Triste noticia para despedir este año. Se fue el más grande atendiendo a los chicos. Puro amor y un luchador imprescindible de los rosarinos más olvidados. Se fue Montaldo, nunca se irá su historia, si imagen, su humildad, sus energías, su encanto, su impronta, su magia.
Montaldo nunca se alejó de su barrio, Ludueña, lugar donde la peleaba todos los días, charlaba con los chicos y contemplaba una lucha cada vez más difícil pero que nunca resignó, la de una vida mas vivible para todos, especialmente para los niños, esos que amaba tanto y que cuidaba sin desdén.
El cura de barrio, con su sonrisa inovidable, con cojones como pocos, denunciando capos narcos, los dueños de los bunkers que apagaban la vida de los "soldaditos", esos niños que él tanto defendía.
La noticia más triste, nos sacudió a todos, a quienes lo conocimos y a muchos más, a toda la gente de buena leche, porque eso era Montaldo, un hombre, un cura que no se resignaba ante la injusticia. Necesitamos muchos como él. Un hasta siempre Edgardo.
Ramón Verón
Subsecretario de derechos humanos de Santa Fe