El presidente brasileño, Michel Temer, fue escrachado ayer en la ciudad de San Pablo cuando acudió a visitar los escombros de un edificio de 24 pisos que se derrumbó a causa de un devastador incendio.
Durante la mañana, el mandatario se acercó al lugar de los hechos. Sin embargo, apenas bajó de su auto, los moradores del rascacielo, comenzaron a gritarle “golpista”, y le arrojaron objetos. Temer se fue a los pocos minutos. Antes de marcharse dijo: “No podía dejar de venir, a pesar de estas manifestaciones, pues estaba aquí y quedaría muy mal que no me acercara a dar mi apoyo a aquellos que perdieron sus casas”.
El incendio en el edificio ubicado en Largo do Paissandu, en el centro de San Pablo, hizo que la construcción se derrumbara y causó la muerte de al menos una persona y numerosos heridos. El predio que colapsó había pertenecido antiguamente a la Policía Federal, pero ahora estaba tomado por aproximadamente 150 familias.El fuego se inició poco después de las dos de la madrugada (hora local) en el quinto piso al parecer tras una explosión de gas, indicó el diario brasileño Folha de Sao Paulo. Las llamas consumieron el edificio hasta que de golpe colapsó. Las imágenes lo mostraban reducido a una pila humeante de escombros.
“El predio cayó: pareció un tsunami”, decribió María Aparecida de Souza, que vivía en el cuarto piso. “No me dio tiempo de llevarme nada”, agregó.
Según la versión del periódico local O Globo, la persona que falleció estaba siendo rescatada con una cuerda de acero cuando el edificio se vino abajo. Antes, los bomberos habían comunicado por Twitter que un residente del rascacielo estaba pidiendo ayuda desde el último piso.
Bruno Covas, alcalde de Sao Paulo, quien se apersonó en el lugar, destacó que 191 personas que vivían en la zona afectada ya habían sido reubicadas en diversos refugios de la ciudad. El gobernador del estado de Sao Paulo, Márcio França, por su parte, manifestó: “No existía la menor condición para vivir ahí. Las personas estaban desesperadas. Esto fue una tragedia anunciada”. De acuerdo con el funcionario, existen en Sao Paulo por lo menos 150 inmuebles ocupados irregularmente, aunque muchos de ellos son particulares. “Este tipo de sub-habitación no tiene solución, estas personas deben ser removidas de donde están”, remarcó.