Hay pequeñas lucecitas que brillan en el mar de libros que habitan en el predio de La Rural. Cada vez se ven más y mejor. El camino es lento; pero ganan espacios a fuerza de creatividad, empeño y pasión por publicar y articular con los otros. En tiempos de visibilización de voces antes periféricas o apenas audibles en la 44° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires las pequeñas editoriales –”las independientes”, como se las suelen llamar– forman un ejército de avanzada, una intensa minoría que consigue que lo que sucede en la Feria sea más interesante. Vuelven a esta edición más atrevida y arriesgada. Hay editoriales que están por primera vez, como las que se agrupan en la distribuidora platense Malisia, Gog & Magog y el colectivo rosarino La Fer. Los colectivos reunidos en los 7 Logos, Todo libro es Político, La Coop, La Sensación y Sólidos Platónicos, entre otros, se consolidan. Todos quieren que sus catálogos sean más conocidos y necesitan, en tiempos de crisis, “salvar los trapos”, vender más o menos lo mismo que el año pasado y que las ventas no caigan más.

Pequeñas lucecitas

En el Pabellón Amarillo se encuentra el NuevoBarrio, que en esta edición incluye a doce expositores que debutan en La Rural: el sello de Perú Estruendomudo, la editorial madrileña Funambulista, la chilena Hueders, La Fer, que aglutina a varias editoriales de Rosario; Madreselva, Wu Wei y Absentha Libros, Gog & Magog, Dedalus Editores, Malisia de La Plata, Del Dock, La Luminosa y Sudestada. En Malisia –integradas por las platenses Club Hem, Eme, Pixel, Malisia y FA Editora– están atendiendo dos de sus editores, Francisco Magallanes de Club Hem y Malisia, y Agustín Arzac, de Eme. “Somos cinco editoriales pequeñas de La Plata, donde somos todos trabajadores. Intentamos aprovechar al máximo esta posibilidad, incluso invitando a nuestras autores a que lean en el stand”, comenta Magallanes a PáginaI12. “Queremos traer el espíritu con el que trabajamos en La Plata, donde tenemos una casa en la que suceden muchas cosas: hacemos presentaciones de libros, charlas, lecturas, debates y hasta intervenciones artísticas en la calle. Venimos a la Rural con nuestra impronta, con la forma en que nosotros entendemos el mercado y cómo ingresamos de una manera muy pequeña en él. El mercado está muy monopolizado por algunos sellos; hay un pequeño lugarcito, una pequeña lucecita por donde ingresamos las independientes. Dentro de las independientes, podríamos diferenciar las que tienen un capital previo para desarrollar la editorial, y aquellos que el único capital con el que contamos es nuestro trabajo, teniendo en cuenta la autoexplotación sobre nuestro propios cuerpos para poder llevar adelante el proyecto -explica Arzac-. Hay un mercado pequeño que está atento a las publicaciones de editoriales como las nuestras. Y tratamos de no pisarnos y de encontrar nuestro perfil para distinguirnos un poco. Hacemos un fuerte hincapié en los autores locales de La Plata, que durante muchísimo tiempo tuvieron que venir a editar a Buenos Aires porque no tenían una casa editorial que los pudiera contener”.  

Magallanes advierte que estos espacios colectivos, en NuevoBarrio y en la Feria en general, transmiten “algo más cercano a lo que sucede en el circuito de la literatura argentina, que está representada en gran parte por las editoriales chicas”. Desde las Jornadas Profesionales del martes pasado hasta el domingo por la noche, vendieron en seis días unos 70.000 pesos. Uno de los libros más vendidos del stand es Vigo. Arte, política y vanguardia, de Ana Bugnone, sobre al artista vanguardista platense Edgardo Antonio Vigo (1928-1997), a 350 pesos. “Él era un trabajador del Correo Argentino y en el momento en que desaparecen a su hijo, Palomo, se contactó con todos los artistas del mundo a través de cartas y armó un dispositivo con el formato cartas”, cuenta Arzac. También se venden muy bien la colección “Popova”, una serie de títulos feministas y disidentes de la editorial Pixel, que cuestan entre 100 y 125 pesos. De Eme lo que más salieron hasta ahora son las novedades: Casino Casa Grande, la primera novela de Mariana Muscarsel Isla, a 300 pesos. Y de Club Hem, Las brigadas, de Ariel Luppino, a 300 pesos. Malisia distribuidora cumplió cinco años. La editorial “más vieja” es Pixel, que tiene nueve años; Eme, primero fue durante cuatro años revista, desde 2009, hasta que luego se volvió editorial. “La potencialidad de las editoriales se vio cuando empezamos a trabajar juntas y generar otros vínculos”, admite Magallanes y agrega que en el stand hay unos 200 títulos de las cinco editoriales.

