Se presentan como Amigos del Litoral, y desde esa idea que los enchamiga tanto con una región y con una música, como entre ellos mismos, grabaron un disco que así se llama. El gesto de Litto Nebbia, Los Nuñez (bandoneón y guitarra) y el percusionista Cacho Bernal, arroja resultados gratamente sorprendentes: una producción que suena tradicional y actual, que suma clásicos como “Posadeña linda” o “Puerto Tirol”, temas de autoría de Los Núñez y de Nebbia que se inscriben en esta geografía, otros que responden a otros territorios, y otros que se extienden hasta Brasil, con Milton Nascimento, Tom Jobim y Vinicius, o hasta una magnífica zamba de Hilda Herrera, en una gran versión. La producción editada por Melopea –esa gran criatura de Nebbia que está por cumplir treinta años– ya estuvo de gira, justamente, por el Litoral, y ahora se presenta en Buenos Aires. Será hoy a las 20 en la Usina del Arte (Caffarena 1), con entrada gratuita.
Ya de por sí, la idea de esta reunión de amigos se presenta seductora: por el lado de Los Nuñez (Juan Ramón, bandoneonista y compositor, y su hermano Marcos Alberto en guitarra), el Litoral viene ya dado por una vida vivida, es un paisaje que forma parte de la crianza. Pero al mismo tiempo aparece una mirada contemporánea, muy personal y precisa, sobre esa tradición. Por el lado de Nebbia, salta enseguida la idea del rock y aquello de “La balsa”. Sin embargo, en un recorrido más atento por su muy vasta obra, aparece más bien el impulso de un creador que siempre ha buscado expresamente abarcar la música, las músicas, con menos preconceptos que muchos del palo de rock. A esta reunión sumaron también a Cacho Bernal, percusionista que tiene más que incorporada la rítmica del Litoral, y que ya se ha juntado en otras oportunidades con estos “Amigos”. Sobre esta juntada y otras cruzadas, colectivas y personales, charló Nebbia con PáginaI12.
–¿Por qué eligió poner el foco en el la música litoraleña? ¿Qué le atrae de esta música?
–En realidad, mi objetivo, lo que me emotiva, es encontrarme con músicos que no tienen preconceptos. No los veo como “chamameceros” ni ellos me entienden como un “rockero”. Somos músicos y disfrutamos compartir el arte, alcanzar una fusión sobre el material que elegimos. Esta fusión se logra por la química que se produce cuando tocás con gente diversa. Los Hermanos Nuñez, Juan y Marcos, bandoneón y guitarra, son extraordinarios y originales musiqueros. A Cacho Bernal y su percusión los conozco de antes, de haber compartido sesiones de grabación.
–Los Nuñez tienen un profundo arraigo en el género, pero a la vez le han dado un vuelo propio a la música del Litoral. Con Bernal ya ha trabajado antes. ¿Cómo se dio, ahora, esta juntada?
–Me invitaron a tocar al tradicional Festival de Puerto Tirol, que se realiza desde hace trece años. Durante tres noches tocan docenas de artistas del género del Litoral. Yo era el único “extranjero” y fui a hacer un show de mis canciones, como siempre. Pero Los Nuñez me invitaron a tocar un par de temas, y ahí surgió la idea firme de hacer un disco y tocar juntos. Afilamos nuestras agendas, en agosto nos encerramos una semana en el estudio de Melopea y se hizo el disco. Hasta ahora hemos tocado solo por el Litoral. En enero estuvimos de nuevo en Puerto Tirol, a la semana en el legendario Festival del Chamamé de Corrientes, y la semana pasada en los teatros más lindos de Resistencia, Goya y Posadas. Ahora llegó el turno de la Capital y luego iremos a mis pagos, Rosario. En todos los lugares nos ha ido muy bien. Hay gente que se sorprende, porque quizás espera algo un poquito más tradicional, o al revés. Y además estamos filmando un documental que, estoy seguro, va a ser muy atractivo.
–Siempre le interesó explorar géneros diversos, también los folklóricos, y el tango. ¿Cuál es su búsqueda?
–El sentimiento es poder expresarse de la manera más variada que te puede ofrecer el arte. Por lo general, me lo paso tocando mi propia música, mis composiciones, pero hay mucha y mucha otra música que adoro, que me llega, que me emociona. De este latir apasionado surge que puedo meterme a hacer un álbum dedicado a Antonio Carlos Jobim, otro a Cuchi Leguizamón, tocar super eléctrico con Pez o bien esta forma acústica con estos amigos del Litoral. Digamos que tocando música del mundo uno se va recorriendo, conociendo más. Luego, todo ese trajinar se mezcla también con tu impronta personal. Me hace sentir muy bien tocar un buen rock, luego matizarlo al piano solo con un temita medio ciudadano, y luego continuar con un bolerito o una guaraña paraguaya. Si a esto le sumamos que todo el tiempo puedo improvisar... ¿que más se puede pedir?
–En el disco se suman clásicos del género, temas de otras tradiciones, una zamba, hasta música del Brasil. ¿Cómo pensaron el recorrido?
–Todo el repertorio surgió de una manera natural y fresca. Ibamos eligiendo para armar un listado temas que nos gustan, y otros que escribíamos a propósito del álbum. Me gustó mucho tirar la idea de que por el Litoral siempre hay aire de las tres fronteras. Esto hace muy noble que puedas tocar un tema de Isaco Abitbol, tanto como uno de Jobim o el clásico “Recuerdos de Ypacaraí”. Después hay canciones que son tan hermosas que ni siquiera tenemos que buscar una razón para incluirlas, como el “Travesía” de Milton Nascimento, o “El fiero”, de Hilda Herrera y Margarita Durán. ¡Qué canciones!
–¿Cómo sigue su trabajo en Melopea y su “pelea militante” con los sellos trasnacionales?
–Melopea cumplirá treinta años en 2019. Increíble. Seguimos produciendo cosas que nos gustan, dentro de las posibilidades nuestras y de lo que permite este convulsionado mercado, tan afectado económicamente y atolondrado artísticamente. Me siento muy bien de haber rescatado los seis álbumes originales de mi grupo de adolescencia, Los Gatos, con su edición en vinilo y CDs. Sobre lo otro, después de fallidos intentos de embromarnos y amenazas, nadie nos ha podido hacer nada legalmente. Justamente porque para poder hacer algo tienen que mostrarme un contrato con mi firma de cuando yo era menor de edad. Mi otra lucha es para recuperar los derechos de 180 canciones que explota comercialmente la Editorial Warner Chappell Argentina. Una verdadera estafa, porque no hacen nada. Les inicié una demanda hace cuatro años, porque al margen de ganar o perder, si no los demandaba no podía dormir de noche. Hace unos meses finalmente se expidió el juez, no reconociéndome, como era de esperar, y entonces me ponen “de castigo” una alta cifra que debo pagar por perjuicios a la editorial y a Sadaic. Increíble, a “mi” Sociedad de Autores... ¡Por pedir una rendición de cuentas sobre mis obras, yo les debo plata a ellos! Así está la ley, a veces...