El Banco Central siguió ayer rifando reservas. En esta oportunidad fue por 853 millones de dólares, que se sumaron a los 1472 millones del día anterior. En dos días, liquidó 2325 millones sin el resultado esperado. No pudo sostener la paridad, subiendo a 20,84 pesos, 29 centavos más que en el cierre de anteayer. Se trata del mayor aumento diario de este año. La pérdida de reservas es más abultada: 2959 millones de dólares en la semana, perdiendo el Banco Central argumentos acerca de lo que está haciendo en el mercado cambiario. Primero había dicho que los inversores estaban equivocados respecto de cómo iba a moverse la tasa de interés. Después aseguró que hubo un pico de demanda de divisas porque los fondos extranjeros salieron del país para no pagar el impuesto a la renta financiera. Ayer subió fuerte la tasa de interés en el mercado secundario, se terminó el plazo para vender Lebac sin pagar impuestos, y las presiones sobre el dólar siguieron en alza. En ese contexto de inestabilidad, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, hizo la declaración que ningún funcionario debe hacer cuando hay una corrida: “no hay motivo para pensar que esto pueda indicar una crisis”. Quienes conocen la historia de las varias corridas que existieron en el mercado local advierten que ese tipo de afirmaciones es decodificada en sentido inverso por los operadores financieros.
La autoridad monetaria apostó a que la venta récord de 1472 millones de dólares de anteayer iba a tranquilizar. Por eso decidió no intervenir en las primeras horas de la jornada. La respuesta de los grandes inversores, lejos de moderar la demanda, fue intensificar las compras de divisas. La suba de la cotización mayorista, que superó los 20,50 pesos, obligó al organismo a volver a intervenir sacrificando reservas en cantidad. La dolarización del mercado se volvió una espiral complicada de parar para el BCRA. “La consigna en el mercado es aprovechar y comprar por debajo de los 21 pesos. Ese es el nuevo piso del dólar”, le explicaron a este diario en una importante financiera.
En las últimas ocho semanas, el BC vendió casi 5000 millones de dólares para enfrentar la corrida. Los que salieron favorecidos de esta intervención fueron los grandes fondos de inversión del extranjero, que se desprendieron de las Lebac para comprar dólares. Lo hicieron a un precio del dólar al menos 10 por ciento más barato respecto del que tendría la divisa sin la manipulación del Banco Central.
La autoridad monetaria se encuentra en una encrucijada: si deja subir el tipo de cambio genera más problemas inflacionarios y si lo mantiene sacrifica dólares de las reservas a un ritmo insostenible.
El Central empezó a aplicar el plan b: subir la tasa de interés. En el mercado secundario de Lebac el rendimiento de las Letras saltó de 26 a casi 29 por ciento. Ahora los fondos del exterior tienen que pagar Ganancias por comprar estos títulos de corto plazo e incentivarlos para que se queden en el país requiere una tasa todavía más alta. Si las tasas vuelven a ubicarse por encima del 30 por ciento, el rendimiento sería 15 puntos porcentuales por encima de la meta de inflación; son retornos muy elevados en términos reales.
La dolarización de activos, más allá de las tasas y los impuestos, responde a otras cuestiones estructurales. La economía argentina necesita, según cálculos del Fondo Monetario Internacional, unos 30 mil millones de dólares de deuda por año hasta 2023 para cubrir los desequilibrios externos. Se trata de una cifra muy elevada. Una cosa es endeudarse a ese ritmo por dos años y otra cosa bien distinta es hacerlo por casi una década. Los inversores ante estos números abren el paraguas y prefieren evitar el riesgo. Los números del sector externo registran rojos excesivos. La fuga de divisas por ahorro del sector privado se proyecta para este año en 22 mil millones de dólares por año. El desequilibrio de la cuenta turismo, en de 12 mil millones. Y el déficit comercial se ubica en torno de los 10 mil millones por año.
Las reservas internacionales del Central registraron una fuerte caída esta semana. Ayer se ubicaron en 58.402 millones de dólares, con un retroceso de 1022 millones. En los últimos cuatro días hábiles bajaron 4125 millones de dólares. El viernes habían caído 827 millones, el lunes 428, el martes 394 y el miércoles 1474 millones.
El argumento del Central ayer fue insólito. Los funcionarios dijeron que la venta de reservas no implica la dilapidación de activos. Es llamativo porque el grueso de las divisas la entidad las compró a partir del ingreso de deuda externa. Esto implica que son dólares que más temprano que tarde habrá que devolver. Pero ahora se están usando para financiar la fuga de capitales de grandes fondos de inversión del exterior a un dólar debajo de los 21 pesos. El miércoles se habían operado 45 mil millones de pesos de Lebac, y la justificación fue que los fondos vendieron sus letras porque era el último día en que se podían tener sin pagar el nuevo impuesto a la renta financiera. Pero ayer, en dónde ese argumento no era válido, se operaron 47 mil millones de pesos, una cifra todavía mayor, que muestra que la dolarización de carteras no tiene que ver con los impuestos sino que un efecto manada de los inversores.