Derecho, Administración, Contabilidad, Medicina, Psicología y Enfermería fueron las carreras más elegidas por los estudiantes durante 2016. Así lo expresa el último relevamiento de datos publicados por la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) del Ministerio de Educación de la Nación.
Desde hace varios años, Derecho viene liderando el grupo de carreras más elegidas y durante 2016 el panorama no se alteró: con 44.127 ingresantes encabezó el listado de las alternativas preferidas por los argentinos. El segundo lugar en el podio lo ocupa Administración con 32.322 nuevos inscriptos y el tercer lugar Contabilidad con 25.843 alumnos.
La carrera de Medicina también sigue siendo una opción valorada. En 2016, ingresaron 23.437 estudiantes y se convirtió en la cuarta más elegida. Psicología y Enfermería son otras de las ofertas educativas más preciadas ocupando el quinto y sexto puesto: 22.305 alumnos se inscribieron en la primera y 21.122 en la segunda.
Las estadísticas nacionales indican que la elección de los estudios universitarios no sufrió demasiadas modificaciones durante los últimos años. En términos generales, el 38% de los nuevos inscriptos optaron por carreras de la rama Ciencias Sociales, el 22,4% por Ciencias Aplicadas, el 19,5% por Ciencias Humanas, el 16,5% por Ciencias de la Salud y el 2,8% por Ciencias Básicas.
Carreras tradicionales o carreras demandadas por la comunidad
Sabemos que el mundo del trabajo está en permanente cambio y requiere nuevas profesiones. Sin embargo, los jóvenes siguen optando por las carreras tradicionales, tal como se elegía en el siglo XX. A pesar de que el universo laboral requiere cada vez más profesionales vinculados con las áreas científicas y tecnológicas, los argentinos siguen eligiendo formarse en aquellas carreras que parecen ser menos demandadas por la comunidad.
María Catalina Nosiglia, Secretaria de Asuntos Académicos de la Universidad de Buenos Aires (UBA), señala que existen múltiples causas que determinan las elecciones de los estudiantes y una está vinculada con el hecho de que “las carreras tradicionales aparecen ofertadas por más cantidad de universidades y suelen tener una cobertura geográfica más extensa; mientras que aquellas carreras que pueden considerarse estratégicas, son más costosas en términos de infraestructura y se localizan en los principales centros urbanos.”
Por su parte, María Fernanda Di Meglio, investigadora de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN), también ofrece pistas para abordar las razones por las que se siguen eligiendo carreras tradicionales a sabiendas que el mundo laboral actual demanda otros saberes: “Además de la falta de conocimiento sobre la amplia oferta educativa existente, (…) incide la tradición educativa argentina que mantiene a grandes rasgos una impronta profesionalista. En particular, estas carreras siguen siendo consideradas un modelo de éxito profesional y personal”.
A su vez, Nosiglia agrega que los alumnos “cuentan con poca información acerca de las transformaciones futuras del trabajo que requerirá de otros perfiles más polivalentes y de otras carreras que aún no existen”.
La articulación entre el nivel primario, secundario y superior también parece ser un factor fundamental a la hora de reflexionar acerca de las elecciones que realizan los estudiantes. En este sentido, Alberto Dibbern, miembro de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU), advierte que “la falta de preparación en los conocimientos de las áreas más duras en la formación previa hace imaginar mayores dificultades y mayor esfuerzo, sumado al escaso conocimiento sobre la utilidad de lo no tradicional: ¿cuántos jóvenes que finalizan el secundario conocen la aplicación de la Geofísica o la Geología?”.
En la misma línea, Nosiglia explica que “los estudiantes tienen desempeños académicos heterogéneos durante su trayectoria de la educación secundaria y no siempre se destacan en las asignaturas vinculadas a las ciencias básicas. Y justamente éstas son las que mayor peso tienen en las carreras estratégicas. La elección está condicionada en gran medida por aquellas disciplinas que le resultaron más asequibles”.
En tanto, Di Meglio agrega que, “si bien desde el ámbito universitario se han implementado distintos programas y becas para promover las carreras vinculadas a las áreas científicas y tecnológicas estratégicas del país (…), es preciso trabajar desde la escuela primaria y secundaria la formación de vocaciones en ciencias básicas y aplicadas, reforzando los contenidos en esas áreas, y de manera articulada con la universidad”.
Una tendencia mundial
A pesar de que el total de inscriptos no es despreciable si se suman todas las ramas de Ciencias Aplicadas, Ciencias Básicas y Ciencias de la Salud, sigue siendo un porcentaje menor en comparación con el total de ingresantes a las carreras de Ciencias Sociales y Ciencias Humanas. El primer grupo suma un total de 201.782 ingresantes, mientras que el segundo asciende a 281.991.
Con respecto a estos números, Dibbern señala que no existe ningún país donde esta tendencia no ocurra y destaca que, “de acuerdo con el informe del Instituto de Estadísticas de la UNESCO de 2016, Gran Bretaña tiene 29% de egresados en Ciencias Sociales y 9% en Ingenierías, Corea 23% y 22%, España 27% y 14%, Australia 40% y 7%, Canadá 34% y 12%, Argentina 34% y 7%, Brasil 40% y 8% y Chile 27% y 14%.”
De todos modos, Dibbern propicia un escenario alentador y concluye: “El camino que debemos seguir recorriendo es el de aumentar el número de egresados que, entre 2007 y 2016, aumentó el 44%. Creo que ese debe ser el camino principal a seguir, en conjunto con la difusión y el conocimiento de la utilidad de las carreras no tradicionales”.