Prof. Dr. Karl Psíquembaum
Carnet
Tuve un psicoanalista muy heterodoxo, me cobraba solo las sesiones a las que no iba. Dejé hace cinco años, así que le debo muchísima plata.
· Mi mamá es psicoanalista: si no la llamo todos los días, en vez de reprochármelo, me lo interpreta, que es peor.
· Tuve un psicoanalista que en 14 años de análisis no me dijo una sola palabra: un genio, el tipo.
· Mi problema es que en mi infancia mis padres dormían en cuartos separados, y yo también dormía en cuartos separados.
· Después de varias entrevistas, mi analista me dijo que necesitaba un tratamiento urgente, él.
· Hice una terapia de vidas pasadas, al final yo estaba tan neurótico como siempre, pero el tipo que yo era hace cien años se curó.
· Mi analista me cobra de acuerdo a la cantidad de palabras que digo... Ojalá me cobrara de acuerdo a la cantidad de palabras que dice él.
· A una mujer, podés destruirle la realidad, y quizás no pase nada, pero no te atrevas a destruirle una ilusión.
· A un varón, podés destruirle una ilusión, y no pasa nada, pero no te atrevas a criticar a su mamá, o a su equipo de fútbol, que son lo mismo.
· Mi novia me pidió que le dijera “cosas lindas”. Le dije: “Soy bueno, soy inteligente, soy atractivo”, y se enojó. ¿Acaso no son cosas lindas? Ella me dijo: “Sos Narciso”, pero se equivocó; mi nombre es Egodoro.
· Una vez un psicoanalista me dijo que me iba a tratar, yo le dije que la cosa no era “que me trate”, sino “que me pueda”.
· Un hombre debe estar siempre donde la mujer quiere que esté. No, ahí no es. No, ahí tampoco. No, no le pregunte, ella le va a decir: “Deberías saberlo, pero como nunca me das bolilla”.
· Una mujer me dijo: “¿Por qué me engañás, si no estamos casados?”. Era ella la que se engañaba a sí misma, ya que actuaba como si lo estuviéramos.
· El otro día comí varéniques en un restorán. Mi mamá lo descubrió y casi me mata. No se puede engañar a una madre.
· Mi mujer me dijo, llorando, que por qué yo iba a buscar afuera las cosas que ella podría darme en casa. Quien pruebe sus milanesas, lo entenderá.
· Una paciente me dijo que está convencida de que el marido de su mejor amiga la engaña con otra mujer. Con ella.
· Cuando le expliqué a mi novia que yo estaba profundamente enamorado de mí, fue un momento difícil.
· Tuve un “ménage à cinq”: mi novia, yo y los fantasmas de otros tres tipos que harían todo mucho mejor que yo.
· Ayer me acosté con mi fantasía. Al final me reprochó que siente que no es la única fantasía en mi vida.
· El otro día me acosté con vos y me dijiste que nunca habías estado con un hombre así en tu vida. ¡¡¡Ni siquiera te diste cuenta de que soy una mujer!!!
· Mi novia me dejó solo. Muy solo. Se llevó todo.
· Vimos con mi analista la posibilidad de tener más sesiones por semana. Él consultó su agenda, y yo, mi cuenta bancaria.
· Siempre tengo el mismo sueño, y mi analista me interpreta lo mismo. Sueño que siempre tengo el mismo sueño y mi analista me interpreta lo mismo.
· Mi novia me dijo que está esperando cinco hijos. Son sus hijos, que viven en el exterior y vienen a visitarla.
· Mi novio me dijo que estaba embarazado. Le pregunté si sabía quién era la madre.
· Las chicas mueren por mí. Me gustaría que vivan por mí.
· Tengo un psicoanalista que es de izquierda. Me cobra como si yo fuera todo el proletariado junto.
· En mi consultorio tengo una mucama que es muy ordenada, me pone en un estante los sueños, en otros los lapsus, en otro los chistes. Pero el otro día se robó un sueño de un paciente y la tuve que echar... perdón, que dar el alta.
· Estoy orgulloso: mi hijo de ocho años me acaba de decir “Paaa, cuando sea grande, quiero ser paciente, como vos”.
· ¡Estoy muy contento, mi analista ya habla! ¡En la última sesión dijo “Ajá”!
· Estoy saliendo con una mujer que está casada... ¡conmigo!
· El nene de mi analista cree que los reyes magos son Layo, Yocasta y Edipo.
· Estoy saliendo con una psicoanalista, nos vemos dos veces por semana; el problema es que cuando no puedo verla, le tengo que pagar igual.
· Me analicé con cuatro psicoanalistas, sucesivamente. El primero me habló mal de mi mamá: el segundo, de mi mamá y mi primer psicoanalista; el tercero, de mi mamá y de los dos analistas anteriores. Según el cuarto, está mal culpar a otras personas, la responsabilidad es mía por no haberme analizado directamente con él.
· Estoy saliendo con una paciente de mi analista, nos conocimos en un sueño.
· Estoy saliendo con una mujer que está convencida de que tengo otra. Cualquier cosa que yo diga o haga, me empieza a reprochar que tengo otra. Creo que me quiere convencer de que tenga otra, así la dejo tranquila a ella. En realidad, creo que ella necesita que tenga otra. Es más, creo que está caliente con la otra.
· Una vez tuve un novio que me dejó, porque yo no lo dejé.
· Me recibí de médico a los 23 años, 20 años más tarde de lo que mi mamá quería, pero en fin, lo tuvo que aceptar.
· Todos los sábados a la noche un hombre me propone casamiento. Yo le traigo sus pastillas para la memoria. Llevamos casados 62 años.
· Estoy profundamente enamorado de mi esposa. Mi amor por ella es tan profundo, que raramente sale a la superficie.
· Me calientan las zapatillas. Soy fetichista, y no puedo ver una zapatilla roja sin ponerme loco. Y encima, vienen de a dos.
· El otro día entré al consultorio, me recosté, y antes de que me pusiera hablar del dolor que sentía, me metió un espejito en la boca y me miró adentro. Una de dos: o este psicoanalista encontró un camino diferente hacia lo inconsciente, o era un dentista y me equivoqué de consultorio.
· Mis amigas me dicen que soy una comehombres. Y encima se enojan mucho conmigo, dicen:”Si te los seguís comiendo, no van a quedar hombres”. ¡Pero si yo soy vegetariana! Solamente como vegetarianos.
· Dejé de fumar hace 54 años, cuando nací. Y desde entonces, como todos los que dejan de fumar, engordé.
Fragmento de Divanidades: una producción de Buffet Freud de Rudy que publica Colihue y se presenta hoy, domingo 29 de abril a las 18 horas en la Feria del Libro, sala Bioy Casares, con Ana María Shua, Sebastián Plut, Santiago Varela y el autor.