En La Fer hay varios sellos de Rosario: Neutrinos, La Biblioteca Vigil, Nube negra, Perseverantes, Libros Silvestres, Editorial Municipal de Rosario, Ciudad Gótica, Serapis y BigSur. Patricio Bordes, de la Biblioteca Vigil, recuerda que se está recuperando la colección de literatura anterior a la intervención de la dictadura cívico-militar a la Biblioteca Vigil, y también la colección sobre derechos humanos, vinculada a la nueva etapa de la Biblioteca, que retomó la edición de libros en 2015. “Hemos recuperado la colección ‘Homenaje’, donde en su momento se publicó a Juan.L.Ortiz, José Pedroni, Juan José Saer, Hugo Gola, Francisco Urondo, autores que no son importantes, no sólo para nosotros desde el punto de vista provincial, sino para la literatura argentina”, destaca Bordes. Daiana Henderson, poeta entrerriana que vive en Rosario, dice que con Neutrinos sacó una colección de plaquetas en 2011 y desde entonces lleva publicados unos 36 títulos. La Biblioteca Vigil, desde 2015 cuando se relanzó la editorial con El fusilamiento de Penina de Aldo Oliva, lanzó 7 títulos. “Esta Feria nos sirve para hacernos algunas preguntas sobre qué significa editar libros. Como editora de poesía, no me gusta hablar en términos de resistencia porque es ponerte en un lugar de víctima, un lugar pasivo o débil. Nosotros hacemos libros donde lo primero es la literatura; nuestros libros son objetos muy cuidados. Nos gusta pensar el catálogo, los textos, como integrados en una conversación sobre literatura contemporánea -plantea Henderson-. Nos gusta pensar que cada texto tiene un sentido. Publicar poesía en este contexto es algo muchas veces irracional, sumamente intuitivo y muy necesario. Editar libros de poesía es casi una vocación. No podríamos no hacerlo”.

Entre los títulos de Neutrinos se destacan Muchos poemas de Roberta Iannamico (260 pesos), 40 watt, de Oscar Taborda (210 pesos) y Catulito, de Sergio Raimondi (210 pesos), deliciosas versiones rioplatenses de poemas de Catulo. Hasta el domingo a la noche habían vendido más de 100 libros. “La pregunta de qué significa editar para mí es equivalente a qué significa la lectura –aclara Bordes–. Nosotros trabajamos desde la periferia del mundo del libro porque nuestra capacidad de producción y de llegada es muy limitada, pero tenemos algunas orientaciones que dejó la Biblioteca en su momento. Tenemos que pensar en cómo llegar efectivamente a los lectores y para eso también hay que pensar qué necesitamos leer, qué estamos leyendo hoy como sociedad”. Bordes recomienda la Obra Completa de Rubén Sevlever, un poeta de la generación del 50, amigo de Juan José Saer, a 500 pesos; y El fusilamiento de Penina, de Oliva, a 280 pesos.

La escritora y editora Vanina Colagiovanni, de Gog & Magog, bellísima editorial de poesía, trajo 83 títulos al pequeño stand que tiene por primera vez en NuevoBarrio. La editorial nació en 2005 y en trece años ha publicado 101 títulos. El último es La línea del desierto, la poesía reunida de Alicia Genovese con sus diez libros. En un cuaderno lleva anotados los 105 libros que vendió, hasta el domingo a la noche. “Vinieron muchos libreros del interior a buscar nuestros libros. Uno de los más vendidos es La materia de este mundo de Sharon Olds y Los lugares donde una no está, la poesía reunida de Laura Wittner, pero también se vendieron los de Fabio Morabito, También Berlín se olvida y El idioma materno”, repasa Colagiovanni. El libro de Genovese cuesta 550 pesos (tiene casi 550 páginas), el de Olds está a 390 pesos, el de Wittner cuesta 340 pesos. En el stand hay ofertas de libros a 2 por 100 pesos con títulos de Carlos Godoy, Florencia Fragasso, Martín Armada, Laura Estrin, Martín Rodríguez, Miguel Ángel Petrecca, Laura Lobov y Karina Macció, entre otros poetas. Hay “rarezas” magogianas como El hombre cuya mano izquierda pensaba que era un pollo, de la británica Tiffany Atkinson (200 pesos); y A ciento ochenta grados, de la poeta argelina hasta ahora inédita Samira Negrouche (150 pesos). “Para nosotros esto es una oportunidad porque no podemos pagar un espacio solos por los costos que tiene la Feria. Gog & Magog es una editorial de nicho, muchos nos conocen y vienen a buscar nuestros libros, pero la mayoría de las personas que llegan a la Rural no tienen idea de que existe nuestra editorial. Mi expectativa es poder llegar a gente a la que nunca podríamos llegar”, agrega la editora.

