Ya casi como rutina semanal una banda de rock debe salir a dar explicaciones porque han denunciado a uno de sus integrantes por acoso o abuso sexual. La cantidad de denuncias es tal, que ya no alcanzamos a estar al tanto de todas, cosa que me parece fenomenal, si la violación ha sido rutina en nuestras vidas durante tanto tiempo, que las denuncias también lo sean, y serán muchisimas, y cada vez más, precisamente por lo que siempre estamos diciendo: el abuso sexual es cultural y sistemático, es la forma tangible del poder en los machitos, es la manera que han tenido históricamente de hacernos saber que no estamos en igualdad de condiciones. Habrá tantas denuncias como hay machitos, así que hagan las cuentas. Esto no para. Caerán nuestros amigos y nuestros seres queridos, porque todas tenemos un machito en la vida. Las denuncias no serán prolijas, no pasarán por las justicia, que es machista y abusadora también, no seran elementos legales con pruebas irrefutables que dejen tranquila a la sociedad y a los medios caretas, también cómplices de las peores aberraciones de la humanidad
¿Te parece injusto? Bravo imbécil, bienvenido al mundo. Andá a hablarle de injusticia a la nena que se despertó violada y perdida en el cuarto de hotel de un rockero infeliz que se cree superior. Si querés no les digas “denuncias”, serán avisos entre nosotras, de la manera que podamos nos lo vamos a contar, hasta que violar les de tanto miedo, que decidan, aunque más no sea por conveniencia económica, no hacerlo nunca más. Y a pesar de estar avaladas por una historia de abusos, asesinatos, torturas y desapariciones, nos siguen pidiendo a las mujeres cuidado, precaución y sobriedad, cuidado, mucho cuidado, a la hora de hablar, no vayan a manchar el nombre de una basura infrahumana, compuesta de la mismísima peste.
Esto es lo que tiene que quedar en claro, son los abusadores los que arruinan todo, no sus víctimas hablando. Son los abusadores los que arruinan los proyectos de trabajo en los que están, son los abusadores los que se cagan en la vida de sus propios familiares y amigos, son los abusadores los que manchan todo a su alrededor. Son los abusadores los culpables de lo que viven luego de que una mujer habla. Haga el ejercicio de enojarse con el abusador, si no le sale, debe ser porque usted anda abusando, amigo.
No hay dudas de que las redes sociales hicieron posible esto, sin ellas las mujeres jamas hubiéramos tenido una manera de hacernos escuchar masivamente, viralmente. Somos muchas las que acompañamos a las víctimas desde nuestros celulares o computadoras, con palabras de aliento, con consejos, compartiendo lecturas o contactos de personas que pueden acompañar mejor. Somos una red no organizada de feministas haciendo lo que podemos. Hablando con amigas y desconocidas, discutiéndolo todo sin parar. Me llega un mensaje de una compañera y amiga: “Yo conozco a este profesor de teatro que denuncian, lo conozco, es todo verdad. Lo tengo que decir. No voy a ser cómplice”. Me llega otro mensaje de otra compañera y amiga. “Lo conozco al músico que denuncian, sé que se acuesta con menores, lo hizo con amigas mías, lo tengo que decir, pero no tengo espalda para esto”. Y se suceden entonces en el chat una seguidilla de “dale decilo, yo te banco. Acá estamos, pensá en las pibas que vienen, que sepan quién es”. Comienzan a llegarnos los mails, los mensajes por Instagram, Twitter, Facebook, por todos lados: “Me cuenta una piba que el tipo le hizo esto… Me cuenta otra piba que el tipo le hizo lo otro”. Nos pasamos las capturas, las mujeres lloran en sus casas, todas lloramos, no se animan a dar su nombre y agradecen infinitamente a las que sí. Tanto tiempo se callaron ese dolor y ahora todo sale, porque una se animó. Cada feminista tiene su clave, el punto y lo que necesita para ponerse en los hombros una denuncia y dar la cara para otra mujer y bancarla. Cada una sabe por qué lo hace, ya reconocemos esa furia desmedida que surge de las entrañas cuando nos cuentan una y otra vez el mismo relato, confirmando siempre lo cultural, lo sistemático, y si alguna tiene dudas, es sencillo, solo hay que sentarse a esperar que el abusador hable y se incrimine solo. En los descargos los brutos cuentan todo entre lineas, siempre dirán las mismas tres cosas que lo deschaban. No pienso ponerlas acá claro, no voy a darle estrategias al enemigo, las lectoras de esta columna ya las saben. No las voy a decir, voy a disfrutar como lo siguen diciendo, como no lo aprenden y como ese no querer entender todo lo que está pasando es lo que finalmente los va a hundir en el pozo de inmundicia que se pasaron cavando durante toda su vida.