A comienzos de los noventa en España, entre la invasión del grunge y el boom de las discotecas de Ibiza, hubo un grupo de San Sebastián que supo hacer historia, una historia por entonces mínima, casi de entrecasa, con canciones que le cantaban a las tardes de entre semana y la ropa sin tender, las bondades de dormir, el café de la mañana y la vacilación entre dar el corazón o desaparecer. Su nombre era Le Mans y su música transcurría entre acordes suaves y una instrumentación cuidada y precisa que podía extenderse durante más de dos minutos al comienzo de un tema. Si bien la banda tocó contadas veces en vivo y dejó de existir en 1998, con el correr de los años su música se convirtió en una de las mayores influencias de la escena independiente española. Hoy, uno de los artífices del sonido de aquella banda, su guitarrista Ibon Errazkin, acaba de regalarnos una de las sorpresas discográficas en lo que va del año con su tercer disco solista, Foto aérea, un delicioso collage de fragmentos elaborados sobre variaciones de una misma melodía, un caleidoscopio instrumental que a lo largo de diez piezas muta y se expande en tonos dulces, aires meditativos, disonancias leves y oleadas repentinas de arreglos que dan a la obra un aire de familiaridad y extrañeza a la vez.
“Soy fatal para las entrevistas”, ríe Ibon desde su hogar actual en Madrid. De carácter amable y algo introvertido, este guitarrista, compositor y productor nació a finales de los sesenta en Donosti/ San Sebastián, pequeña ciudad del País Vasco reconocida desde hace décadas por su activa e influyente vida cultural. Allí conoció en su adolescencia a la letrista, bajista y cantante Teresa Iturrioz, con quien formó una dupla compositiva que desde entonces los tuvo juntos en bandas y hoy continúa con el dúo Single. Teresa colaboró con coros en dos tracks de Foto aérea y fue también quien dio nombre a los temas y al disco. “Al principio las canciones iban a llevar números, pero ella me convenció de no ponerla tan difícil”, confiesa Ibon, y agrega: “Me interesaba que la barrera entre música orgánica y electrónica no estuviera tan definida, y a la vez quise trabajar sobre el tempo de las canciones, me aburre bastante que en mucha música actual todo el mundo pareciera estar grabando con claqueta, algo que me deja una sensación mecánica, como de cadena de montaje. Los medios para grabar música están en todos lados pero es como si conseguir un sonido profesional se hubiera vuelto más importante que experimentar, que al fin y al cabo es el lujo que podemos permitirnos cuando grabamos en casa”.
Esa fascinación por las melodías elaboradas desde una visión alejada de fórmulas convencionales estuvo presente en Ibon desde sus comienzos a mediados de los ochenta, cuando junto a Teresa en bajo y letras, Jone Gabarain en voz y Peru Izeta en batería formaron Aventuras de Kirlian, grupo con influencias del punk y las melodías contagiosas del twee pop británico. En 1991, tras dejar de ser considerados por su discográfica, decidieron renovarse: agregaron a Gorka Ochoa en batería, Peru pasó a ser segunda guitarra y se rebautizaron con el nombre Le Mans. “Con Teresa nos conocimos en un recital en el 85, ella tendría quince y yo dieciséis, y ese mismo día me propuso formar un grupo”, recuerda Ibon. “Yo todavía no sabía tocar ningún instrumento pero ella ya se había comprado un bajo de segunda mano. Éramos fans de grupos locales, gente de nuestra edad como La Insidia, grupo del que más tarde salió Family, y al poco tiempo formamos Aventuras de Kirlian y empezamos a tocar junto a ellos en salas para doscientas personas. Veníamos de esta cosa del punk y la movida madrileña donde la técnica no era importante, bastaba con tener ideas y un poco de atrevimiento, y todo eso resultó en una escena pequeña pero muy buena para la música en Donosti”.
Aquella movida impulsada por un puñado de adolescentes creció hasta dar lugar a lo que en los noventa se conocería como Donosti Sound, una escena que además de Le Mans contó entre sus filas con grupos como La Buena Vida o Family, banda esta última de un solo y fantástico disco liderada por el diseñador gráfico e ilustrador Javier Aramburu, creador también de la tapa de Foto aérea y otras muchas entre las que se destacan la de El cantante de Andrés Calamaro y todas las de Los Planetas o Le Mans. En nuestro país la repercusión del Donosti Sound tuvo su punto más alto en el año 2000, cuando Suárez grabó un EP con cinco canciones de Le Mans. Y más acá en el tiempo, la cantautora platense Srta. Trueno Negro grabó en 2016 un excelente álbum titulado Sonido Donosti.
Tras la separación de Le Mans en 1998, Ibon se abocó a producir a otros artistas y grabó dos discos solistas en los que dio un vuelco completo a su sonido. En 2005 volvió a juntarse con Teresa para dar forma al dúo Single, proyecto con el que se reinventaron a lo largo de tres trabajos, Pío pío (2005), Monólogo interior (2010) y Rea (2014): “Con Teresa somos de quitarle hierro a lo que hacemos, las cosas pomposas que se piensan a sí mismas como importantes nos fastidian un poco”, afirma el guitarrista. Foto Aérea fue anunciado a comienzos de este año a través de un magnífico video de corte dadaísta, una suerte de partitura en imágenes de la pieza central del álbum: “Creo que en mis discos solistas tiendo más a la psicodelia”, asegura Ibon, y concluye: “En general me gusta la fantasía, esa sensación de algo que te lleva a algún lado. Y si bien en un momento pierdes de vista si lo que estás haciendo es asequible o no, cuando la gente me ha dicho ‘Oye, es un disco que se disfruta’ me he alegrado mucho. No quiero hacer algo difícil ni algo que se admire, lo que me hace ilusión es eso: que se escuche y se disfrute”.