Doctor en Antropología por la Universidad de Brasilia e investigador del CONICET, Alejandro Grimson, uno de los exponentes más inquietos de los pensadores argentinos contemporáneos, dialogó con Universidad sobre los mitos de la educación argentina.
Como primera reflexión, Grimson expresa que uno de los grandes mitos que persiste es que todo tiempo pasado fue mejor: “la idea de que el tiempo de oro de la universidad fue 1960. Sin embargo, en 1960 había 9 universidades públicas y hoy hay más de 50. En 1960, 0,8% de la población eran estudiantes universitarios; para 2010, según el censo pasó a ser 4,3%. El 80% de ese 4,3% va a universidades públicas”.
Luego de echar por tierra la sobrevaloración del pasado en detrimento del presente de nuestro sistema universitario, invitamos al autor de “Mitomanías argentinas” a continuar la apasionante tarea de desarticular otros mitos que muchas veces conllevan el peligro de operar como profecías autocumplidas.
- ¿QUÉ MITOS CON RESPECTO A LA EDUCACIÓN, Y LA UNIVERSIDAD, CREÉS QUE SON NECESARIOS DESTERRAR?
Hay una enorme cantidad de mitología neoliberal que ha circulado, circula y amenaza a las universidades públicas. Son mitos sobre el arancelamiento, mitos respecto de que habría que restringir el ingreso, mitos respecto al ingreso a los extranjeros, los mitos respecto a los rankings universitarios. Hay mitos sobre la escasez de graduados de las universidades públicas, que parten de la presunción de que las universidades solo tienen que graduar estudiantes, como si esa fuera su única función. Hay mitos acerca de que la universidad es elitista: la Argentina es el país menos elitista, por lejos, en todo América Latina y desde ningún punto de vista serio se puede decir que la universidad argentina es elitista, lo cual no quiere decir que no tenga que seguir ampliándose, pero son cosas distintas.
- ¿QUÉ DESAFÍOS CREÉS QUE TIENE LA UNIVERSIDAD DE ACÁ A 15 AÑOS?
Para pensar en términos propositivos los grandes desafíos para el futuro, primero hay que plantear una gran divisoria de aguas sobre la cuestión educativa en general y sobre la cuestión universitaria en particular, que es la siguiente: concebimos el conocimiento y el acceso al conocimiento como algo que se vende y se compra en un mercado, o concebimos el conocimiento como un derecho. Porque si concebimos al conocimiento como un derecho básico, de todas las ciudadanas y ciudadanos, entonces el desafío para los próximos 15 años es cómo se garantiza que más habitantes de la Nación tengan acceso a ese derecho. Es pensar cómo se fortalece la idea de acceso al conocimiento en todos los planos: desde las carreras universitarias hasta los impactos tecnológicos, científicos, industriales, sociales, culturales que tiene la existencia y la potencia de las universidades.
“El gran desafío es que nos apropiemos de cuáles son las transformaciones que consideramos imprescindibles y que constituyen parte de nuestro programa de futuro para las universidades, para que éstas sean más abiertas, más democráticas, con mayor calidad y con mayor acceso”, finalizó Grimson al referirse a la importancia de avanzar en los cambios necesarios para preservar la educación pública, más allá de cualquier mito que pudiera entorpecer el camino.