A retratar crestas punk ha dedicado más de dos décadas el fotógrafo y skater estadounidense Ed Templeton, que actualmente expone su enjundiosa serie Hairdos of Defiance en la galería Roberts Projects, en California. Capilar muestra que, a decir del artista, se propone como “una mirada al microcosmos de un mundo marginal, donde el cabello oficia como marca identitaria de personas que rechazan lo socialmente aceptable”, evolucionando el estilo según el contexto y el momento histórico. “Los mohawks siempre han sido provocadores. Algunas tribus nativas americanas los usaban para intimidar a las personas cuando iban a la batalla. Hubo un batallón de paracaidistas estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial que se pusieron crestas para parecer más locos. Cuando los punks de Londres en los 70 comenzaron a adoptarlos, fue el último comportamiento antisocial. Una monstruosidad antisistema, una forma de escupirle a la cara a la sociedad educada, de rebelarse contra las tendencias imperantes. Siempre ha sido un corte de pelo que busca ser antagónico”, explica el varón que comenzó a capturar el look de mil amores en los 90, de amigos e ignotos, residentes de distintos puntos de Estados Unidos y Europa, y que continúa haciéndolo en la actualidad. Con todo, lejos de idealizar el peinado, le objeta el dramatismo, cierta impostura, la intrínseca complejidad: “Incluso en punks legítimos, la cresta implica un elemento de disfraz. En lo personal, siempre he creído que el punk era una actitud de mandar todo al demonio. Dedicar una hora entera a arreglarte las mechas dista años luz de esa actitud”.