El escritor y político nicaragüense Sergio Ramírez recibió ayer el Premio Cervantes con un discurso que indagó en el vínculo entre novela y política. Pero era inevitable que hiciera referencia a la difícil situación social y política por la que atraviesa su país. El autor dedicó unas palabras al comienzo de su intervención a la memoria de los nicaragüenses que en los últimos días han perdido la vida en las protestas contra la reforma de la seguridad social del gobierno de su país. “A la memoria de los nicaragüenses que han sido asesinados por salir a la calle a reclamar justicia y democracia”, destacó el autor justo antes de comenzar con la lectura de su discurso por la concesión del Cervantes.

Un Quijote caribeño, un Rubén Darío cervantino y la novela como herramienta contra una “realidad que abruma” recorrieron el discurso del escritor, quien calificó a Cervantes como un autor caribeño, capaz de descoyuntar lo real y encontrar las claves de lo maravilloso”. 

La entrega del galardón más importante a la literatura en español, celebrada como cada año en Alcalá de Henares (ciudad natal de Cervantes), quedó marcada por las protestas recientes en Nicaragua, que dejaron al menos 28 muertos. 

La distinción se entrega tradicionalmente el 23 de abril, coincidiendo con el Día Internacional del Libro y la muerte de Cervantes (además de la de William Shakespeare).