El arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, aseguró que el juicio contra el cura Justo José Ilarraz, acusado de haber abusado de siete niños de entre 10 y 14 años, le “hace mucho daño” a la Iglesia y pidió “que el juicio termine cuanto antes”. Puiggari es uno de los citados a declarar, pero no irá a los tribunales ya que se amparó en la figura del Código Procesal Penal entrerriano que le permite “un tratamiento especial” por ser “alto dignatario de la Iglesia”, por lo que podrá declarar “mediante informe escrito”.
En declaraciones al portal Ahora, el arzobispo paranaense indicó que “evidentemente todos estamos deseando que termine cuanto antes” el juicio.
En ese sentido, indicó que el proceso judicial “hace mucho daño” y solicitó que cuando finalice “se pueda clarificar todo y haya justicia”. “Ahora hay que rezar y acompañar a mucha gente que está sufriendo”, dijo Puiggari, quien consideró que “hay que esperar” la determinación del jurado que integran Alicia Vivian, Carolina Castagno y Gustavo Pimentel en el juicio oral y a puertas cerradas. Finalmente, sostuvo que “antes del juicio hice declaraciones y ahora hay que hacerlas en Tribunales, como corresponde, y después de eso vamos a hablar”.
El juicio continuará hoy con las testimoniales de Damián Stamm; Víctor Hugo Piedrabuena; Oscar Daniel Dupuy; Alejandro Pablo Revilla; el cura Eduardo Rafael Jacob; y los sacerdotes Ramón Estanislao Zapata y Javier Eduardo Balcar. Para mañana se espera la declaración del cardenal emérito Estanislao Esteban Karlic, de 92 años, pedida por la querella y aprobada por una junta médica.
El lunes 7 las víctimas realizarán una inspección ocular para demostrar no sólo cómo se realizaban los abusos, sino también cómo las vejaciones ocurrían a 30 centímetros del cuarto donde dormía el arzobispo Puiggari. Para la querella, las vejaciones repetían un patrón de conducta y sucedían, en la mayor parte de los casos, en su dormitorio y en los baños del seminario, a excepción de uno de los testigos que reveló que fue llevado a un departamento donde fue violado por Ilarraz.
Una de las víctimas confió que los cuartos de los sacerdotes estaban divididos por mampostería “y por las noches el padre L.J. iba a la puerta de Ilarraz para pedirle que no hiciera tantos escándalos” en alusión a los ruidos que se producían en su habitación.
Suspendido por la Iglesia en 2012, Ilarraz es acusado por promoción a la corrupción de menores agravada por su condición de guardador y guía espiritual.