Con el dólar todavía en alza y el ministro de Hacienda negociando en Washington el salvataje del Fondo Monetario Internacional, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, ofreció ayer una conferencia de prensa en la que intentó dar una imagen de tranquilidad frente a la crisis económica que Cambiemos sigue sin poder controlar desde la semana pasada. “No hay razones para agitar fantasmas”, aseguró el hombre más poderoso del gabinete, en referencia a la debacle del gobierno de la Alianza, liderado por sus principales socios políticos, la UCR, en 2001. El funcionario no dio demasiadas precisiones: afirmó que las conversaciones con el organismo encabezado por Christine Lagard “van a durar semanas” y descartó cambios en el Gabinete. “El gradualismo es el único camino viable”, sostuvo, aunque no se animó a pronosticar cómo continuará la cotización del dólar ni cómo impactará en los precios para no “generar una ilusión de tranquilidad”.
En medio de una semana marcada por la decisión de volver a endeudarse con el FMI, Peña ratificó ayer la línea oficial del gobierno. Él había sido uno de los responsables de aquella decisión, tomada por la mesa chica económica compuesta también por los vicejefes de Gabinete, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, el ministro de Finanzas, Luis Caputo, Dujovne y Mauricio Macri.
Sobre el auxilio financiero, no aportó la cifra que pedirán y se limitó a calificar el préstamo como “una herramienta más de respaldo”, que hará a los argentinos “menos vulnerables”. El jefe de Gabinete llamó a “no agitar fantasmas” y planteó la negociación con el FMI como parte de un “diseño” que ofrece la “posibilidad de adaptarnos” frente a las políticas económicas aplicadas durante los últimas semanas, que reconoció no alcanzaron para frenar la presión cambiaria.
Pese a que existieron varias advertencias de economistas y dirigentes políticos opositores, el jefe de Gabinete buscó deslindar responsabilidades en el contexto internacional –en referencia a la suba de la tasa de interés en Estados Unidos– y volvió a cargar las tintas sobre la herencia recibida: “Este es el camino que nos va a permitir superar problemas que no solo heredamos del Gobierno anterior sino desde hace 70 años”. En ese punto, Peña insistió con que “el gradualismo es el único camino viable” y agregó que “esta vez no nos vamos a quedar en la mitad del camino”.
“Hubo una combinación de factores y un contexto global, que hace crecer la vulnerabilidad para economías como la nuestra que dependen del financiamiento externo. No puede quedar dudas de que el gradualismo tiene que avanzar de forma permanente y no avanzar y retroceder”, insistió Peña con la mirada puesta en el debate del Congreso, donde la oposición estaba tratando el proyecto para frenar el tarifazo en los servicios públicos.
El mensaje de Peña también sirvió para meterle presión a la oposición, que trataba desde las 11 de la mañana el congelamiento de tarifas. “De dónde salen los fondos de la ley que están proponiendo”, desafió el jefe de Gabinete que en las últimas semanas había difundido un informe sobre el presunto millonario costo fiscal. Durante la exposición ratificó el veto presidencial en caso de que el proyecto se aprobado también en el Senado.
Peña esquivó durante los 40 minutos de conferencia ofrecer mayores precisiones sobre la negociación con el FMI y pidió “ser prudentes con los rumores y la información” para “despejar los fantasmas” con el objetivo de mostrar a un Gobierno fuerte frente a la caída de la imagen popular: “Esto nos genera la sensación de que estamos peor de que lo esperábamos, pero son las contradicciones de estar en un proceso que nos llevará tiempo salir de la zona de vulnerabilidad”, esgrimió y agregó: “No hay una situación similar a la de otras crisis, porque se incorporaron las enseñanzas para evitar una gran crisis económica”. Pese a las críticas de propios y ajenos que piden una conducción económica concentrada, Peña ratificó su respaldo al modelo de gestión: hay “un equipo competente para administrar las volatilidades”, dijo.
Sobre la inflación, el jefe de Gabinete sólo pudo esgrimir el acuerdo alcanzado ayer con las empresas petroleras para congelar el precio del combustible por 60 días y volvió a culpar a la situación externa de la suba del petróleo, a pesar de que se trata de una variable incorporada por el Gobierno a favor de las empresas a fin de año. Para rematar, volvió a la prédica de la fe macrista y dejó un mensaje preocupante sobre el futuro: “No podemos caer en la demagogia de decir que no va haber dificultades, van a ir cambiando, algunas de esas por ahí ni sabemos cuáles van a hacer en un mundo tan cambiante”.