Un café en el outlet

Pablo Mehanna

A paso lento pero firme, el café preparado con cariño y conocimiento sigue ganando espacios en la ciudad, alejándose de la infusión quemada y amarga que, como todavía sirve una gran mayoría de los bares porteños. En Palermo, así como en Microcentro, son ya varias las barras cafeteras “de especialidad”, en un fenómeno que, poco a poco, llega a otros barrios por fuera de los polos gastronómicos. Un buen ejemplo es Rufus, sitio nuevo, pequeño y sencillo, ubicado en la zona de outlets de Villa Crespo. Su ambiente despojado, de paredes blancas y cierto aire industrial, logrado gracias a las mesas y banquetas de hierro y madera, lo hacen un buen punto de descanso en medio del trajín diario.

Rufus utiliza un blend de café provisto por la gente de Lab, garantía de frescura y correcto punto de tostado, condiciones necesarias aunque no suficientes. El resto lo hacen una máquina Simonelli y la mano experta de la barista (y dueña) de la casa, que extraen lo mejor de los granos. El resultado es un expresso ($45) perfecto, con la crema firme y compacta, acidez marcada y servido en vajilla de buena calidad. También sirven las recetas más conocidas, los infaltables capuccinos, latte y machiato, además de un muy buen flat white ($65), a base de dos shots de café y el dulzor característico que otorga la espuma de leche, calentada a la temperatura justa. A esto se suma una buena variedad de cafés fríos ($55 a $90) y un recomendable té chai especiado y servido con leche ($60). Si bien el acento no está puesto en la comida, los acompañamientos dulces y salados acompañan con honores la calidad del café. El budín de banana es esponjoso, húmedo y generoso en nueces; también hay ricos brownies, budín de lima y amapola y pasta frola, todo fresco y bien hecho. Por unos $150 es posible almorzar un sándwich o ensalada con una bebida y café, un precio más que amigable en los tiempos que corren.

Rufus no busca revolucionar la gastronomía de Villa Crespo: es tan sólo una nueva cueva cafetera, que merece una visita por la calidad y la dedicación con la que trabajan.

Rufus queda en Castillo 720. Horario de atención: martes a viernes de 9.30 a 19; sábados de 10 a 20 y domingos de 12.30 a 19.


De Croacia a Palermo

Pablo Mehanna

La crisis golpea al sector panadero: de un lado, están los incremento en el precio de las harinas y de la energía; del otro, el uso recurrente de aditivos químicos que permiten acelerar los tiempos de leudado, perdiendo sabor y textura. Hoy, conseguir buen pan en Buenos Aires es tarea difícil, pero no imposible, con lugares que destacan. Uno de ellos es Brasna, una linda panadería en el barrio de Palermo. La dueña y alma mater, nacida en Croacia (brasna significa harinas en croata), cuenta con una larga historia en la gastronomía, de cuando su familia regenteaba un hotel en Villa Epecuén, la ciudad bonaerense que quedó bajo las aguas en 1985.

Brasna ocupa una esquina vidriada sobre Niceto Vega, con buena luz y algunas mesas para disfrutar de algún almuerzo sencillo, un rico desayuno o necesaria merienda. Por uno de los ventanales que dan a la calle se puede espiar la sala de trabajo que luce impoluta.

El fuerte de la casa son los panes elaborados con masa madre (algunos con poolish), que se pueden pedir para llevar a casa (entero o en rodajas), aunque también se sirven en el local en forma de sándwiches o como tostadas para acompañar una merienda o desayuno. Amén de los clásicos (mignones, figacitas) hay más variedades para todos los gustos: de molde campesino, salvado, salvado con miel y maní, centeno, de nueces con ciruelas y semillas de zapallo, brioche, entre otros. Especialmente bueno es el de semillas andinas ($150), de marcada acidez, que queda delicioso tostado y untado con manteca y mermelada. Las baguettes ($35) son crocantes y de miga aireada, ideales para un choripán o sándwich de jamón crudo. Los palitos de queso ($15), realmente adictivos, funcionan bien en una picada para untar dips, mientras que los chipá ($20) son generosos en cantidad de queso. Muy buenas también las facturas ($13 la unidad), especialmente las medialunas de grasa. 

Pan de verdad, buena pastelería y una atención amable, bajo la atenta mirada de la dueña. Con dos años recién cumplidos, Brašna es uno de esos lugares que los amantes de los carbohidratos deben visitar.

Brasna queda en Niceto Vega 5090. Teléfono: 4773-1008.  Horario de atención: martes a domingos de 8 a 19. 


Por los teatros del Abasto

Pablo Mehanna

El nombre de este lugar proviene de uno de los personajes femeninos de la ópera La Boheme, Musetta: un símbolo sensual y vital frente a la fragilidad y sencillez de Mimi, metáfora que años después recoge el tango Griseta de González Castillo, entretejiendo así la cultura italiana con la del Río de la Plata. Justamente lo mismo que busca hacer este restaurante, con su menú ítalo porteño, expresado en porciones generosas a precios amables.

La esquina está ubicada de manera estratégica, entre los teatros que rodean al Abasto. Con ya casi diez años de vida, se ha ido transformado en un destino concurrido a toda hora, desde el almuerzo, pasando por un café de tarde a una cena que se alarga hasta la trasnoche. Y así como el horario de apertura es amplio, también lo es la carta, con opciones que van desde pastelería dulce con buen café Illy, pasando por almuerzos abundantes (un ejemplo de menú del día: crepe de hongos con bebida y café, a $177), hasta una tabla de quesos ($373 para compartir) o una burrata con vegetales grillados junto a un trago directo ($99 a $119). Para bolsillos ajustados, una excelente opción es pedir “pan y vino”: por $197, llega a la mesa un rico pan servido con un par de dips a elección (hummus, tapenade, morrones en oliva, entre otros) y una copa de vino, que funciona como cena ligera.

Hay pizzas, sándwiches, alguna pasta, berenjenas alla parmesana o brusquette, todo en porciones abundantes, respetando puntos de cocción y mostrando buena mano. Uno de esos lugares que deberían abundar en la ciudad, pero con detalles que lo hacen mejor que el resto de su competencia: aceite de oliva de calidad, pan casero delicioso, vino por copa Las Perdices generosamente servido. Y un tip: los amantes de los postres no deben dejar pasar el exquisito tiramisú, preparado con verdadero mascarpone y moderada cantidad de azúcar: bien italiano y sabroso.

Bueno, bonito y barato: una combinación difícil de lograr en los tiempos que corren.

Musetta queda en Billinghurst 894. Teléfono: 4867-4037.  Horario de atención: martes a jueves de 12 a 2;  viernes y sábados de 12 a 3.