Fue una victoria de los CEOs. La decisión de volver al FMI a pedir dinero fue diseñada y resuelta exclusivamente por la mesa chica económica del Gobierno. Además de la obvia participación del presidente Mauricio Macri y del trío Marcos Peña, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana, en la cocina de la iniciativa estuvieron el ministro de Finanzas, Luis Caputo y el de Hacienda, Nicolás Dujovne. Al presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, se lo comunicaron cuando ya era una decisión tomada. Los funcionarios políticos recibieron la noticia recién ayer, al igual que los aliados del PRO, e intervinieron sólo en la comunicación. Más allá de que todos se mostraron de acuerdo, la forma en que se resolvió marca una lógica consolidada en la Rosada. En el discurso del Presidente y sus funcionarios, recurrieron a una nueva crisis contrafáctica evitada: una corrida mucho peor del dólar que se habría conjurado con esta decisión.
La resolución de recurrir al FMI para solicitar un salvataje económico se tomó en una reunión de la mesa chica económica del Gobierno: ni siquiera en el encuentro del gabinete económico que le siguió a esa charla, donde todo pasó por ver cómo se implementaba la medida. En paralelo a esas reuniones, se juntó la Mesa Nacional de Cambiemos para darle su apoyo al presidente en el rumbo económico. Macri participó de ese encuentro, pero se cuidó de comunicarle la decisión a sus aliados radicales y de la Coalición Cívica. El motivo que señalaban en Balcarce 50 es que querían evitar filtraciones a la prensa antes de que Macri hiciera su anuncio de ayer.
Entre las razones que expusieron Dujovne y Caputo en ese encuentro con Macri estuvo sobre todo la falta de financiamiento internacional que empezó a experimentar el Gobierno: sin otras fuentes de las que tomar deuda, lo conveniente –argumentaron– era ir al FMI, que les daría una tasa más baja. Ayer, cuando abrieron la decisión, Elisa Carrió lo dijo sin filtro: “Ir al FMI con 4 por ciento de interés es ahorrar la mitad de los intereses, estar cubiertos hasta el 2019 e impedir el eterno golpismo de los devaluacionistas”, aseguró. Esto último también estuvo presente en el discurso del Gobierno, sobre todo en el que transcurre sin los micrófonos y las cámaras. “Teníamos datos de que los mercados se iban a venir con todo por una devaluación mayor”, fue el argumento de una nueva crisis evitada.
Una vez resuelto el camino a seguir, vino su implementación evitando consultar a aliados y otros referentes del espacio, que podrían haber advertido sobre las implicancias políticas y culturales que tenía una decisión así. Con la lógica de los hechos consumados, a la mayoría no le quedó más que salir a respaldar.
“Apoyamos el rumbo económico seguido por el presidente, la decisión de integrarnos al mundo y de adaptarnos a los cambios de hoy para que el futuro de todos sea mejor”, salió a bancar el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta. Por su parte, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, advirtió que “Argentina fue socia del FMI durante el kirchnerismo”. “Siempre dijimos que la Argentina era vulnerable por el enorme déficit que heredamos. El populismo y la demagogia nos llevaron a fracaso y a la frustración”, culpó al Gobierno anterior.
Cadena privada
Dujovne se comunicó ayer por la mañana con la titular del FMI, Christine Lagarde, con quien compartió cenas de miles de pesos en su casa pagadas con el erario público. Luego de consensuar los términos generales, la llamó Macri para sellar el acuerdo. Por supuesto, ahora Dujovne viajará a Estados Unidos porque falta la letra chica (y es sabido que el demonio está en los detalles).
La decisión se abrió a más funcionarios a media mañana de ayer, pero para que intervinieran en la parte de la comunicación. En la reunión de coordinación, en la que además de Peña, Quintana y Lopetegui, estuvo Frigerio, quien se ocupó luego de dar a conocer la decisión a los gobernadores. “Todos bancaron y comparten la salida”, indicaron funcionarios de su ministerio.
En ese cónclave, se terminó de ajustar la forma de dar a conocer la decisión: definieron que sería Macri el que saldría a dar la noticia, algo que no es habitual. En los últimos días, no obstante, se venía buscando la forma de sacar al mandatario del lugar en el que había quedado, en el que esquivaba el tema del dólar, mientras su imagen seguía sufriendo un daño importante. Evaluaron que comunicar esa decisión –si bien no era una “buena noticia”– lo ponía en un sitio de protagonismo, de estar ocupándose de resolver la corrida. En los últimos días, habían llegado a pensar hasta en usar la cadena nacional.
Peña y su equipo de comunicación trabajaron en los borradores. Para evitar imágenes del pasado, decidieron que Macri no apareciera sentado en un escritorio, sino que hablara desde un atril (y por supuesto que no dijo “qué lindo es dar buenas noticias”). Lo grabó al mediodía y, sin convocar a cadena nacional, lo transmitieron todos los medios en una suerte de cadena privada.
Tras la decisión, ayer seguía habiendo preocupación en la Rosada por el panorama económico. Todas las variables tienen luces amarillas o rojas: el dolar, la inflación, el crecimiento (no sólo por la tasa sino por la sequía que afecta la producción rural) y hasta hay quien se queja de que los supermercados remarcan por cualquier cosa y reclama mayor intervención por parte del ministro de Producción, Francisco “Pancho” Cabrera. Otros, en cambio, piensan que el ajuste tendría que haber sido mayor en los años anteriores para evitar llegar a este escenario.
Hacia afuera, el discurso es que no había alternativa. “Es esto o un ajuste salvaje o una megadevaluacion”, analizaban el Balcarce 50. “El gradualismo y el equilibrio fiscal al 2020 se financia con deuda a tasas bajas. No hay otro camino”, remarcaron en la Rosada. Desde el ala política del Gobierno, no obstante, todavía piensan que la decisión tomada por los CEOs requiere todavía un trabajo más fino. “Creo que hoy con esto logran calmar los mercados, ahora hay que calmar la política”, definían, en las vísperas de la sesión de hoy, donde el oficialismo se apresta a perder la votación por las tarifas.