Si se rastrea en YouTube “Frente Skinhead Buenos Aires”, “Foro Nacional Patriótico (Fonapa)”, “La Giachino” o “Bandera Negra”, se los puede ver en plena acción y propagación: videos donde se exhiben una bandera y simbología nazi, donde se escucha una marcha de las SS y varones de distintas edades verbalizan el saludo característico. Son algunas de las caras visibles de los grupos fascistas marplatenses. Es vox populi que actúan en coordinación con sectores de las fuerzas policiales, con protección política y de algunos funcionarios judiciales. Desde 2011 fueron denunciados por más de 30 hechos violentos. Y por fin, hace poco más de una semana, seis de los ocho imputados fueron condenados en un juicio que los organismos de Derechos Humanos y de diversidad de esa ciudad califican como histórico.
Mar del Plata vio recrudecer los ataques después de 2014, cuando se intensificaron las golpizas a personas trans. Mora Paz fue una de las pocas en denunciar cómo un grupo de cuatro sujetos la golpeó con palos hasta mandarla al hospital. Astrid, fue desnudada y luego, en el piso, recibió un piedrazo en la cabeza que le fracturó la mandíbula en varias partes. En diciembre de 2015 Juan Martín Navarro volvía a su casa cuando fue brutalmente herido bajo el pretexto de su identidad sexual por cinco individuos con palos de PVC rellenos de cemento. Terminó en coma. Ahora, integra una de las organizaciones que impulsaron y ganaron el juicio.
Grabar una esvástica en la mano de un chico con un cúter, publicar y difundir propaganda nazi, destrozar el Centro de Residentes Peruanos y agredir a participantes del Encuentro Nacional de Mujeres fueron sólo algunos de los delitos por los que fueron denunciados, primero de manera aislada, y, desde principios de 2016, y por impulso de la ex Procuradora General de la Nación Alejandra Gils Carbó, en el marco de una investigación a cargo de un equipo especializado en causas vinculadas con actos discriminatorios.
Finalmente, Alan Emanuel Olea y Gonzalo Salomón Paniagua fueron condenados a 9 años de prisión; Nicolás Caputo a 8 años y seis meses; Oleksandr Levchenko a 9 años y seis meses; Franco Martín Pozas a 4 años y seis meses; Giuliano Spagnolo a 5 años y seis meses y Marcos Caputo, que al momento de los ataques era menor de 18, a un tratamiento tutelar de 2 años. El único absuelto fue Giordano Spagnolo.
El accionar de Ateos MDQ, H.I.J.O.S., la Asamblea por una sociedad libre de fascismo y la organización lgbti Amadi fue crucial en la causa. Así lo cuenta el DJ y miembro de Amadi Javier Moreno Iglesias, a quienes los neonazis lo dejaron inconsciente: “si no hubieran enfocado su violencia en activistas lgbti, tal vez no estaríamos hablando de esto. La causa hubiera quedado en el fuero provincial y no se hubiera podido acreditar la asociación ilícita”. La inscripción “Judío puto” y el ataque a su compañero Juan Martín Navarro –golpeado hasta entrar en coma– fueron clave. En 2012 y 2013 hubo ataques a cuidacoches del centro que no movieron las pestañas de los vecinos ni de casi nadie. Después fueron contra los punks, “pero cuando empiezan a atacar a las trans yo personalmente decido ir a sacarles fotos. Eso llevó a las conferencias de prensa y a unirnos con otros grupos con un objetivo común”, recuerda Javier.
“Si bien las penas resultaron menores de lo que pedían las querellas –15 años de prisión efectiva–, nos sentimos ratificados. No hay ninguna banda neonazi juzgada en nuestra historia reciente. Siempre eran casos individuales”, plantea Juan Martín Navarro, integrante la Asamblea por una sociedad sin fascismo. En sus alegatos, el abogado de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), Alejandro Broitman, y el abogado de unas de las víctimas, César Sivo, consideraron que estaba demostrada la existencia de una asociación ilícita, es decir, “una organización criminal que se sustenta en tratar de imponer sus ideas mediante la violencia y el temor”. Los jueces les dieron la razón.
Según denuncian desde Amadi, el aglutinador e ideológico más visible de los neonazis de esa ciudad es “Carlos Pampillón, el mismo que hizo las pintadas xenófobas en el Centro de Residentes Bolivianos, el que vandalizó los monumentos de la Memoria. Tenía vínculos con el riñón más duro del Pro local. Estos pibes cuando atacaban decían explícitamente estar protegidos por el intendente”.
NO SON OCHO LOCOS
Durante los últimos años los activistas lgbti y de DDHH locales han trabajado en desentrañar y denunciar que no se trata de “ocho pibitos locos”, sino de un entramado con conexiones locales y hasta internacionales: “Probamos que tenían vínculos con gente de la Base Naval. Paniagua, uno de los cerebros, se conectaba con Amanecer Dorado en Grecia –una de las máximas expresiones de grupos neonazis en el mundo, que asesinan inmigrantes, entre otros crímenes–, con grupos falangistas de Madrid. Tienen también contactos con Bandera Vecinal, el partido de Alejandro que reivindica la última dictadura”.
Los jueces dijeron que era una agrupación que incitaba a cometer crímenes de odio sobre una ideología basada en el autoritarismo, la violencia, y pretextos a partir de la orientación sexual, la identidad de género, la ideología política. Algo que para Moreno Iglesias hace de la sentencia un hito porque “es la primera vez que se logra una condena de esta índole: a principios de los 90, Biondini estuvo preso por usar simbología que incita al odio, pero no por ser parte de una agrupación con esa ideología. El mensaje ahora es muy claro: no estamos dispuestos a tolerar ataques en base a un criterio autoritario y discriminatorio”.
Son muchos los que coinciden en que no es casual que este rebrote fascista tenga como escenario a La Feliz, que para el abogado César Sivo es tierra de paradojas: “A Miguel Etchecolatz le dan un arresto domiciliario en el Bosque Peralta Ramos y los vecinos son los que se levantan y logran que se revierta eso”. Y por otro lado, “en acá se repite una y otra vez la aparición de grupos de derecha con posiciones extremas. Ejemplo de esto fue a fines de los 60 la Concentración Nacionalista Universitaria. Se estima que asesinaron a más de 50 personas. Uno de los episodios más conocidos fue el ataque a la Facultad de Arquitectura, donde fue asesinada Silvia Filler y varios estudiantes resultaron heridos con armas de fuego”. En esto coincide Moreno Iglesias: “No vemos estos aires en la juventud, que es diversa y está en conexión con muchas culturas alternativas. Pero sí una importante cantidad de marplatenses de mediana y tercera edad, que ha llevado a Carlos Arroyo a la Intendencia”. En 2016 Arroyo –en cuyo bunker se pudo ver festejando el último triunfo electoral a jóvenes neonazis– “se refirió a la sociedad de 1976 como ‘ideal’ y anda por un arma por la calle”. “Hemos visto a estos grupos en las puertas de escuelas, reclutando pibes –dice Javier–. Este fallo es una herramienta en ese sentido, no sólo por el valor de jurisprudencia, sino por el impacto cultural que esperamos que tenga en esta ciudad”.