En el barrio de El Vedado, a la vuelta del célebre hotel Habana Libre, vive Iroel Sánchez. Por una escalera se llega hasta su departamento en un segundo piso, que comparte con su compañera Cuqui y su hijo menor. Periodista, analista político y sobre todo bloguero de la Revolución, nació en Santa Clara en 1964. Su espacio virtual se llama La Pupila Insomne. Es el título de un poema del escritor y militante comunista cubano Rubén Martínez Villena, fallecido en 1934. Ahí toca los más diversos temas, le da espacio a textos de otros autores y se suma a quienes defienden “el pensamiento libre de una nación y de un pueblo en toda su variopinta cultura de resistencia y de vida…”. Esa declaración la firmó junto a colegas de la isla como el cantautor Silvio Rodríguez.    

–¿Cómo se perciben en Cuba los cambios que se produjeron en el gobierno y que llevaron a Miguel Díaz Canel a la presidencia?

–Creo que se ven como el deseo de una continuidad en la Revolución. Que quizás no es como la observa la mayoría de los medios de comunicación fuera de Cuba, que tiene una expectativa un poco morbosa. Ver al país sin los Castro. Pero se percibe con normalidad, también con expectativa. Para mi generación en particular, Díaz Canel es uno de nosotros. Un compañero de origen humilde, que es ingeniero y estudió en una buena universidad, de las más importantes del país. Fue profesor universitario, colaborador internacionalista en Nicaragua, aceptó trabajar profesionalmente en la Unión de Jóvenes Comunistas. Nunca fue una persona que perdiera su conexión con la realidad. Ahora tiene una tarea enorme sobre sus hombros. Pero no es alguien de laboratorio, ni enajenado. Ha estado bien ubicado en el momento histórico del país. Un cubano de Cuba conectado con su actualidad, su pueblo. Estoy seguro de que hará lo mejor por el país.

–¿Qué es lo que puede ofrecerle a Cuba su primer presidente nacido después de la Revolución?

–Es un hombre culto, inteligente, que ha impulsado el proceso de informatización de la sociedad, la apertura de Internet, cercano al uso de las tecnologías, con una visión no ingenua, si no crítica. Tiene una relación también con el mundo de la cultura, de la información, trabajó en la esfera ideológica del Partido Comunista. Yo creo que todo eso lo va a aportar a su trabajo. Tiene además un vínculo con la intelectualidad, con la ciencia, es alguien que proviene de un ambiente de trabajo que es de los más exigentes por el peso del mundo intelectual en Cuba, en su sentido más amplio. Es una capacidad que él tiene y que guarda relación con las características de la generación a la que pertenece. Una generación muy formada.

–Se dice que cuando era funcionario provincial, Díaz Canel solía aparecerse por sorpresa donde la gente lo necesitaba, una práctica que caracterizó a Fidel Castro en el modo de acercarse al pueblo. ¿Es así o se trata de propaganda oficial?

–No es un hombre de protocolos, y sí de estar cerca de la gente, abierto al debate. Por razones de trabajo quienes hemos interactuado con él lo sabemos agudo, rápido pensando, rápido al ir a la esencia de las cosas, como toda persona inteligente. Es un hombre que se emociona, que siente por Fidel, por Raúl, por la Revolución, pero sobre todo siente por el pueblo. Y eso guarda relación con la leyenda que se creó y el afecto que se ganó entre la gente en los lugares donde trabajó. No ha perdido esa cercanía con la gente.

–¿Podría afirmarse que es el puente adecuado que une a la vieja generación de la Revolución y la nueva?

–El tiene la tarea de dirigir a este país en los próximos diez años y quizás un poco más porque debe terminar un mandato en el partido como Raúl lo explicó. Cuando finalice esa tarea estará por los 70 años y será un hombre en plenitud, con vitalidad intelectual, no será un anciano. En Cuba hay un porcentaje muy alto de gente que tiene más de 60 años, el 20 por ciento, y por eso creo que es un puente generacional porque está entre esas personas de más de 60 años y otra generación que andará por los 40 y pico. Pero más importante que las edades es la capacidad de diálogo con unos y con otros, la capacidad de conocer las problemáticas de esas generaciones y de interactuar con ellas.

