Habría que armar una antología con los cuentos que fueron pedidos para antologías y que -por diferentes circunstancias- nunca llegaron a publicarse. El verano pasado, los creadores de la editorial artesanal Sirga le pidieron a varios escritores argentinos que escriban un cuento ruso, tomando la anécdota chejoviana que Piglia popularizó en sus archi leídas tesis sobre el cuento. Luego, confirmando una sospecha de campaña, el gato blanco abrió la importación indiscriminada de libros, el precio del papel compitió mes a mes una carrera inflacionaria con las nubes y varias librerías porteñas bajaron las persianas al ritmo de la caída del consumo. En ese contexto, invertir unos pesos en una aventura literaria de este tipo era como balearse en un rincón. Desconozco si otros autores escribieron sus textos. Hasta donde tengo entendido, lo único que quedó de esa antología inconclusa es el título que le da nombre a este cuento.
El cuento por su autor
Este artículo fue publicado originalmente el día 29 de diciembre de 2016