Joe Lemonge, el joven trans que llegó a juicio tras herir a su agresor al defenderse de un ataque transfóbico, fue condenado ayer a 5 años y 6 meses de prisión por el delito de “tentativa de homicidio”. La sentencia fue firmada por la jueza Cristina Van-Dembroucke, a cargo del Tribunal de Juicio y Apelaciones de la Ciudad de Paraná, con asiento en La Paz. “Es un fallo alevosamente arbitrario. Es un claro mensaje de odio”, cuestionó Joe, en diálogo con PáginaI12, tras la lectura del fallo, en el que la magistrada rechazó encuadrar el caso como legítima defensa. “Desde Abosex estamos en alerta y exhortamos a la toda la comunidad LGTBQI a que apoye la defensa de Joe para que se revierta esta decisión judicial en segunda instancia”, dijo a este diario Emiliano Litardo, de Abogados por los derechos sexuales, una de las entidades que en los últimos días empezaron a acompañar el reclamo de justicia del muchacho, al conocer su situación judicial.
“Es importante que podamos hacerle notar a la administración de justicia que operar con perspectiva de género es una cuestión de estándar en materia de derechos humanos. Y más lo es incluir una mirada diferenciada que tome en cuenta la vulnerabilidad específica a la violencia que enfrentan las personas trans masculinas”, agregó Litardo. Desde AboSex denunciaron además, que durante el proceso judicial no se respetó su derecho a la identidad sexual autopercibida, lo que quedó en evidencia ayer, durante la lectura de la parte resolutiva del fallo, donde la jueza siempre lo nombró en femenino, y aclaró que lo hacía porque Joe no hizo el cambio en su DNI. También lo nombra en femenino su defensor oficial, Fernando Báez, quien en los alegatos pidió su absolución, con el fundamento de que actuó en legítima defensa en un contexto de hostigamiento y persecución por su identidad de género.
El fiscal Santiago Alfieri había reclamado 8 años de cárcel. La pena que se le impuso es la mínima para el delito de “tentativa de homicidio”. Aunque los fundamentos de la sentencia se conocerán el próximo viernes, la jueza adelantó una síntesis y afirmó que la versión de la acusación tuvo mayor fortaleza en la prueba y que la defensa no demostró que se trató de un caso de legítima defensa. “Vamos a apelar”, adelantó a este diario, Báez.
Joe no irá preso hasta que el fallo no quede firme, y desde las organizaciones LGBTTIQ que ayer estuvieron acompañándolo en el tribunal, esperan poder revertir la decisión judicial. “La condena se determinó desprovista de las circunstancias estructurales de violencia a las que Joe fue sistemáticamente sometido”, señaló en un comunicado AboSex y evaluó que la resolución judicial “neutraliza cualquier aspecto diferencial sobre quien es sujeto del sistema penal y, como en el caso, omitió circunstancias especiales y solo aplicó un criterio de rigidez sancionatoria. Pero bien sabemos que esa neutralidad es una mentira pues en la trama operan los prejuicios, el estigma y la discriminación por encarnar, en esta situación, un cuerpo transmasculino”.
Joe tiene 25 años y vive con su madre en un barrio pobre de Santa Elena, un pequeño pueblo entrerriano, ubicado a 150 kilómetros al norte de Paraná. Tiene 25 años. Hasta hace un par de años se ganaba la vida como profesor de inglés. En un video que subió la semana pasada a las redes, denunció que desde que tiene memoria fue hostigado, primero por su orientación sexual, después por su identidad de género. El pasaje a varón trans lo hizo en mayo de 2016, contó. Pero la agresión que sufrió el 13 de octubre de 2016 le dio un vuelco a su vida. Juan Manuel Giménez, un vecino de su barrio, de 25 años, se metió en su casa, al jardín, una vez más en la madrugada de aquel día, donde él tenía un kiosco. Según pudo reconstruir el defensor oficial, “Giménez tenía una trincheta escondida en la manga. Había estado tomando y drogándose toda la noche en un bar. Joe manoteo un tacho, donde su padre siempre guardaba un arma, un aire comprimido, transformado en calibre 22, que lo usaba para ahuyentar a matreros. Joe creyó que era un fierro, lo agarró para azuzarlo, hasta tomó el arma con una sola mano, blandiéndola para que él se fuera, y dispara y le pega en el cuello. Un remisero lo llevó a Giménez al hospital. Estuvo cuatro días internado pero nunca estuvo en riesgo su vida. El 3 de diciembre, ese mismo hombre le quemó toda la casa a Joe”. La causa por el incendio todavía no llegó a juicio.
El caso tiene similitudes con el de Eva Analía de Jesús, conocida como Higui, la mujer lesbiana que estuvo presa siete meses por matar a uno de los diez integrantes de una patota de hombres cuando se defendía de un intento de violación y logró que se le otorgara una excarcelación extraordinaria, tras meses de reclamos por parte del movimiento feminista, que llevó la consigna “Libertad para Higui” como uno de las banderas de la última movilización de Ni Una Menos y ahora exige su absolución.
En la última semana, AboSex y otras organizaciones LGBTTIQ realizaron sentadas frente a la Casa de Entre Ríos, en la ciudad de Buenos Aires, para darle visibilidad al caso y reclamar la absolución de Joe, con el hashtag #DefenderseNoEsDelito.
Joe contó a este diario ayer que está muy triste y tiene miedo de que su agresor vuelva a su casa para matarlo. Se siente muy solo.