Independiente retomó la senda de la victoria ayer por la tarde tras superar a Newell’s por 1-0 como visitante y volver a ubicarse en puestos de clasificación para la próxima Copa Libertadores. “Ganar es terapéutico pero tenemos que ir partido a partido”, consideró Ariel Holan tras el encuentro. El elenco de Avellaneda venía de caer con Defensa y Justicia en la última jornada y frente a Corinthians, como local, por el certamen continental. Para los rosarinos, que venían de ser derrotados por Boca en la Bombonera, el traspié significó el fin de una racha de tres triunfos seguidos como local desde la asunción de Omar De Felippe.
Independiente mostró dos caras en la húmeda tarde rosarina ante la presencia de unos cuatro mil hinchas rojos, los primeros visitantes en pisar el Coloso del Parque en aproximadamente cinco años. Cuando se encontraron en ataque, los de Holan mostraron su mejor versión. Esta dejó su marca sobre el final del primer tiempo tras una combinación entre Martín Benítez y Maximiliano Meza que finalizó con una gran habilitación de sombrero del primero para el uruguayo Gastón Silva, quien remató de volea con su pierna menos hábil (la derecha) y, con desvío incluido en el defensor Fabricio Fontanini, se la ubicó abajo junto al palo a Nelson Ibáñez para poner el único tanto del encuentro.
La contraparte roja fue la labor defensiva. Cuando sus atacantes perdieron la pelota, el retroceso se hizo complicado para los de Avellaneda y, con la posesión en su poder, Newell’s mostró su versión más digna. Sin embargo, poco pudieron lastimar los juveniles rosarinos a un rival de mucho mejor presente y un, aún más, vasto presupuesto.
Si la diferencia fue mínima en el resultado se explica por la falta de eficacia de Independiente, que desperdició numerosas situaciones de gol. Tanto fue así que, sobre el final, lo tuvo Juan Sánchez Miño pero prefirió pegarle al arco y tirarla afuera en lugar de habilitar a Emanuel Gigliotti. Minutos después, idéntica situación protagonizó el Puma, quien hizo una de más y se “devoró” el mano a mano con Ibáñez en vez de pasársela a un triste y solitario Nicolás Domingo que sólo tendría que haberla empujado con el arco de frente.