El dólar cerró ayer a 23,13 pesos, con una suba de 19 centavos. El tipo de cambio mayorista, con el que operan los importadores, exportadores y grandes inversores, se ubicó en 22,70 pesos, con una suba de 32 centavos. Las reservas internacionales finalizaron en 57.014 millones de dólares, aumentando 1818 millones. El avance no fue por el ingreso de divisas de inversores privados sino que la autoridad monetaria negoció con el BIS, el banco que regula a los bancos centrales en el mundo, un préstamo de contingencia por casi 2000 millones de dólares. Estas líneas de créditos son solicitadas cuando se necesita liquidez en forma inmediata. El organismo, a cargo de Federico Sturzenegger, había perdido en los últimos dos meses más de 7000 millones de dólares por intervenir en el mercado cambiario.
El anuncio del regreso al Fondo Monetario Internacional no ayudó a calmar el precio del dólar pero generó cierta tranquilidad para los activos financieros. El efecto se potenció con la aprobación de la ley de mercado de capitales, que colaboraría para que la Argentina pase a ser considerado país emergente. Las acciones de la bolsa porteña subieron 6,2 por ciento, tras cinco días de caídas. Se destacaron los avances del 9,3 por ciento del Grupo Financiero Galicia, 9,4 por ciento de Supervielle, 9,3 por ciento de Ternium y 11,0 por ciento de Transener. En los mercados de Nueva York, también hubo un fuerte rebote de las acciones argentinas. Los títulos públicos en dólares, si bien registraron caídas por la mañana, recuperaron la cotización a partir del mediodía y cerraron con leves subas al final de la jornada.
La volatilidad del peso y del mercado bursátil estos días fue notable: la bolsa porteña pasó de perder casi seis por ciento a ganar más del seis por ciento en un día, mientras que la cotización del dólar registra movimientos abruptos hace semanas, que la llevaron de 20,50 a más de 23 pesos. Entre los inversores se volvió viral un cuadro de Bloomberg que comparaba las fluctuaciones del peso con las de una criptomoneda como el Bitcoin. En los últimos días no hubo diferencia y se transformó en el chiste de la semana en las mesas de dinero. Las bromas no hacen menos alarmante el tema cambiario, financiero y, principalmente, económico del mercado interno.
El anuncio de volver a tomar deuda con el Fondo Monetario Internacional trae tranquilidad entre los inversores del exterior, quienes saben que el organismo pondrá condiciones fuertes para reducir el rojo fiscal y garantizar el pago de las deudas a los acreedores. El problema es que las divisas de la institución no se usarán para resolver las tensiones estructurales de la economía, que registra un importante desorden en el frente externo. La dolarización del sector privado de 22 mil millones de dólares por año, el déficit de turismo superior a 12 mil millones y el rojo comercial de 10 mil millones no se frenan con la deuda del Fondo. Sólo puede llegar a bajar con un tipo de cambio muy por encima del actual y, con estos niveles de empleo y de consumo, avanzar en esa dirección es un arma de doble filo. La espiral inflacionaria y el descontento social se vuelven granadas sin la anilla.
El Banco Central tiene por delante uno de los principales desafíos de su gestión. La próxima semana le vencen cerca de 600 mil millones de pesos en Lebac y nadie en el mercado esta muy seguro cómo hará la entidad para convencer a los inversores de continuar renovando las letras. La autoridad monetaria dejó subir fuertemente la tasa de interés de estos títulos en el mercado secundario. Ayer cerraron en 42 por ciento, pero por la tarde alcanzaron picos del 47. El Central se transformó en una máquina de regalar plata al mercado. Perdió cerca de 10.000 millones de pesos en los últimos dos meses, al intervenir vendiendo dólares a 21 pesos, que hoy cotizan a 23. Los exportadores, en este esquema de incertidumbre, aprovechan todas las posibilidades para incrementar sus ingresos. Una de las bicicletas de moda la están haciendo con los créditos de prefinanciación. Reciben préstamos en dólares del Banco Nación y otras entidades financieras y los cancelan en pesos, ganando con las diferencias de cotización por efecto de la devaluación sostenida.