Salvar los trapos

Diego Ravenna, librero de Todo libro es Político, stand colectivo que nuclea a El cuenco de Plata, Milena Caserola, Cactus, Traficante de Sueños, Tinta Limón, Hekht, Bajo la Luna, La Cebra y DocumentA/Escénicas, entre otros sellos, subraya que la feria arrancó bien. Ravenna tiene un puesto en la Feria de Plaza Italia y confirma que las ventas de libros han caído en los últimos dos años. “Hay mucha gente paseando que pregunta por los precios, pero no compra. Y nosotros tenemos libros de 125 pesos hasta 900 pesos. Yo no creo que sea una buena Feria. La Feria está como el país; se están encargando de hacer bolsa todo, incluido el mercado editorial, salvo los grandes grupos económicos como Planeta y Random House que zafan y encima les subvencionan a los escritores que traen. Todo bien con la narrativa de Paul Auster, pero se podría darle un poco de bolilla a otro tipo de escritores”, opina Ravenna. Uno de los libros que más se vendió en Todo libro es político es El Calibán y la bruja, de Silvia Federici, publicado por Tinta Limón (360 pesos). Como este libro estaba agotado, se reimprimió para la Feria 100 ejemplares y ya se vendieron todos. A partir del próximo viernes se podrá conseguir más ejemplares en el stand. Además se vendieron muy bien dos libros de Ioshua, poeta y militante de la diversidad que murió a los 37 años en junio de 2015, Los sentimientos y Campeón, los dos editados por Milena Caserola. “Hermoso libro”, define Ravenna a El viaje inútil, de Camila Sosa Villada, publicada por DocumentA/Escénicas (250 pesos), otro que figura entre los más vendidos de este espacio colectivo.

   Leandro Donozo, editor de Gourmet Musical, integra el colectivo Sólidos platónicos junto Aquilina, Wolkowicz, Fiordo, Libraria, Criatura Editora, Sigilo y Ediciones Godot, que se mudó del Pabellón Azul al Amarillo, en un lugar más amplio. “La Feria arrancó bien con las jornadas profesionales, pero fue dispar para algunas editoriales: algunas empezaron mejor, otras no tanto. Ahora necesitamos que se mantenga estable con el público. Los primeros días siempre son más flojos, hasta que a la gente le cae la ficha que empezó la Feria”, precisa el editor. “Esperemos que las ventas no caigan más. Como somos sellos chicos, las cosas pueden funcionar, más allá del bajón general. La idea es mantener los valores de ventas del año pasado, que eran bajos, pero estaban más o menos bien. Queremos crecer en los resquicios que se puedan. Ahora tenemos más espacio de exhibición, el lugar es más grande, y queremos que más gente conozca nuestros catálogos”. Entre los más vendidos en el stand se encuentran Stoner, de John Williams, publicado por Fiordo (390 pesos); El tigre en la casa, de Carl Van Vechten, editado por Sigilo (390 pesos) y las Historietas reunidas de Jorge Varlotta, de Mario Levrero, publicado por Criatura (890 pesos).

En el Pabellón Azul, exhiben sus catálogos en el colectivo La Sensación Blatt & Ríos, Mansalva, Caballo Negro e Iván Rosado por tercer año consecutivo. “En ventas arrancó mejor con las jornadas profesionales –afirma el escritor y editor Damián Ríos–. Mal o bien, nuestros libros están baratos en comparación con los alimentos y con otras tarifas porque nosotros hemos sostenido los precios. El gran misterio, el último de César Aira, está 190 pesos. Nosotros venimos a la Feria a salvar los trapos. Lo que sacamos en la Feria es más o menos el 8 por ciento de nuestra facturación anual. O sea que es un número significativo, importante. Lo que buscamos es mantenernos en ese rango, que es más o menos vender unos 600 libros durante toda la Feria”. Ríos trae a la feria con un puñado de novedades: Los lugares, de Elvio Gandolfo; los Cuentos completos de Lee Child, Los niños de Carolina Sanin y el número cien de Aira, El gran misterio. “Yo hago responsable al ministerio de Cultura de la Ciudad y de la Nación por lo que está pasando en el sector editorial. No hay una Ley del Libro ni un Instituto del Libro, tampoco se implementa la quita al IVA en el papel. Aunque en la inauguración protestaron los chicos de los profesorados, nosotros tenemos motivos suficientes para quejarnos por las faltas de políticas de los ministerios de Cultura. (Enrique) Avogadro y (Pablo) Avelluto tienen que dar explicaciones de por qué no están haciendo un montón de cosas”, concluye Ríos.