“La suba de tasas es pan para hoy y hambre para mañana. Cuando hay desequilibrios económicos como los actuales, no hay tasa de interés que impida una crisis”, aseguró a este diario el ex presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, quien agregó que “solamente abortará cualquier crecimiento incipiente”.
El Gobierno aplicó un paquete de auxilio el viernes para detener la corrida cambiaria. Sin embargo, la política de apertura comercial y la desregulación financiera convierten esas medidas en un salvavidas de plomo para la actividad económica y sólo aceita la bicicleta financiera. “En nuestro país el impacto de la suba de tasas en Estados Unidos fue mayor por las medidas tomadas previamente. Hubo un momento de ingreso de capitales externos proveniente de deuda y de flujo de fondos con destino a la bicicleta financiera y el Gobierno se confió y relajó los controles”, detalla el ex funcionario.
“Otro error fue el haber eliminado los plazos para que los exportadores liquiden sus divisas, con lo que renunció al ingreso genuino de dólares y estimuló el fondos especulativos”, agregó Vanoli, quien anticipó que el aumento del tipo de cambio sólo acelerará la inflación.
–¿Cómo se explica la corrida de estos días?
–Básicamente, hubo un cambio de contexto internacional. La Reserva Federal estadounidense aceleró la suba de la tasa de interés y complicó las condiciones de financiamiento externo. La movida era predecible y estaba descontada y los países con alto déficit de cuenta corriente y fiscal, que además requieren de financiamiento externo, quedaron muy comprometidos para financiar sus déficits. Argentina y Turquía fueron los más afectados. En nuestro país el impacto fue mayor por las medidas tomadas previamente por el Gobierno.
–Entonces, ¿no fue culpa de la suba de tasas en Estados Unidos?
–La raíz de esta crisis son los problemas locales que se gatillaron con el cambio de escenario externo. La combinación de una política de apertura importadora, que disparó el déficit comercial, y una desregulación financiera, que amplificó la bicicleta a capitales especulativos y que hoy están saliendo, generó el actual escenario doméstico. A esto se suma la renuncia del Banco Central al manejo de distintos instrumentos que le hubieran permitido amortiguar el cambio de escenario global.
–¿Cómo se podría haber evitado?
–Las intervenciones cambiarias fueron tardías. Hubo un momento de ingreso de capitales externos con destino a la bicicleta financiera y el Gobierno se confió y relajó los controles. Ahora se revirtió y esos capitales se están yendo con la misma facilidad con la que entraron. Por eso, cuando comenzó a intervenir, los inversores especulativos ya estaban preparados para la salida. Otro error fue el haber eliminado los plazos para que los exportadores liquiden sus divisas, con lo que renunció al ingreso genuino de dólares y estimuló el fondos especulativos.
–¿Cómo evalúa el paquete de medidas anunciado el viernes?
–Hasta acá reaccionó con tres medidas: suba de tasas al 40 por ciento, la reducción del gasto público en obras y limite a la tenencia de dólares por parte de los bancos. La suba de tasas es pan para hoy y hambre para mañana. Cuando hay desequilibrios como los que tiene actualmente la Argentina, no hay tasa que impida una crisis. Además aborta cualquier crecimiento incipiente. La reducción del gasto público es particularmente recesiva. Respecto de la tenencia de los bancos, lo único que hicieron fue reponer una medida que habíamos implementado y que se encargaron de desmantelar desde 2016.
–¿Con estas medidas de ajuste se contendrá la inflación?
–Parece que ahora se preocupan por la inflación y buscan posponer nuevos aumentos de los precios. Eso lo tendrían que haber hecho antes. Ahora, cualquier aumento del tipo de cambio se traduce en una mayor aceleración inflacionaria.
–El Central adelantó la posibilidad de volver a intervenir en el mercado de futuros, pese a ser una herramienta muy criticada por Cambiemos.
–Fue otro error renunciar a los futuros, porque permite intervenir sin malgastar dólares. El objetivo es generar oferta en el mercado para compensar el exceso de demanda, como tuvimos en 2015. Lo hacen todos los bancos centrales del mundo.
–¿Es viable el contexto actual para comenzar a usar esa herramienta?
–Para aplicarla debe haber consistencia en toda la política económica y no la hay. Hoy hay inconsistencia en la política fiscal y en la política económica en general. Están estimulando un proceso inflacionario con la consecuente depreciación del tipo de cambio. Están en una trampa inmensa, porque subiendo la tasa de interés se compra tiempo con mayor endeudamiento, pero si no lo hace, se estimula un proceso inflacionario.
–El martes próximo vencen 680 mil millones de pesos en Lebac. ¿Cuál es el riesgo de no lograr refinanciarlos?
–Otro grave error: las Lebac pueden ser compradas por inversores del exterior, que son los demandantes más volátiles y que no renovarán todos sus vencimientos para sumarse a la fuga. La formación de activos externos del primer trimestre fue de 7000 millones de dólares, un 45 por ciento más que el año pasado. Los inversores del exterior se van a ir y los bancos, tal vez, renueven. No es de extrañar que les pidan a los bancos renovar, para mostrar un buen resultado ese día, pero con el compromiso de salir (vender en el secundario). Por último, habrá que ver cómo se comportan los inversores más pequeños o particulares en un escenario de tanta incertidumbre.