“Una propuesta loca y trepidante”. Así define Joan Anton Rechi su idea en torno a la nueva producción de L’italiana en Algeri, la ópera de Gioachino Rossini que tendrá seis funciones desde hoy en el Teatro Colón, con Antonello Allemandi al frente de la Orquesta Estable y dos elencos de cantantes, el principal encabezado por la mezzosoprano Nancy Fabiola Herrera. Se trata de una coproducción entre el Colón, la Quincena Musical de San Sebastián y el Festival San Lorenzo del Escorial de Madrid.
La historia de Isabella, la muchacha italiana que llega a Argelia para liberar a su prometido Lindoro, prisionero del bey de Argel Mustafá que a su vez está aburrido de su esposa Elvira y anda con ganas de conocer a una joven italiana, tendrá una puesta fuera de lo común. En el primer elenco, que actuará el viernes 4, miércoles 11 y viernes 9 a las 20 y el domingo 6 a las 17, Nancy Fabiola Herrera hará el papel de la enérgica Isabella, Xabier Anduaga será el desprovisto Lindoro, Nahuel Di Pierro interpretará al descocado Mustafá y Oriana Favaro será la pobre Elvira. Actuarán además Damon Ploumis como Taddeo, un viejo italiano también tío de Isabella; Mariana Rewerski como Zulma, la confidente de Elvira, y Luis Gaeta como Haly, capitán de los corsarios de Mustafá. Las funciones del sábado 5 y jueves 10 a las 20, estarán a cargo de un elenco encabezado por Florencia Machado, Santiago Ballerini, Ricardo Seguel y Rocío Giordano, además de Omar Carrión, Monserrat Maldonado y Luciano Miotto. El diseño de escenografía es de Claudio Hanczyc, el de vestuario de Mercé Paloma y el de iluminación de Sebastián Marrero. “Será una ópera para reír a carcajadas y lo digo con plena convicción, porque para esta idea osada cuento con la complicidad del reparto, con el que estoy encantado”, asegura Rechi, director de escena experimentado en cuestiones rossinianas –en 2008 fue premiado en Alemania por su puesta de El Barbero de Sevilla–, hombre de teatro los que sabe que entre las plateas y los gallineros de los templos melodramáticos puede circular mucho más que sonrisas de solemnidad lírica. “El de Rossini es un lenguaje que me gusta mucho, lo siento de alguna manera cercano a mi sentido del humor y en este caso traté de conectarme de una manera osada que reinterpreta su espíritu”, agrega Rechi.
Rossini compuso L’italiana en Algeri por encargo del Teatro San Benedetto de Venecia, donde se estrenó en 1813, a partir de un libreto de Angelo Anelli. “Nunca una ciudad había gozado tanto de un espectáculo tan afín a su carácter”, supo decir Stendhal de aquel estreno veneciano de una ópera que definió como “una locura organizada”. El tema del mundo árabe, del “rapto en el serrallo” como expresión de lo otro, lo distinto, lo exótico, sirvió como argumento a dramas y comedias, desde Eurípides hasta Mozart. A principios del Siglo XIX, a esa tradición se sumaba el caso verdadero de una dama de Milán raptada y llevada a la corte de bey de Argel, que tuvo gran resonancia en la prensa italiana y que podría haber sido incentivo para el libreto de Anelli. “Yo elegí trasladar la acción al Siglo XX, al período de entre guerras. Ese fue un período de cierto esplendor en el norte de África, a partir de los europeos que teniendo en cuenta la inestabilidad de Europa se instalaron desde Argelia hasta Marruecos. Un poco lo que vemos en la película Casablanca. Pero como soy un hombre de teatro y me gusta darle la vuelta a todo, pensé además en una de esas compañías de revistas europeas que por entonces daban vueltas por ahí y de pronto me pregunté ¿qué pasaría si lo hiciéramos como una compañía de revistas que está de gira representando La italiana en Algeri?”, explica Rechi. El juego del teatro dentro del teatro y la estética del teatro de revistas no están lejos de la ópera rossiniana, articulada en números cerrados de gran dinámica sensitiva. “Eso es muy revistero, además también la revista tenía esa idea de lo exótico, con números orientales o árabes. Jugamos sobre eso con pequeños desajustes teatrales, por ejemplo Mustafá es una especie de empresario de la revista. Hay muchos niveles de lectura, pero siempre con diversión, con desenfado. Todo parte de la música, con esos números de conjunto tan bien articulados por Rossini, que son piezas de relojería, engranajes donde todo cuadra de manera particular y que requieren un trabajo muy preciso para poder armarlos sin perder la magia”, anticipa Rechi que además encuentra en Isabella un personaje de una fuerza femenina extraordinaria, una recurrencia en varias de las heroínas rossinianas, como Rosina en el Barbero de Sevilla o Angelina de Cenerentola. “En un mundo de mujeres sumisas, como es Elvira, Isabella muestra el carácter italiano de mujeres peleonas. Mientras Lindoro no hace más que lamentarse, Isabella es la que toma las decisiones y controla la situación con armas femeninas. Es genial que dentro de una ópera bufa haya un personaje tan shakesperiano, parecida a Viola de Noche de Reyes o a Rosaura de A vuestro gusto, mujeres que toman al toro por las astas y deciden el propio destino”, agrega el director andorrano formado en Barcelona.