Ha adivinado un secreto/ Y con su secreto / Se va.

Son los últimos versos de Fruttero se va al campo, obra insigne del autor‑ conocida por unos pocos y amplificada luego en la Revista de Historia de Rosario‑ por varios motivos: rompe los cánones tradicionales de la poesía, demasiado estetizante hasta ese momento en la ciudad, expone una singular línea de lecturas y se aparta de las demandas genéricas al poeta. Su rol es el protagónico como lo indica en el título mismo. Autorreferencialidad que desnuda a un hombre sobrio, de una vida social activa en el campo cultural y laboral de la ciudad de Rosario, pero de intimidad velada.

Hugo Padeletti, recordaba: "Durante treinta años, la vida intelectual de Rosario fue enriquecida con las actividades de Arturo Fruttero". Nacido en Tortugas, Santa Fe, en 1909, hijo de los panaderos prósperos del pueblo, Fruttero se radica de muy joven en Rosario para completar sus estudios secundarios en el actual Superior de Comercio. Allí conoce a Ardoino Martini, referente en sus elecciones por las ciencias básicas, el amor a los clásicos y la escritura. La formación científica la prosigue en la Universidad de Córdoba y rubrica con el título de Farmacéutico, pero su campo de interés polifacético, como el de su mentor, pasó rápidamente al dominio de las artes. Participó en la revista Paraná y en la publicación de la Asociación de Cultura Inglesa, destacándose por sus traducciones ‑reconocida su versión en proceso, inconclusa, de Las flores del mal de Charles Baudelaire del francés‑, además de concurrir al grupo Litoral, dados sus estudios sobre las obras de Leónidas Gambartes y Domingo Garrone.

Instalado en la casa de la calle Urquiza, entre Mitre y Entre Ríos ‑hoy el estacionamiento de un reconocido hotel‑ y subjefe de la Oficina de Química ‑en la actualidad Bromatología‑ comienza la escritura de su libro de poemas, Hallazgo de la roca, un juego perfecto de alquimia, donde puede hallarse una moneda de oro titulada "Tratado de la rosa". A la par desempeñaba sus acciones de empleado municipal y una desavenencia laboral es la presunción más firme del estallido que significó "Fruttero se va al campo".

El poeta, al inicio de la década del cuarenta, reconoce en sus funciones laborales una sustancia nociva en el jarabe de una conocida marca de bebida cola y pide de inmediato su baja en la comercialización. En el camino que llevó la denuncia desfilaron frente a él un sinnúmero de actos reñidos con el servicio público por parte de integrantes de diferentes  estamentos de gobierno. Esta disputa derivó más tarde en el pedido de una jubilación anticipada y su ida a la provincia de Misiones. También, resulta posible por el marco, que la marcha haya significado vivir una vida más plena, sin la carga del decoro retraído proveniente de las obligaciones y la urbanidad de hace más de setenta años. 

Es en ese contexto donde el poema halla su mejor forma. Un laconismo de divergencias: la interpretación de los misterios de la gracia poética, un cansancio de las apariencias o una confrontación directa del hombre, empleado público, frente al hecho reconocido denominado coima. O todo, en dosis proporcionales

Cuadro de amigos no lleva, pero sí algunos libros dedicados. Muchos amigos sí deja, empero él se aleja alegrado/ Se va con Fulano, Zutano y Mengano/Se va entre todos, con etcétera, etcétera. /Ha adivinado un secreto/ Y con ese secreto/Se va.