La casa de papel es una de las series más vistas por el público de Netflix, y me parece que esta alta popularidad merece algunas reflexiones: empezando por el título que si bien se refiere a la fábrica de moneda y timbre de Madrid, me hizo pensar en algo frágil: una casa de papel. ¿Qué es lo frágil?

Tenemos un grupo de personas cuidadosamente seleccionadas para realizar el atraco más importante de la historia de España bajo la dirección de un hombre que se hace llamar El Profesor, el alma de la escena. Un hombre sin antecedentes penales, seductor, hasta un poco tímido y sumamente inteligente. La consigna principal que da al grupo es: "no vamos a robar, vamos a fabricar"; si bien fabricar les permitiría hacerse de más dinero se puede captar en la frase cierta perspectiva moral que, junto con la directiva de que todos debían permanecer ilesos, nos conduce a la pregunta: ¿quiénes son los buenos, quiénes son los malos? Pero ¿hay buenos y malos? Porque parece que los "ladrones" intentan respetar ciertos códigos con sus rehenes, incluso se involucran sentimentalmente con los secuestrados, mientras que los servicios de seguridad e inteligencia del estado sólo piensan en quedar bien frente a la opinión pública y las autoridades nacionales e internacionales.

La música es excelente, está cuidadosamente elegida para tocarnos y acompaña con distintos ritmos e idiomas la secuencia de la obra. Dos canciones sobresalen: "My life is going on", de Cecilia Krull que es el soundtrack original. Tiene una letra que presenta la lógica de la serie: "Mi vida continúa". Al introducir cada capítulo podemos escuchar un breve recorte que incluye el estribillo: "I don't care at all. I'm lost (No me importa nada. Estoy perdido). El Profesor eligió personajes que evidencian gran talento y que están condenados por la ley. El atraco "cambiaría" sus vidas, no sólo porque de esta manera huyen de la justicia que los busca, sino también porque a partir de esta hazaña serían muy ricos: ambición que emerge de un mundo capitalista.

Lacan en 1969 había establecido una relación entre la plusvalía de

Marx y el plus de goce.

Ya Lacan en el año 1969 había establecido una relación entre la plusvalía de Marx y el plus de goce, como esa búsqueda insaciable inherente a la subjetividad humana. Ese "excedente" que tiende a un más y más sin límite que conduce a la destrucción, como tan bien nos enseñó Freud en 1920 con su "Más allá del principio del placer".

La otra canción que ha reflotado La casa de papel es Bella Ciao: una vieja cantata de la resistencia italiana durante la segunda guerra. "Su abuelo que había resistido a los fascistas junto a los partisanos le había enseñado esa canción y él nos la enseñó a nosotros" dice Tokio, la voz en off. 

Todo estaba minuciosamente calculado excepto algo que vino a complicar las cosas: la variable del amor, como dijo el Profesor. Variable que produjo un cambio de rumbo desde el comienzo al fin. Todos los "errores" del plan se deben al amor, y como dice Berlín "todo se reduce una vez más a una cuestión sentimental". Podemos decir que el cálculo se aleja de la contingencia, que para el psicoanálisis es aquello que ocurre por fuera de todo lo previsible.

El profesor había planeado durante años, minuciosamente y siguiendo el más mínimo detalle en este atraco: las distintas posibilidades, la previsibilidad del adversario, los lugares de salida, las estrategias de alimento, salud, el tiempo que se requería para la impresión del dinero, en fin todo había sido milimétricamente pensado. Pero no había calculado enamorarse.

La contingencia, como eso que no se espera nunca y que sorprende sin previo aviso, toca y modifica a los sujetos. "Raquel me enamoré de vos", le dijo varias veces el profesor a ella, que no podía escucharlo y pedía que se calle. ¿Por qué no podía escucharlo? Escuchar era también escucharse y sabía que este amor implicaba un giro radical en su vida. ¡Cómo! Se había enamorado de su peor enemigo. Ese que amaba era el mismo que odiaba y se daba cuenta que lo odiaba y lo amaba, un continuo entre odio y amor que Lacan nombra como odio-enamoramiento.

Sin embargo, La casa de papel nos revela algo más nodal, más fundamental: se trata del amor al padre. Ese amor que funcionó para Sergio como el impulso para la gran hazaña. Dice: "Mi padre es la persona más importante de mi vida. Fui un niño enfermo". El amor al padre lleva al Profesor a pasar toda una vida pen(s)ando cómo concretar lo que su padre no pudo porque lo mataron antes. Su plan era el plan del padre y se debía a él.

El psicoanálisis nos enseña que el padre es el referente fundamental de las neurosis. El punto de partida; pero quedarse ahí implica detenerse en la alienación al otro, en un lugar sacrificial. Y esto es fundamental porque nada que uno haga desde el plan del otro lleva a buen puerto. Siempre se fracasa: "Lost my time, my life is going on".

Pero si bien el padre es necesario para habitar la neurosis, también hay que ir más allá de él, construir la casa propia a la medida de cada uno y para eso se requiere de dos cosas: primero consentir a la contingencia, a eso que nunca se puede calcular de antemano y esto requiere siempre de un toque de audacia. La segunda: tiempo. Una casa lleva tiempo, las cosas complejas y delicadas de la vida, mucho.  

La contingencia llega siempre en un mal momento por el hecho de que nunca se está preparado, es algo que aparece de golpe. Pero es la chance, la posibilidad de abrir un nuevo espacio en el rumbo del destino o lo que sostenemos como fijo e inamovible en nuestras vidas. Y tal vez lo que se nos presenta como lo peor, como el error jamás pensado, como un tropiezo inadmisible, pasa a ser el mejor hallazgo, el tesoro que inaugura un camino inédito en nuestra existencia. Fin.

* Psicoanalista. Miembro EOL a cargo de Dirección en Sección Rosario. Miembro AMP.