"Tengo una bala para vos". Con esas palabras, Cristian Contreras adelantó sus intenciones de hacerle daño a Marisa, la mujer de 33 años y cuatro hijos, con quien convivió seis meses. Una noche de julio de 2016 la esperó en la puerta de su casa y la atacó con un cuchillo al cuello. Ella corrió media cuadra hasta la casa de una amiga, en zona sur, y él la persiguió. El portón estaba cerrado con llave, y Contreras aprovechó para tirarle puntazos a Marisa, que no dejaba de llamar a gritos a sus amigas. Recibió ocho puñaladas hasta que ellas la salvaron. Ayer empezó el juicio que lo tiene como acusado de tentativa de femicidio y amenazas. Fiscalía pidió 10 años y medio de prisión. La defensa justificó el accionar del agresor y acusó a la víctima: "Ella lo denigró en su masculinidad", lanzó el abogado.

Marisa y el acusado se conocieron en un local bailable de Córdoba al 3500, pero estuvieron alrededor de dos meses conociéndose, hasta que empezaron a salir. Ella siempre trabajó como empleada doméstica para mantener a sus hijos. A los seis meses se fueron a vivir juntos a la casa de ella. El también trabajaba, pero por temas de salud se tomó licencia hasta que dejó de ir y lo despidieron. "Era celoso. Además yo le decía que fuera a buscar trabajo", relató la víctima ante el juez Carlos Leiva. Y agregó que cuando ella le preguntaba al respecto, se dieron respuestas del acusado que resultaron amenazas denunciadas. "Una vez me agarró del cuello", dijo la mujer.

Entre febrero y marzo de 2016, la relación terminó, pero el agresor no dejó de amedrentarla. Todos los días la esperaba en la parada de colectivo, cuando ella iba a trabajar. "Algunos días me pedía que lo perdone y otros, me amenazaba, que si me veía con alguien me iba a matar", contó la mujer. También le tiraba basura en la puerta de su casa.

Una tarde, ella estaba con sus hijos y un conocido que fue a la casa a colocarle trabas a las ventanas. "Estábamos comiendo y él abrió la ventana de un golpe y empezó a gritar: "Te la tenías guardada". Ella cerró la ventana y él rayó el auto del muchacho.

La noche del hecho, la mujer dijo que sus amigas le insistieron con salir al baile. En el lugar, un muchacho la sacó a bailar y ahí apareció el agresor, que la tomó del brazo y la sacó, hasta que sus amigas la llevaron para otro lado. Ella tenía la prohibición de acercamiento en la cartera. Al rato se fue a su casa en un remis. Sus amigas bajaron primero y luego ella llegó a la vivienda, metió la llave en la puerta y ya lo tenía atrás. "Me dio un puntazo y le pregunté qué estaba haciendo y corrí, pero el portón de mi amiga estaba cerrado. Le grité (a su amiga) y ya lo tenía encima. No me acuerdo más, se me apagó todo". La fiscal Luciana Valarella pidió que se mostrara los cortes que quedaron en la campera de Marisa, que estuvo internada dos días.

En su alegato, la fiscal aseguró que se demostrará que el agresor "quiso matarla" y que no lo logró porque sus tres amigas "lograron salvarla". Incluso, dijo que días después "prometió terminar lo que había empezado". Seis meses después fue detenido, cuando estaba frente a la puerta de la casa de la víctima.