–En el mundo que le tocó asumir la presidencia, ¿cuáles son los principales problemas internos que deberá tomar en cuenta?

–El lo dijo en su discurso. No prometo nada, como la Revolución. Al pueblo no debe decírsele te vamos a dar, y Díaz Canel afirmó el otro día: vengo a trabajar para cumplir el programa que nos hemos impuesto y del cual queda una parte importante por implementar. Eso es a nivel interno, como las cuestiones que generan una gran expectativa: la unificación cambiaria, por ejemplo. El problema principal es la economía y en lo externo lo que más impacta es el bloqueo y la agresión contra Venezuela que es nuestro principal y más cercano aliado, que desde el gobierno de Barak Obama ha sufrido una guerra económica brutal con el doble objetivo de perjudicarlos a ellos y también a nosotros indirectamente. El gobierno de Trump es una locura imprevisible y no solo con Cuba, sino por lo situación de inestabilidad que ha impuesto en el planeta. No se sabe contra quién va a levantarse mal determinado día. 

–¿Ustedes están curtidos en ese tipo de guerras de alta o baja intensidad con EE.UU.?

–Yo diría que esos son los desa- fíos de orden interno y externo del nuevo presidente. Y con esa complejísima situación internacional, Díaz Canel tratará de preservar los objetivos de desarrollo y de no afectar al pueblo más de lo que ya está. 

–Hay un componente regional que también influye. Cuba ha perdido aliados con la salida de Lula, Rafael Correa, Cristina Kirchner… Ahora hay una oleada de gobiernos de derecha que configura otro mapa político en el continente y que son aliados de EE.UU. ¿Cómo puede influir eso?

–El gobierno bolivariano en Venezuela ha resistido todos los embates y yo tengo la esperanza que sobrevivirá a las elecciones de mayo. Es verdad que se ha retrocedido respecto a tres o cuatro años atrás. Pero se ha avanzado respecto a 1999 cuando Chávez llegó al poder. Cuba ha perdido aliados por la salida de gobiernos progresistas en América Latina, pero también tiene un consenso en la región, incluso entre aquellos gobiernos de derecha como Colombia, México y hasta Argentina –no sé cómo lo ves tú– que no quieren conflictos con Cuba. El costo de tener conflictos con Cuba para esos gobiernos sería muy alto. No lo quieren.

–Cuba es el único país de América Latina que mantiene relaciones con las naciones más pobres del mundo, sin importar su tamaño. Tiene embajadas en muchos países que otros no tienen… Esa política ¿qué le aportó hasta ahora?

–Cuba ha hecho una política exterior que está muy por delante de su demografía, de su territorio pequeño con once millones de habitantes, de su economía y es parte de lo que le ha permitido sostenerse. No es la política exterior de un país pequeño. Y sobre todo ha tratado con el mismo respeto a las grandes potencias y a los más débiles y eso da mucha autoridad. Cuba recibe de la misma manera al jefe de Estado de un país africano o al presidente saharaui que lucha para que reconozcan su república árabe saharaui que al presidente de EE.UU. Y segundo, tiene una política de principios. En la agenda de política exterior no hace concesiones para recibir beneficios. No cambia un voto por un beneficio. Eso le da mucha autoridad y cuando habla Cuba en un foro internacional, es la voz de los que no tienen voz.  

–Si se resolvieran los problemas de la política económica, ¿el cubano de a pie se acercaría rápidamente a la prosperidad deseada?

–Claro, acuérdese que nosotros tenemos un peso encima que es el bloqueo. Nosotros somos como un corredor al que le pusieron plomo en las zapatillas, que en una carrera parte de más atrás que el resto del mundo. Y es porque Estados Unidos necesita que nuestro modelo fracase, como en Venezuela.

–¿Qué le diría a quienes sostienen que el bloqueo es una excusa del gobierno cubano para victimizarse?      

–Bueno, pues entonces quiten la justificación, quítenla. Si es una justificación, a ver si nos quedamos sin justificación y fracasamos. Pero no nos dejan ni fracasar, es muy obvio. Se cayó la Unión Soviética y nosotros seguimos, se murió Fidel y seguimos, y ahora va a pasar lo mismo. 

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