Buenos Aires está a punto de ofrecer una nueva epifanía a sus huestes sinfónicas. Premiata Forneria Marconi, aquel insólito grupo de rock progre italiano que debe su nombre a una panadería de Brescia, llega por segunda vez al país del tango (la primera fue en 2016) y, pese a sus casi cincuenta años de existencia, aún tiene algunas cositas por dar. Patrick Djivas, bajista que reemplazó al original Giorgio Piazza en 1973, presenta ese algo como una energía que se renueva “día a día”. Franz Di Cioccio, baterista, cantante y fundador, prefiere apelar al concepto artesanal de “música dibujada a mano”, que caracteriza a PFM desde sus inicios. Y que no es excepción hoy, claro. “La idea es hacer un concierto que le abra ventanas emocionales a nuestra producción histórica, respetando cada tiempo musical vivido”, asevera Di Cioccio, ante la presentación del grupo, hoy sábado en el Teatro Opera (Corrientes 860). En limpio, la Premiata, cuya formación actual completan Alessandro Bonetti en violín; Marco Sfogli, en guitarra; Alessandro Scaglione y Alberto Bravin, en teclados y Roberto Gualdi, en segunda batería, llega con el fin de mostrar perlas de su larga historia, mixturadas con piezas de su último disco: Emotional Tattoo`s. 

“Emotional… es un álbum que refleja nuestro carácter de compositores eclécticos que aman los diferentes lenguajes musicales. Pensamos que solo de esta manera es posible expresar la belleza total de la música, sin discriminación de género. La música es hermosa y es capaz de unir a las personas, si estas se dejan invadir por las emociones”, considera Di Cioccio, único sobreviviente de la prehistoria de la banda que comenzó haciendo música beat bajo el nombre de Quelli, y se convirtió en PFM a principios de los setenta. “Premiata no le cierra ni le abre la puerta a nadie, el que quiere salir lo hace por su propia elección, y el que quiere entrar, si es que conocer el ADN de la banda, lo puede hacer. Basta con ser creativo”, apunta el bajista, seguramente recordando la llegada de Pagani -violinista y flautista de la época de oro de la banda– y su ida en 1977, tras grabar tres de los mejores discos: Storia di un minuto; Per un amico (cuya versión en inglés se llamó Photos of Ghosts) y L`isola di niente, que en inglés se publicó como The World Became the World. También, luego de tocar en el Royal Albert Hall, ante la presencia de reina. “Aquel fue un momento inesperado y hermoso, porque Queen Mary se detuvo al escuchar nuestro sonido, y se interesó”, evoca Djivas. “En cuanto a la salida de Pagani” –retoma– “PFM siempre ha respetado la voluntad de quienes decidieron tomar otro camino y nunca ha sido un problema. Después de todo, una banda es como un equipo de fútbol y si un atacante se va, entra otro que tiene otras habilidades de juego. El futuro siempre es cambio, no conservación”. 

–¿En qué sentido aplicarían tal concepto a los cambios y las persistencias entre los discos clásicos del grupo, y los últimos?

Patrick Djivas: –La persistencia está dada por un estilo y un sonido particular, y también en su forma de organizarlo. Respecto del último disco, puntualmente, ese concepto es que las canciones entran lentamente en la cabeza y luego, después de escucharlas, te tatúan emocionalmente. Cuando lo escuchás, te sentís inmerso no solo en la música de hoy, sino también en las raíces de los primeros discos.

–¿A cuál de esos primeros discos apelarían como ejemplo concreto, para profundizar en la respuesta?

Franz Di Cioccio: –Per un amico es muy bonito, e incluso fue nuestra entrada al rock progresivo inglés, sin cantar en ese idioma. Pero hay otros fantásticos como Stati di immaginazione, que es de los últimos. Para nosotros, todos los discos son hermosos porque son diferentes unos de otros, respecto de la inspiración, la escritura y la planificación. Igual, siempre pensamos que el más bello será el siguiente.

–Sin embargo, los puntos de inflexión son mojones que marcan caminos, y a veces detienen el tiempo. ¿No les pasó con PFM Classic y la pretensión de representar a Verdi, Mozart o Rossini, por ejemplo?

FdC: –Puede ser, porque ese álbum es uno de los más hermosos. Nació como una obra experimental en la que nuestra intervención no se limitó a rehacer la música clásica con instrumentos eléctricos, sino que hemos compuesto e integrado con nuestra música los temas de esos grandes compositores. De esta forma, logramos hacer jam sessions con Mozart, Rossini, Verdi, Prokófiev, y otros. Fue un trabajo largo y complejo, pero la pasamos muy bien.

–¿Tan bien como en los primeros tiempos?

FdC: –Bueno, es difícil la comparación, porque también es imposible olvidar nuestros comienzos como teloneros de Yes, Deep Purple, Genesis, ¿no?

–Ha nombrado (y se ha referenciado en, se intuye) todas bandas inglesas, ¿y el rock italiano qué?

FdC: –Bueno, como sucedió en todas partes del mundo, el rock anglosajón también ha inspirado al italiano. Con ese lenguaje, luego se mezclaron las atmósferas de la música mediterránea, la música clásica, la tradición de las melodías y el hermoso canto lírico. Como en un cóctel, los sabores musicales se mezclan según las tendencias de los artistas, y en ese sentido nuestro rock progresivo tiene muchos de estos ingredientes y, además, nos encanta improvisar como se hace en el jazz. Especialmente para nosotros, esta última parte es vital.

–¿Cómo involucrarían a la música argentina en este marco?, ¿conocen algo de ella? 

P.D.: –Conocemos muy bien el tango argentino y en particular amamos la música de Astor Piazzolla, pero no la escena rock. Trataremos de documentarla en esta segunda visita. 

–¿Qué imagen les quedó de la primera?

FdC: –Genial. Tuvimos la sensación de estar en casa por el entusiasmo expresado por el público como respuesta a nuestra música. Sentimos que había un poco de sentimiento italiano en la audiencia, ¿por algo debe ser, no?