Desde Santa Fe

Es un juicio histórico, el número trece en Santa Fe por delitos de lesa humanidad, pero el primero en el país que juzga a mandos de la Gendarmería por terrorismo de estado en la cárcel de Coronda, por la que pasaron más de mil presos políticos en los años aciagos. El Tribunal Oral comenzó a escuchar ayer los alegatos de la acusación a los dos imputados: los ex comandantes Juan Angel Domínguez y Adolfo Kushidonchi, quienes dirigieron el penal durante la dictadura porque el tercero, Octavio Zirone, falleció en 2014, treinta años después de iniciarse la investigación, en 1984. Los abogados de la querella, Lucila Puyol y Guillermo Munné, expusieron la mitad del alegato que concluirá hoy cuando pidan a los jueces María Ivón Vella, José María Escobar Cello y Luciano Lauría que hagan "justicia" y condenen a los dos gendarmes a "prisión perpetua" por "homicidios calificados" y "tormentos" en "el marco del genocidio perpetrado" en la Argentina. Después, seguirá el alegato del fiscal Martín Suárez Faisal y el veredicto se conocerá el viernes próximo, 11 de mayo.

La audiencia fue acompañada por una radio abierta de "El Periscopio" ‑la asociación que representa a los ex presos de Coronda‑, que se instaló en la vereda del Tribunal y entrevistó a los políticos que se convocaron, entre ellos el ex gobernador y presidente de la Cámara de Diputados Antonio Bonfatti, sus colegas del Frente Progresista, Alicia Gutiérrez y Julio "Paco" Garibaldi, la ex vicegobernadora Griselda Tessio, las diputadas nacionales del PJ Josefina "Tana" González y Silvina Frana, el concejal Juan Cesoni, un histórico de la CTA -Victorio Paulón- y el secretario general de ATE, Jorge Hoffmann, quien firmó la primera denuncia, en 1984. Después, en la sala del juicio, Tessio se ubicó entre el público, cerca del presidente del Partido Justicialista, Ricardo Olivera, los diputados provinciales Roberto Mirabella y Patricia Chialvo y los ex diputados Orlando Barquín y Marcela Aeberhard, concejal de Santa Fe.

Hoy, en la segunda parte del alegato, Puyol y Munné pedirán la condena, pero también que el Ministerio Público investigue otros crímenes y represores denunciados en el juicio. Los imputados escucharán detrás de un televisor porque desde el arranque Domínguez sigue el debate por video conferencia en Salta, y ayer Kushidonchi alegó razones de salud y pasó del banquillo al subsuelo, donde hay un TV y puede escuchar y ver el debate, pero desde lejos. En la sala sólo quedaron los abogados defensores.

Puyol y Munné explicaron que la cárcel de Coronda operaba como una maquinaria del terrorismo de estado en el período 1976‑1979 en el que fue intervenida por la Gendarmería y se sucedieron al mando Zirone, Domínguez y Kushidonchi. "Más de 1.000 personas sufrieron el encierro y el tratamiento desplegados en los pabellones destinados a los perseguidos políticos durante todos esos años", dijo la abogada. En el juicio declararon unos setenta testigos y sobrevivientes, entre ellos Paulón, el ex ministro de Salud de la Nación Daniel Gollán y el ex diputado nacional del PJ Eduardo Seminara.

"El conjunto de vejaciones y tormentos" que padecieron los presos políticos buscaba su desplome «físico y psíquico» y «la destrucción de sus vínculos y de toda forma de organización colectiva» para someterlos y quebrarlos. Un régimen de tormentos que podía empujarlos a la muerte o el suicidio", señaló Puyol. Y recordó el testimonio de uno de los ex detenidos, Sergio Ferrari, quien en setiembre de 1978 quedó cara a cara con Kushidonchi, que se le burlaba por su situación y le dijo: "De acá no te vas más. De acá, te vas loco o muerto". Eso lo marcó a Ferrari "para toda la vida" y "enuncia" las "prácticas de tormentos y homicidios". 

"Sobre esta amenaza fatal a la subjetividad", la querella mencionó el testimonio de otro ex preso político, Francisco Sobrero, quien declaró que "el aislamiento llevaba a la locura" y dijo que se enteró de los "suicidios" cuando "se liberaron las condiciones en la cárcel, en 1979 y 1982. Cuando el cuerpo se afloja viene la expansión de la locura o el suicidio".

El ex ministro Gollán también recordó un diálogo con Kushidonchi, similar al de Ferrari: "Me dijo que no dejaba de pensar como subversivo. Me quedó grabado. Venían a quebrarnos política, ideológica y moralmente. Como no lo lograban lo hacían cada vez peor".

El juicio ‑planteó la querella‑ logró probar que en la cárcel de Coronda operaba un "régimen de exterminio" de los presos políticos de la dictadura que "sufrieron en sus cuerpos las privaciones, prohibiciones, hostigamientos, vejaciones y tormentos más extremos" de la maquinaria que dirigían Zirone, Domínguez y Kushidonchi.