La Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) realizó la reconstrucción virtual de El Campito, uno de los centros clandestinos de detención que funcionó en Campo de Mayo durante la última dictadura cívico militar y que fue demolido a fines de 1978 para ocultar pruebas. El dispositivo ya fue utilizado como evidencia en una de las causas judiciales por delitos de lesa humanidad y la universidad seguirá trabajando en un proyecto de ley para la creación de un sitio de memoria en el predio.

Gracias al testimonio de los sobrevivientes y al trabajo de dos años de un equipo interdisciplinario de programadores, diseñadores, cientistas sociales, museólogos y estudiantes voluntarios, coordinado por la UNGS junto al grupo Huella Digital, hoy es posible visitar desde cualquier lugar del mundo un espacio histórico del que sólo quedan vestigios, y que aún no fue recuperado como sitio de memoria.

A la par de la Escuela de Mecánica de la Armada y La Perla, Campo de Mayo fue uno de los centros clandestinos de detención por los que pasaron más detenidos, y es al mismo tiempo uno de los que cuenta con menor cantidad de sobrevivientes identificados. Se estima que entre 3000 y 3500 prisioneros estuvieron en sus instalaciones, cuyos cimientos fueron encontrados por el Equipo Argentino de Antropología Forense en 2010.

La aplicación desarrollada en la UNGS, interactiva y en tres dimensiones, se puede ver en http://www.ungs.edu.ar/campomayo/campo-mayo.php. Reproduce la experiencia de una visita en primera persona, en la que el usuario puede desplazarse por los distintos sectores que compusieron el centro de detención, como los galpones –ex caballerizas– donde se retenía a los secuestrados, o el comedor donde se reunían los grupos de tareas y planificaban los operativos represivos, con el testimonio de los sobrevivientes como guía en cada sector. Detalles como el mate de los oficiales en la mesa, sus revistas apiladas y los recortes de diario pegados en la pared de su comedor ayudan a intentar la difícil tarea de sumergirse en la vida cotidiana de esos espacios que fueron parte del terrorismo de Estado.

“Es un testimonio de un horror que ha quedado invisibilizado, a pesar de que Campo de Mayo fue uno de los centros clandestinos de detención más grandes del país”, dijo a PáginaI12 la rectora de la UNGS, Gabriela Diker. “Es una manera de reconstruir ese espacio, no sólo a los fines de la transmisión de la memoria, sino también como forma de sostener judicialmente las causas que todavía están abiertas”, agregó. Además de contar con valor histórico y educativo, el proyecto aportará en los procesos de Justicia, y ya fue utilizado como prueba judicial por el abogado Pablo Llonto en uno de los juicios vinculados a Campo de Mayo.

La iniciativa resultó elegida por la comunidad educativa de la UNGS durante la votación de la asignación del presupuesto participativo de 2015, una modalidad de distribución de una parte del presupuesto que la institución lleva adelante todos los años.

El docente Francisco Suárez, que coordinó el proyecto junto a Virginia Vecchioli, explicó que uno de los mayores desafíos para lograr la reconstrucción fue localizar a los sobrevivientes del campo –son unas treinta personas–, que debieron indagar en sus recuerdos sobre los detalles del espacio en que estuvieron detenidos, una dimensión no tan trabajada en sus declaraciones sobre la experiencia.

La universidad, que se ubica a tres kilómetros del predio, seguirá trabajando junto a organismos de derechos humanos en la promoción de un proyecto de ley para la creación de un instituto de memoria dentro de la guarnición, luego de que en la apertura de sesiones del Congreso de este año el presidente Mauricio Macri anunciara que impulsará la creación de un parque nacional en al menos 5 de las 8 mil hectáreas del predio. Los organismos, que no fueron consultados al respecto, emitieron duras críticas al proyecto. “Antes de hacer cualquier cosa, hay que recuperar los sitios como espacios de memoria y darles visibilidad, además de recuperar todas las pruebas que se pueda”, aseguró Suárez sobre el proyecto.

Huella Digital es un equipo multidisciplinario dedicado al diseño y la realización de documentales interactivos con contenidos históricos y sociales, dirigido por el docente y dibujante Martín Malamud. El grupo también realizó la reconstrucción virtual de otros centros clandestinos, como ESMA y Club Atlético.

Informe: Inés Fornassero.