Brasil ya ha vivido situaciones históricas increíbles, extraordinarias, pero a lo mejor ninguna como esta. Un primero de mayo con las 7 centrales sindicales unidas, por primera vez desde la campaña por las elecciones directas, en 1984, al final de la dictadura militar, pero sin Lula. Después de que Lula haya protagonizado a todos los primeros de mayo en Brasil desde hace medio siglo.
Lula no estuvo presente físicamente, pero como nunca se sintió su presencia. Fue el centro de todas las movilizaciones en Brasil y por el mundo se peleó por la libertad de Lula. Con Lula ahí cerca, a pocos metros, pero sin ser visto, se escuchó el más fuerte “¡Buen día, Lula!” desde su detención, coreado por decenas de miles de personas que han venido de varias partes de Brasil, para empezar el día saludando a Lula.
Una situación absurda, en que un proceso inventado, sin crimen ni pruebas, pone en la cárcel de la Policía Federal de Parana al mas grande líder político de la historia de Brasil, que recibe la solidaridad de cientos de manifestaciones de todas partes del mundo, que piden “Free Lula”, deja a Lula fuera de la manifestación, aislado en su celda, viendo tan solamente a sus abogados y a sus parientes (la semana pasada pudo ver su bisnieta, Analua).
Curitiba fue el escenario de la mayor manifestación de la historia de ciudad, que antes era el reino de Sergio Moro. Esta vez una gran concentración a la salida del aeropuerto consagraba a Curitiba como la capital mundial del “Lula Libre”.
Lula ha empezado a mandar mensajes casi a diario, por escrito, primero al PT y a sus militantes, después al MST, a la CUT, a la FUP (Federación de los Petroleros). El anterior había sido sobre el atentado al campamento. Los mensajes son leídos por la presidenta del PT, la senadora Gleisi Hoffmann, publicados por toda la prensa alternativa y reproducidos para millones de personas.
Esta vez el mensaje de Lula fue especial, porque fue dirigido directamente al pueblo trabajador y a sus centrales, concentrados en Curitiba para pedir su libertad, confirmando la capacidad de unificación del movimiento popular que solo Lula tiene.