Hace un año nos dejaba Juan Carlos Tedesco. Uno de los intelectuales latinoamericanos que más aportó, desde el pensamiento y la acción, a la lucha por la democratización de la educación en la región. Gran persona, entrañable amigo, poseedor de una conducta y una ética siempre coherentes, dedicó su vida a buscar caminos creativos y originales para la construcción de sociedades más justas.
Militante de la política y la educación en los ’60 y los ’70, inauguró su vida profesional como docente e investigador universitario. De esta etapa es su primer texto, un clásico para la historia de la educación argentina: “Educación y Sociedad en Argentina: 1800-1945”.
Expulsado en el 76 de las universidades en las que se desempeñaba como profesor, junto a Gregorio Weimberg y Germán Rama desarrolló para CEPAL-UNESCO un proyecto insoslayable para comprender y estudiar la relación entre los modelos de desarrollo y los procesos educativos de la región. Sobre inicios de los ’80 fundó el Área de Educación y Sociedad de FLACSO Argentina. Desde allí dirigió “El Proyecto Educativo Autoritario”, un trabajo fundamental que denunció las estrategias educativas del gobierno militar y sus principales consecuencias.
El retorno de la democracia no encuentra a Juan Carlos trabajando en el país. Como funcionario de jerarquía en organismos internacionales durante 20 años enfrentó con éxito el desafío de no limitarse a la tarea burocrática y el de mantener la producción intelectual creativa que siempre lo caracterizó.
Tras alcanzar los más altos cargos en la UNESCO, Juan Carlos decidió abandonarlos y volver a la Argentina para trabajar con todo su compromiso en la transformación educativa del país. También para estar más cerca de su familia, sus amigos y Racing.
Tres ideas centrales atravesaron su aporte a la educación en esta etapa:
1. No es posible someter a la educación a las leyes del mercado.
2. Para que la educación pudiera cumplir un papel igualador era necesario construir sociedades más justas, donde los niños accedan a las escuelas sin las enormes desigualdades que imperan en la región.
3. Es imprescindible generar grandes pactos educativos que permitan la sumatoria de todos los actores involucrados en la democratización de la escuela.
A partir de estos fundamentos, cuando se le ofreció llevar a la gestión pública sus ideas de transformación educativa, asumió el compromiso político sin escudarse en la “neutralidad” académica. Fue Secretario y luego Ministro de Educación de la Nación. Su aporte en la construcción de la nueva legislación educativa y en el comienzo de su implementación, fue crucial. No sería exagerado afirmar que buena parte del legado de su pensamiento y accionar se encuentran plasmados en la Ley de Educación Nacional.
Volvió a la actividad académica en 2010, y continuó trabajando hasta el final de su vida. Su libro “Educación y justicia social en América Latina” condensa buena parte del pensamiento elaborado a partir de su experiencia en la gestión pública.
En momentos en que se intentan restaurar las políticas neoliberales en América Latina y Argentina, sus enseñanzas nos deben guiar más que nunca. Por suerte los grandes maestros e intelectuales, aun cuando no nos acompañen físicamente, nos legan su obra y su ejemplo para guiarnos en su ausencia. La mejor forma de recordar a Juan Carlos, es seguir luchando por una educación democrática y popular en América Latina.
* Diputado Nacional FPV - PJ y Ex - Ministro de Educación, Ciencia y Tecnología .