El sacerdote Aurelio Batello aseguró que sabía de los abusos que cometía el cura Justo José Ilarraz contra menores de edad, pero confesó que no los denunció porque “le daba libertad” a la víctima para hacerlo y porque “así era en esa época”, informaron fuentes judiciales que estuvieron presentes en la cuarta audiencia del juicio. El Tribunal que juzga a Ilarraz por abuso y corrupción de siete menores, integrado por Alicia Vivian, Carolina Castagno y Gustavo Pimentel, deberá resolver ahora si aplica la figura de encubrimiento al cura Batello.
Durante la audiencia, el sacerdote aseguró que sabía de los abusos de boca de una víctima de la que era confesor –un adolescente de 16 años–, y sin embargo nunca lo denunció a sus superiores en la Iglesia ni tampoco a los padres del adolescente, quien hoy es uno de los denunciantes de Ilarraz. “El dijo que no denunció el abuso porque le daba libertad al chico”, reveló el fiscal Francisco Ramírez Montrull al concluir la audiencia de la mañana.
Vestido con su sotana y una campera liviana de lluvia, Batello dejó el Tribunal sin hacer declaraciones.
Adentro, en cambio, ante la consulta de la querella, dijo que no denunció el abuso del cura Ilarraz “porque le daba libertad al chico”, que tenía 16 años en el momento de los abusos, y era seminarista en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo, donde Ilarraz se desempeñó como precepto entre 1985 y 1993.
Fue el cura Batello quien había impulsado al joven a acercarse al seminario, ya que era allegado a la familia de católicos practicantes. El padre de la víctima, además, integraba el coro de la Iglesia.
El fiscal Ramírez Montrull reveló que fue el joven quien le había contado al sacerdote sobre “tocamientos y manoseos” por parte de Ilarraz y que ese fue el motivo que lo llevó a dejar el seminario. Durante la audiencia, Batello contó que en ese momento “le aconsejó hablar con los padres y que pida una audiencia con el obispo, porque ese era el proceder en esa época”.
Ayer también declaró otra de las víctimas de Ilarraz, que, como ya lo habían hecho otros seminaristas abusados, pidió que el sacerdote no estuviera presente al momento de dar su testimonio. El joven no pudo contener el llanto y se quebró en medio de la declaración.
Ilarraz llegó acompañado por su abogado defensor, Jorge Muñoz, sin hablar con la prensa. Según coinciden el fiscal y los abogados de la querella, el sacerdote se mantiene imperturbable durante las declaraciones en las que está presente.
Por su lado, Walter Rolandelli, uno de los abogados querellantes, reveló que con el testimonio que ofreció ayer la última de las siete víctimas, “se corroboró que el modus operandi no varía”. “Es simpre el mismo”, contó. “Su declaración fue la de otra víctima quebrada. Otra víctima que se quebró en llanto ante el tribunal por los abusos de Ilarraz”, precisó.
Y sobre el accionar del cura Batello dijo: “No sólo que no hizo nada, no hizo la denuncia, no le comunicó a los padres, y tampoco a sus superiores, que era Karlic (el actual cardenal emérito), en este entramado que hay entre la iglesia y el seminario”, advirtió.
Para Rolandelli “no hay ninguna inconsistencia en los testimonios” y sobre Batello agregó: “Nos deja con asombro que el padre, que era su confesor, con vínculos cerrados de la familia, cuando un niño le comentó un hecho tan grave, y el cura no hace nada. Si hay delito de encubrimiento tiene que resolverlo ahora el tribunal”.