juego, William se aferra con gusto a su identidad guerrera.
Por lo visto ayer, los flashbacks y flashfowards no serán una simple decoración narrativa y le suman mareo al relato. El final del episodio con un tigre fuera de su hábitat y la muerte en masa de los robots como ballenas encalladas en una playa, agregaron nuevas incertidumbres a un proyecto que tiene claras intenciones de suplantar a Game of Thrones (su cierre será en 2019). Vale recordar que la base de Westworld fue un film de culto setentoso dirigido y escrito por Michael Crichton, transmitido a rabiar en Sábados de Superacción, donde a la rebelión en el Viejo Oeste se acoplaban los robots de otros parques situados en la Antigua Roma y la Edad Media. Por lo insinuado en trailers e info a la prensa, en el quinto episodio (“Akane No Mai”) habrá guerreros shogun masacrando huéspedes con katanas. Así que hay historia, cuerda y secretos para rato.
Jonathan Nolan (productor y guionista), declaró que su intención fue la de reconvertir la película original “de adentro hacia afuera”. “Queríamos que cada temporada aumentara la ambición y los límites de este espectáculo. También se sigue la historia de los anfitriones. Sus vidas comenzaron siendo en bucles repetitivos, y luego se expandieron, cambiaron y crecieron. Es el origen de una nueva especie. Queremos seguir esa historia hasta el final”, planteó el realizador y usual colaborador de su hermano Cristopher. Grandilocuente con sus declaraciones pero muy consciente de que ofrece un entretenimiento, como esa canción que suena en una pianola.