¿Cómo elegiste los temas, las mesas y lxs invitadxs?
Mariano López Seoane: Mi punto de partida fue la idea de que el stand representara lo que ya viene ocurriendo en las comunidades de la disidencia sexual. Es la primera feria del libro que tiene un stand así, no sólo en la Argentina sino en el mundo. En Buenos Aires están sucediendo miles de cosas, hay espacios que vienen representando nuestras voces, tonos, matices, y también conflictos. Quería poner eso que ya está pasando en el espacio de la Feria, por el cual circulan públicos que en general no tienen acceso a discusiones y perspectivas. La búsqueda de ese “choque”, ese contacto, fue lo que guió la organización de las mesas. Después, el otro objetivo fue que en esas mesas se intentara representar la enorme variedad de formas de expresión, porque en nuestras comunidades no sólo hay personas que tienen una perspectiva política, sino que también hay artistas, poetas, músicos. Por otro lado, muchas de las editoriales propusieron actividades para “Orgullo y prejuicio”, y en ese caso lo que tuve que hacer fue simplemente seleccionar las que tenían más sintonía con lo que ya venía armando o las que añadieran un matiz que yo no había tenido en cuenta.
Muchas de las voces que semana a semana toman volumen en este suplemento se han replicado en las propuestas del stand…
M. L. S.: La idea fue que “Orgullo y prejuicio” funcionara justamente como un amplificador de lo que ya se viene produciendo. En ese sentido, decidí que la primera actividad del stand fuera una mesa de activistas porque me parecía importante reconocer que lo que vienen haciendo hace muchos años ha sido clave para que exista un espacio como el que tenemos ahora. Y después pensé indudablemente en dos focos de activismo cultural indispensables que son Casa Brandon y SOY. Ambos fueron para mí referencias ineludibles y por supuesto SOY lo fue de manera muy especial porque colaboro en el suplemento y soy lector. Por eso muchas de las personas que han escrito en SOY y muchas de las discusiones que han pasado por el suplemento no podían no estar en el stand. Lo mismo con lo que sucede en Brandon. A veces se puede decir en estos casos y, de hecho se ha dicho, “invitó a los amigos”. No es así: hay mucha gente con la que no me llevo bien que está en el stand, pero sí es cierto que personalmente tengo una trayectoria cercana al activismo, a la crítica cultural, a la crítica literaria y al periodismo que me ha llevado a entrar en contacto con mucha gente que hace cosas desde una posición disidente y mucha de esa gente está también en SOY y en Brandon y en el stand.
¿Qué análisis hacés del público: quiénes van, qué buscan, qué encuentran?
M. L. S.: Hay un público que es el que encontrarías en Brandon, o leyendo el SOY o en una marcha, pero también hay un público que no pertenece a esa demografía para nada. El stand está ubicado en una zona de la feria muy transitada, en el Pabellón Ocre, que es el primero al que accede la gente que entra por Plaza Italia, la entrada más concurrida. Por lo tanto casi todas las personas que van a la feria pasan por ahí en algún momento. Estamos compartiendo el espacio con las provincias, con los sindicatos y con los equipos de futbol en un pabellón muy institucional en el que casi no hay editoriales. Las personas que pasan caminando escuchan algo que está pasando, ven un video que se está proyectando, escuchan un grito o a alguien cantando y se acercan. El stand no solo tiene un auditorio con actividades, también tiene una librería, que atrae a familias, niñes, jóvenes. Veo muchas chicas de escuela secundaria mirando libros que hablan de feminismo y teorías de género, muchos padres que se ven perfectamente heterosexuales comprando libros para sus hijos o hijas. La experiencia es que hemos tenido, como era la intención, la presencia y la participación de un público que no es el público que está habituado a escuchar este tipo de planteos.