El equipo salió a la cancha de la sala Victoria Ocampo. En la noche del sábado, el mexicano Juan Villoro –hincha del Necaxa– y el argentino Eduardo Sacheri –hincha de independiente– pusieron la pelota en movimiento para inaugurar el Diálogo de Escritores Latinoamericanos en la Feria del Libro con “Poética del fútbol, pasión de multitudes”, una charla coordinada por Horacio Convertini. Villoro explicó que el fútbol le dio la sensación de pertenencia a un mundo extravagante. “Mi padre me llevaba a los estadios porque se había divorciado de mi madre y no sabía qué hacer conmigo los domingos. El fútbol me llevó al mundo; esas pasiones, esas rivalidades, esas tensiones que surgen en la cancha son una pequeña metáfora de cualquier situación que uno puede vivir en la vida”, dijo el escritor mexicano y recordó una anécdota sobre la primera vez que vio el clásico River-Boca en el Monumental. “Un aficionado reconoció que soy mexicano y me dijo: ‘Me han dicho que en México el equivalente de un hincha de River se puede sentar al lado del equivalente a un hincha de Boca’. Y le dije que sí y él me dijo: ‘¡Oh, pero qué degenerados!’”. Las carcajadas estallaron y el público aplaudió como si festejara un gol de media cancha.
Sacheri comentó que cuando era chico era “extremadamente” tímido. “Cuando cumplí 10 años, me vi obligado a hacerme amigo en las calles porque mi casa era un velorio. Lo que encontré era el fútbol. Ninguno quería ir al arco, entonces me di cuenta de que no necesitaba tanto talento, sino una disposición al sacrificio. El equipo que contara conmigo podía saber que yo no tenía problema en lastimarme con tal de atajar. Eso logró que los chicos del barrio dijeran: ‘Eduardo juega con nosotros’. Yo aprendí a encontrar un lugar con el fútbol”, subrayó el autor de Aráoz y la verdad, La pregunta de sus ojos y Papeles en el viento, entre otros títulos, y agregó que otra cuestión que aprendió del fútbol es a perder. “Yo soy el menor de varios hermanos, el típico niño mimado en todas las circunstancias. Mi padre me dejaba ganar. Jugando al fútbol nadie te deja ganar. Mi primera reacción ante la derrota es la rabia, pero el fútbol me enseñó que cuando pierdo tengo que perder con cierta hidalguía”.
El escritor mexicano –autor de varios ensayos futbolísticos como Dios es redondo y Balón dividido– recuperó una frase emblemática de Diego Armando Maradona y relató las vicisitudes que enfrenta como hincha del Necaxa. “Maradona dijo que la pelota no se mancha, pero el fútbol se ha manchado muchas veces con la xenofobia, el machismo o la situación absurda de que un jugador cuesta más que todo el equipo contrario al que enfrenta. El fútbol ha banalizado su propio origen. Ahora es dificilísimo que un jugador sea hincha de su propio equipo”, advirtió Villoro. “Yo vengo de un país donde un equipo puede cambiar de sede. El Necaxa ahora juega en una especie de Patagonia mexicana en Aguascalientes. Los chicos de mi calle iban al Necaxa y me hice de ese equipo porque quería ser del equipo de mi calle. Uno puede cambiar de religión, de orientación política, de pareja, de sexo, pero cambiar de equipo de fútbol es como cambiar de infancia. Y eso me parece grave. Un día estoy viendo al Necaxa y de pronto me encuentro rodeado de 400 japoneses. ¿Hay una convención de japoneses de Aguascalientes? No, viven ahí porque la planta ensambladora de Nissan está en Aguascalientes y el Necaxa tiene la casaca roja y blanco, como la de la selección de Japón. Yo soy del Necaxa por sentido de pertenencia y esto me llevó a apoyar a un equipo de japoneses de Aguascalientes”, ironizó el escritor entre las carcajadas del público. Para Sacheri el fútbol es un juego de vida o muerte. “El juego metaforiza lo que el ser humano no puede asir de otro modo que no sea jugando. Yo necesito sentir cuando juego que la vida se me va en eso. Cuando termina el partido, si perdí, me voy a sentir morir cinco minutos. Me arrimo a la muerte cuando pierdo, pero después me salgo de ahí”.
Convertini desafió a los escritores a pensar ucronías. ¿Qué hubiera pasado si Lionel Messi hubiera aceptado jugar en la selección española desde 2006? “Messi está llamado a ser un jugador argentino que quiere burlar a todo el mundo, un tipo de jugador que hace tantas gambetas como solo las puede hacer un argentino –respondió Villoro–. El gol de Maradona a los ingleses fue calcado por Messi ante el Getafe. No me puedo imaginar a una España con Messi”. Sacheri, en cambio, aseguró que si Messi hubiese jugado en la selección española, “España ya tendría dos o tres mundiales más en su haber”. El escritor mexicano señaló que México es uno de los cuatro países que más ha participado en los mundiales, pero con resultados adversos. “El grito de las tribunas es ‘¡si se puede!’ y ese grito es la demostración empírica de que nunca se ha podido. La cultura del fracaso mexicana es amplísima. La idea de que el fútbol sea definitivo no es así para nosotros. El hincha mexicano se convierte en su propio espectáculo. Si hubiera un mundial de fútbol de las hinchadas, México lo ganaría. Si pensáramos que el marcador va a dirimir algo muy importante, viviríamos en un estado de catalepsia total”, afirmó Villoro. “Si la selección nacional empieza a jugar bien y anota un gol a un equipo poderoso, como pasó con Holanda en el anterior mundial, los jugadores se asustan de su propio poderío: esto está fuera de la norma, de la costumbre. Lo primero que hace el técnico es sacar al que hizo el gol para no tentar a los dioses; entonces se repliegan en su propia área como una versión del útero materno. Y lo que pasó es que inventaron un penal que no era, y Holanda empató y después ganó. Jugamos como nunca, perdimos como siempre”, resume el escritor el drama mexicano.
¿Con qué Maradona se quedaría la literatura? “Diego es un fuera de serie. Anotar un gol con la mano es una picardía, pero decir que fue la mano de Dios es crear un mito”, comparó Villoro. “Él más sus frases es el fútbol y es el único futbolista que ha marcado esa diferencia. Brasil en 1970 podría haber ganado igual el mundial sin Pelé, pero difícilmente Argentina lo hubiera conseguido sin Maradona en 1986. Nunca un jugador en la cancha ha hecho tan buenos a los demás”, añadió el mexicano. “La literatura tiene más para decir en el dolor, en la falta, en la pérdida, que en la abundancia y en el triunfo. Creo que es más literario el Maradona que se enfrenta al destino de desintegrarse, el Diego con las alas rotas que está volviendo a la tierra”, reflexionó y reconoció que la única esperanza que tiene Messi es ganar un mundial. “Es lamentable que se tenga que depender de un mundial para reconocer la figura de Messi. La gente olvida que la nacionalización de Diego fue con el Mundial del 86 porque antes solo lo querían los hinchas de Argentinos y de Boca. Al Maradona del 82, la prensa lo destrozó porque no tuvo un buen mundial. Si hay un motivo por el que quiero que Argentina salga campeón es por Messi, para que lo dejen de jorobar, porque para el pibe debe ser durísimo la comparación constante. Messi se volverá literario, si se retira sin un mundial –auguró Sacheri–. Ojalá que no le pase”.