Cuando terminaron sus estudios de diseño en la Universidad de Buenos Aires, se encontraron con que no tenían los mismos intereses que el mercado. Entonces decidieron juntarse, no por ser mujeres –algo que no estaría mal en un universo coptado por hombres– sino por tener los mismos ideales. Les interesaba salirse del esquema hegemónico de las clases dominantes que enmarca a la disciplina.
Una vez unidas, y habiendo creado su propia Cooperativa de Diseño como alternativa laboral autogestionada y horizontal dentro de IMPA (Industria Metalúrgica y Plástica de Argentina, una de las primeras fábricas recuperadas del país), descubrieron que tenían mucho para aportar en cuestiones de género, sexualidad o problemáticas como el aborto o la trata de personas.
Hoy, Carolina Cuiñas, Emilia Pezzati, Mora Monteverde, Sofía Bastanchuri, Florentina Dib y Silvia Núñez, las cooperapibas, son conocidas y requeridas por organizaciones que recurren al diseño como herramienta fundamental de sus acciones. Su línea de “Remeras que hablan” están en todas las marchas. “La primera fue ‘Sin clientes no hay trata’, que produjimos justamente para las marchas en contra de la trata de personas junto a un afiche que se viralizó de forma tan vertiginosa y exponencial en las redes que nos dio el impulso para continuar”, cuenta Cuiñas.
A esa campaña siguió ‘Mujer bonita es la que lucha’ y ‘A cada cual según su necesidad´, relacionada a su trabajo en pos del cooperativismo. Anualmente participan del Encuentro Nacional de Mujeres, profundizan, investigan y están atentas a dar respuestas desde sus especialidades: el diseño gráfico, industrial y audiovisual.
“Ahora estamos trabajando en el diseño de la web ‘Cómo hacer un aborto’ del colectivo de salud feminista. Un enorme desafío. Y terminamos unos micros sobre género con fondos del Fomeca para difundir en las escuelas”, agrega.
“Los sectores productivos de nuestro país han atravesado, a lo largo de la historia y en mayor o menor medida, dificultad para desarrollarse. El mercado local se encuentra inundado por la oferta de productos y servicios de monopolios extranjeros que logran imponer su discurso hegemónico, en gran parte, a través del diseño de productos, piezas gráficas y audiovisuales. Determinan valores y costumbres que se convierten en universales. Crean necesidades que responden a intereses externos, desvinculadas del contexto real e identidad local. A partir de este análisis, el diseño se presenta, al igual que las demás disciplinas, en disyuntiva y atravesado por los intereses antagónicos a los que puede servir: profundizar la dependencia o ser una herramienta en función del desarrollo local, en lo productivo y en lo cultural. A nosotras nos encontró el hecho de pensarnos de forma crítica, preguntándonos: ¿Diseñar en función de qué intereses, de qué forma y cómo llevarlo adelante? El objetivo fue desarrollar una práctica profesional de diseño junto al campo popular, abordando sus necesidades y sus luchas. Construir desde lo colectivo, de forma autogestionada y afrontando el desafío que significa el sostenimiento económico de las integrantes, trabajando con esta orientación”.
Y continúan: “Si bien el hecho de ser mujeres no fue un condicionante inicial para formar el grupo, resultó ser un factor relevante a la hora de pensarnos como trabajadoras, atravesadas por una perspectiva de género que desde entonces tuvo impacto en nuestro trabajo y en nuestras prácticas activistas”.
¿A futuro? “Los trabajos desarrollados y compartir estas experiencias en diferentes congresos despiertan interés en los sectores de diseño y recién egresados. Por eso, estamos buscando canales para brindar en nuestro espacio incubación para diseñadores con formación cooperativista y compartir herramientas para el trabajo con la economía social. Actualmente, estamos trabajando en una serie de cinco microprogramas para Youtube y para su uso como material didáctico en talleres de Educación Sexual Integral en las escuelas. Es un trabajo asociativo con ‘La tribu audiovisual’ y con ‘Vaca Bonsai’, un colectivo audiovisual. Jóvenes de diferentes contextos sociales nos dan sus puntos de vista acerca de cómo viven la construcción de su identidad de género, de su sexualidad, la relación con su cuerpo, y cómo se sienten influenciadas por prejuicios y estereotipos del contexto social en el que viven. A través de un relato coral se van abordando diferentes temáticas que construyen una narración no-lineal, un diálogo plural entre diversos puntos de vista, a veces en coincidencia y otras veces contradictorios”, rematan.