Si El Cairo Cine Público es hoy una feliz realidad, tamaña tarea se debe al empecinamiento por parte de la "Asociación Amigos de El Cairo", cuya puesta de acuerdo el 27 de abril de 2007 signó la buena suerte de la sala, que derivaría en la expropiación del inmueble por parte del gobierno de la provincia y en su revalidación como ámbito cultural público. "Es un honor para mí y para la película, que Camila se proyecte en esta fecha en Cine El Cairo, sala de la cual tengo maravillosos recuerdos", dice Lita Stantic a Rosario/12, con motivo del reestreno a nivel nacional ‑mañana a las 22.30‑ del film de María Luisa Bemberg, producido por Stantic y estrenado en 1984. La exhibición de Camila constituye, pues, un acontecimiento doble: por un lado, el homenaje al grupo que hizo posible la concreción de El Cairo Cine Público; por el otro, la posibilidad de volver a ver (y oír) Camila como se debe.

-‑Dado el contexto, donde la preservación del patrimonio cinematográfico es casi inexistente, la restauración de Camila sería una excepción.

-‑Lamentablemente se ha descuidado mucho el patrimonio, hay muchas películas que se perdieron. En una época existía el laboratorio Alex, pero después cerró y se pasó a Cinecolor ‑Camila, de hecho, fue remasterizada en Cinecolor‑; en ese traspaso se perdieron muchas películas. Algunas han aparecido amontonadas sin cuidado, y eso es algo que está pasando ahora también con Cinecolor, que está cerrando la parte de 35 mm y está a la espera de que los productores retiren los negativos. Es urgente tener un lugar a disposición, donde los negativos se conserven bien. Con las películas de María Luisa ‑como así también con todas las películas que tengo‑ estamos tratando de que se conserven, de ver la manera de que no pase lo que les ha sucedido a otras. En este momento, no hay un lugar donde colocar los negativos, cuando el negativo es lo que seguro sabemos perdura en el tiempo. Cinecolor está cerrando y no hay un lugar en la Cinemateca y Archivo de la Imagen Nacional (Cinain) para las películas. Las películas argentinas están en este momento en el Museo del Cine (Pablo Ducrós Hicken). Hay que trabajar mucho para tener un lugar para todo el patrimonio fílmico.

-‑¿Este problema está en la conciencia de los realizadores?

-‑Creo que todos los realizadores desean que sus obras perduren, lo que pasa es que en un momento dado queda en manos de los productores ocuparse de los materiales, del negativo de la película, del negativo del sonido, que es lo único que se sabe es conservable. Lo que pasa es que de pronto hay productoras que cierran y piden que se lleven los negativos, pero los productores no aparecen. Con los laboratorios Alex pasó algo muy extraño, de pronto desaparecieron o se deshicieron de películas de las que no hubo un reclamo. Desapareció mucho patrimonio.

-‑Ver Camila por estos días la vuelve una película todavía urticante.

-‑Sí, la verdad que es muy actual, porque hay una mujer, Camila O'Gorman, que se enfrenta al estado, a la iglesia, a la familia, para seguir su sentimiento. Me parece que es de una valentía brutal, uno ve Camila y se sorprende. Su filmación comenzó exactamente el día que asumió (Raúl) Alfonsín, veníamos de una época siniestra, donde no se podían hacer películas que dejaran tan mal parada a la iglesia. En la muerte de Camila hay una aprobación del estado, de la iglesia y, evidentemente, tanto de los federales que están en el gobierno como de los unitarios, que están escandalizados con lo que pasa. No sólo fusilan al cura Ladislao Gutiérrez sino también a Camila, y embarazada. Es fuerte, es muy actual, y en un momento como éste donde la palabra feminismo ya no es mala palabra; en los 80' ‑y para María Luisa, que era feminista‑ era más complicado.

Camila se empezó a filmar el día que asumió Alfonsín.

-‑Es un film en donde la mujer aparece como el lugar que desajusta.

-‑Claro, uno ve la película ahora y dice, 'también había una grieta en ese momento' (risas), en donde se usaban los hechos para tomar partido, en donde los unitarios ‑como Sarmiento y Vélez Sarsfield‑ estaban escandalizados porque pasaban estas cosas en el Río de la Plata, en donde las chicas, las niñas bien, huían con curas; usaban ese elemento para criticar a los federales, y en el medio de todo eso había dos personas que iban a pagar la culpa de haberse amado, nada más.

-‑¿Qué le ha aportado la experiencia de trabajar junto a María Luisa Bemberg?

-‑María Luisa empezó a filmar a los 59 años, y siempre decía que tenía poco tiempo. Yo produje cinco de las seis películas que hizo, en la sexta (De eso no se habla, 1993) no pude porque estuve con Un muro de silencio (película del mismo año, dirigida por Stantic). Para mí fueron años increíbles, nunca como con María Luisa he podido ser lo que yo creo un productor debe ser con un director. Había un respeto muy grande, por parte de ambas. La obra de María Luisa es muy importante, y a veces no se la está valorizando a la altura de lo que fue, porque en los '80 no era tan fácil para una mujer dirigir, y no por un problema de dinero, sino porque se consideraba que hacer cine no era para mujeres. María Luisa fue fundamental para cambiar esa situación, porque las directoras de hoy fueron adolescentes en la época de Camila, como es el caso de Lucrecia (Martel). Creo que Camila y el cine de María Luisa incidieron mucho en definir a algunas adolescentes a inscribirse en las escuelas de cine. Hoy hay un 50% de mujeres y otro 50% de hombres en las escuelas; y se dice que hay un 30% de mujeres directoras. La cosa ha cambiado mucho, y para ese cambio María Luisa fue fundamental.