El panorama a comienzos de esta semana es de agudización de la crisis. El Gobierno reunió ayer a los principales funcionarios del equipo económico hasta bien entrada la tarde en la Casa Rosada, mientras el dólar volvió a subir hasta los 22,33 pesos a pesar de la batería de medidas anunciadas el último viernes. Los inversores internacionales dieron una nueva muestra de que en las finanzas no hay amigos sino dinero. Nadie quiere ser el último en irse con un dólar todavía más caro y los fondos extranjeros continuaron la fuga del país. Primero vendieron 210 mil millones de pesos en Lebac y ahora comenzaron a rematar posiciones en acciones y bonos argentinos. Las acciones argentinas en Nueva York cayeron ayer hasta 6 por ciento y la bolsa porteña anotó una caída del 3,6 por ciento. Los seguros contra default se dispararon desde finales de la semana pasada. El 50 por ciento de las reservas está constituida por deuda y depósitos bancarios que pueden irse en el corto plazo. Empieza a ponerse en duda que la Argentina sea recategorizada a país emergente.
El dólar cerró ayer con una suba de cinco centavos, al ubicarse en 22,33 pesos. Por la mañana había bajado hasta los 21,97 pero a partir del mediodía volvió la presión por el mayor volumen de demanda. El Banco Central no intervino en la jornada cambiaria. Se negoció un volumen bajo de 600 millones de dólares y la gran parte de la oferta la habrían desembolsado los bancos, que estuvieron obligados a vender divisas tras una normativa lanzada el viernes por la autoridad monetaria. Sin embargo, eso no alcanzó para bajar la cotización del dólar mayorista, que subió 10 centavos hasta los 21,97 pesos.
La entidad a cargo de Federico Sturzenegger, si bien hace alarde en público de que tiene cuantiosas reservas para intervenir y evitar saltos abruptos de la cotización, necesita encontrar urgente nuevas fuentes de oferta de moneda extranjera. Las reservas cerraron ayer en 55.591 millones de dólares, con una caída de 424 millones de dólares, tras el pago de deuda a acreedores internacionales por 549 millones. La entidad en los últimos dos meses perdió 1 de cada 10 dólares que tenía en su stock.
Distintos analistas consultados por este diario coincidieron en que la tendencia es delicada. Los números finos de las reservas muestran que menos de 30 mil millones de dólares son propiedad real del Central y pueden usarse para intervenir en el mercado del dólar. Esto se debe a que de los 55 mil millones que informa la entidad, unos 16 mil millones son depósitos bancarios de ahorristas (encajados y anotados en las reservas), al tiempo que otros 10 mil millones son de un swap de deuda que se negoció con el gobierno chino y puede no renovarse ante un clima financiero hostil.
El principal problema de la Argentina es que no tiene suficientes dólares para seguir pagando sus compromisos de deuda, las importaciones, cubrir la compra de dólares de los privados, el déficit de la cuenta turismo y la demanda de tenedores de Lebac que quieren dolarizarse, entre otros. La forma de financiar ese déficit es con endeudamiento y atrayendo capitales especulativos, pero ambos canales lucen ahora complicados. En el mundo lo tienen en cuenta, revisan el rojo de 5 puntos del PIB de la cuenta corriente y no ven elementos estructurales que permitan generar divisas genuinas, y deciden abandonar el barco antes de que sea tarde.
El JP Morgan junto con otros fondos de inversión empezó hace algunas semanas vendiendo sus activos en Lebac. Y ahora el drenaje continúo con las inversiones en acciones y en títulos públicos del país. El efecto no fue menor. La Argentina si quiere volver a endeudarse en el exterior, con la situación actual, debería pagar una tasa de alrededor del 8 por ciento para emitir bonos a 10 años. Se trata de un rendimiento que casi triplica al de otros países de la región. Ayer el Discount 2033, uno de los bonos de referencia para ver el riesgo argentino, marcó un retroceso del 2,5 por ciento, en tanto que el Bonar 2024, otro de los títulos de mayor liquidez bajó 0,7.
El panorama financiero internacional tampoco ayuda. El mundo muestra tensiones y algunos análisis incluso adelantan una crisis para los países emergentes. Pero en la Argentina la tensión está potenciada. Hace algunas semanas los técnicos del FMI difundieron un informe señalando que el país, con el modelo económico aplicado, requerirá endeudarse por 30 mil millones de dólares hasta 2023. Ahora una de las principales calificadoras de riesgo, Moodys, aseguró que las acciones argentinas enfrentan “alto riesgo” por falta de liquidez. Frente a esto, los operadores empiezan a poner en duda que el país sea calificado como economía emergente. Hace dos meses no había duda de que eso ocurriría. Si no pasa, podría ser catastrófico.