Desde Mata Hari en La danza de los siete velos, Rita Hayworth en Gilda, Sophia Loren en Ayer, hoy y mañana, Kim Basinger en Nueve semanas y media, los muchachos de Full Monty en una simpática escena grupal… ¿Cómo no sucumbir al encanto de los cuerpos revelando zonas ocultas? Género antiguo, marginal y popular, el striptease (del inglés strip, desnudar; y tease, engañar) supo colarse en el arte y en la vida, y subsistir adoptando nuevas formas y significados. Desde hoy a las 19 horas, cuatro artistas de la danza y el teatro ofrecerán sus abordajes a este tipo de espectáculo, en una propuesta ideada por Diana Theocharidis, directora artística del Teatro de la Ribera. Strip+tease= 4 desvelos presentará las creaciones de Maricel Alvarez, Florencia Vecino, Pablo Rotemberg y Carlos Trunsky, con interludios musicales de Carmen Baliero y la actuación de tres bailarines, que hilvanarán los cuadros. Una posibilidad de descubrir y repensar de qué hablamos cuando hablamos de desnudos, revelaciones y ocultamientos. 

“Me interesó reunir a diferentes creadores alrededor de un tópico como el striptease, entendido de una manera amplia como una muy antigua forma de la danza y del espectáculo en general. Una forma muy desprestigiada y a la vez muy popular, que se roza con otras temáticas con las que está asociada, como temas de género, de poder, de pornografía, de deseo, de tensión entre las supuestas artes altas y las bajas, entre lo vulgar y lo sofisticado”, explica Theocharidis a PáginaI12. “Son cuatro trabajos de unos veinte minutos cada uno, muy distintos entre sí, con una mirada propia sobre el tema. Cada uno condensa un cúmulo de imágenes, situaciones, estéticas y emociones muy contrastantes”, agrega.

–¿Cómo puede describir esas diferencias?

Diana Theocharidis: –Maricel Alvarez abre con Ecdisis, retomando un término de la biología que alude a la muda, cuando el animal se desprende de algo como la piel, por ejemplo, cuando se despoja de una estructura externa que cubre su organismo. A partir de esta idea, incursiona en un striptease masculino en el que el personaje se desprende de algo que ya no le sirve para acercarse a un nuevo estado de desnudez. Luego viene Flor Vecino con Impuesto rosa, donde busca una danza en la que ella se desnuda no solo físicamente, y en la que se expone muchísimo. A Flor la hemos visto muchas veces desnuda en escena, pero acá es otra cosa: no es lo mismo desvertirse que desnudarse eróticamente, con todo lo que implica para la mujer. El cisne salvaje, creado por Pablo Rotembeg, tiene mucha carga dramática. Un personaje masculino transita escenas de una gran intensidad. Pablo retomó una frase de una legendaria artista de este género, que planteaba la fricción entre su pensamiento íntimo y privado y el cuerpo a la vista de todos. Y por último, Burlesque, de Carlos Trunsky, recrea un número de ese género cercano al varieté, con dos artistas muy sólidas como Fanny Bianco y Mariela Anchipi. Es una pieza breve de teatro musical que tiene que ver con la historia personal de Carlos. Su papá era artista de varieté.

–¿Hay algún tipo de continuidad entre un trabajo y el siguiente? 

D.T.: –La idea es darle fluidez a cuatro trabajos tan diferentes, que sea un espectáculo integral. No que termina una obra, se interrumpe y viene la siguiente. Por eso trabajamos con Carmen Baliero, que hace una obertura musical e interludios entre las piezas, y con tres bailarines que deconstruyen el mundo visual del sriptease que acaba de suceder y construyen la nueva escena a la vista de los espectadores. La idea es que el público se deje llevar por este recorrido, por el juego que propone el striptease y que, en nuestro caso, resultó en cuatro elaboraciones y reflexiones muy personales, algunas más abstractas y otras más literales. No son stripteases habituales, breves, éstos duran mucho más de lo común. Cada artista convocado trabajó con su propio equipo artístico en el que se integran distintas disciplinas. A la vez comparten la escenografía de Magalí Acha, la iluminación de Omar Possemato y el diseño sonoro de Leonardo Leverone y Fabián López. 

–¿Puede ampliar la idea del juego que está contenida?  

D.T.: –Es un juego que se termina cuando el striper muestra o no. Lo que está en tensión es el deseo de ver del espectador: qué se va a sacar el artista, cómo y qué va a revelar. Se juega la satisfacción de ese deseo de ver, que puede sufrir postergaciones, desplazamientos o que no se resuelve nunca. Hay una provocación del deseo del otro.  

Q Strip+tease= 4 desvelos se puede ver de viernes a domingos a las 19  en el Teatro de la Ribera, Av. Don Pedro de Mendoza 1875, La Boca.