En los últimos días, tomó estado público la negativa del gobierno de Donald Trump a apoyar el ingreso de Brasil a la OCDE y su apoyo a la Argentina. La venia de la administración norteamericana a la Argentina responde a que nuestro país sí contaría con el “respaldo electoral” suficiente como para sostener el proceso de reformas estructurales. Este affaire es apenas uno más en la saga de desencuentros entre Estados Unidos y el Secretario General de la OCDE, Ángel Gurría, que ha llevado a este último a pedir a Mauricio Macri que interceda ante Trump para que revea su decisión respecto de Brasil.
Actualmente hay seis países candidatos a ingresar a la OCDE. De América latina, Argentina, Perú y Brasil, y de Europa, Rumania, Croacia y Bulgaria. Brasil posee el carácter de “socio estratégico” de la OCDE desde el año 2007, categoría de relacionamiento creada como parte de un programa de “compromiso ampliado” lanzado por el organismo para acercarse a las principales economías emergentes. Perú, por su parte, cuenta con un Programa País desde 2014, y los tres candidatos europeos son miembros de la Unión Europea, por lo que desde un comienzo cumplen al menos con los estándares comunitarios.
Aún se requiere la conformación de un consenso respecto a si el Consejo de la OCDE se inclinará por el ingreso o no de los seis países, y de la secuencia que se seguirá. A la negativa estadounidense ante la mera posibilidad de discutir la candidatura de Brasil, se suman visiones divergentes entre los países asiáticos y Europa respecto al nivel actual de representación europea en el organismo.
El pasado 27 de marzo, en una reunión cerrada que mantuvieron autoridades argentinas y funcionarios de la OCDE en París, el Secretario Gurría solicitó directamente a la Vicepresidenta Michetti una intervención de Macri ante Trump para que este revea su postura ante un eventual ingreso de Brasil. Sólo de esta manera, expresó Gurría, se destrabaría el acuerdo con respecto a la cantidad de países a invitar. Agregó además, y este es un dato no menor, que el Ministro de Hacienda de Brasil, Henrique Meirelles, se postularía en breve como candidato a la presidencia de la Nación, lo cual debería ser visto como una prueba del compromiso del país vecino a reafirmar el rumbo de reformas neoliberales iniciado por Temer.
La Argentina no sólo se comprometió a prestar sus “buenos oficios” ante el mandatario norteamericano, sino que, según fuentes de Cancillería, Michetti destacó el aporte fundamental que la OCDE puede realizar a nuestros países en la batalla emprendida contra el “populismo y la demagogia”. Considerando que, hasta el momento, todas y cada una de las recomendaciones emanadas de la tecnocracia parisina han demandado profundizar la liberalización comercial, desregulación financiera, flexibilización laboral y ajuste previsional, no hace falta ahondar mucho para inferir qué entiende el macrismo por “populismo”. Tampoco resulta difícil concluir que, lejos de buscar la tan declamada “inserción inteligente” en el mundo, el ingreso a la OCDE es un resorte pensado fundamentalmente para dar forma al Estado neoliberal que en los años 90 moldearon el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
A pesar de todo este juego de intrigas, es factible que entre finales de abril y mediados de mayo la Argentina reciba finalmente la invitación a iniciar su proceso de acceso a la OCDE. Con vistas a ello, Cambiemos ya ha iniciado los trámites para suscribir los dos instrumentos clave de la Organización: el “Código de Liberación de los Movimientos de Capitales” y el “Código de Liberación de Operaciones Corrientes Invisibles”. Dichas normativas podrían condicionar y hasta neutralizar, para la posteridad, la capacidad del Estado para definir políticas macroeconómicas soberanas, y establecer marcos de supervisión y regulación financiera -todo ello en un país que desde el vamos ocupa los puestos más altos en el ranking de fuga de capitales-. Neoliberalismo en su expresión más acabada, si (aún) cabe alguna duda.
* Docente-investigador de la UNQ / Secretaría de Relaciones Internacionales de la CTA-T.