Desde Roma
Después de más de dos meses de discusiones entre los partidos políticos sin llegar a ningún acuerdo para formar un gobierno, y luego de haber pedido al presidente de la República, Sergio Mattarella, una prórroga de 24 horas -después convertida en cuatro días- antes de que éste pusiera en marcha un gobierno “técnico” para hacer nuevas elecciones, los dos partidos mayoritarios de las elecciones del 4 de marzo, el Movimiento Cinco Estrellas y la Liga (ex Liga Norte) parecen haber llegado a un compromiso. Pero los resultados finales, es decir la concreta propuesta de gobierno con los nombres del primer ministro y su gabinete, se conocerán recién el domingo o el lunes, según se anunció.
Por ahora se sabe con cierta certeza que ninguno de los líderes de los dos partidos mayoritarios, ni Matteo Salvini de la Liga, ni el jovencísimo Luigi Di Maio del Movimiento Cinco Estrellas (M5E), será primer ministro. Se comenta sobre otros candidatos pero no hay nombres ciertos aún. Para Di Maio y para Salvini estarían reservados dos ministerios importantes, el de Exteriores y el de Interior respectivamente.
Se desconocen los hombres de los demás componentes del gabinete y del primer ministro pero en un comunicado emitido luego de la primera reunión cara a cara que tuvieron los dos líderes, ayer por la mañana en la Cámara de Diputados –y que se repetirá hoy–, aseguraron que se habían dado “significativos pasos adelante”. Ayer por la tarde se hizo un encuentro de los técnicos de ambos partidos para decidir las prioridades del programa de gobierno. Se sabe que los puntos de discusión entre otros son las jubilaciones y las tasas y dentro de esto último, la simplificación de los procedimientos fiscales, las “justas” tasas para las empresas internacionales, especialmente los gigantes de Internet, y una mayor equidad para las pequeñas empresas.
Pero también está presente el tema de los migrantes, que llegan por miles a las costas italiana sobre todo de Africa. En este punto ambos partidos han unido inmigración y seguridad, como si los migrantes pudieran poner en peligro la seguridad de las familias italianas o sacarles el trabajo, cuando está demostrado que Italia es un país de viejos que necesita migrantes jóvenes que trabajen y paguen sus impuestos para que el Estado pueda pagar a su vez las jubilaciones. Di Maio se ha lanzado incluso contra las organizaciones no gubernamentales como Médicos sin Fronteras, que salvan migrantes en el Mediterráneo, y Salvini ha hablado de expulsar del país al menos a 600.000 “clandestinos”. Para esto se proponen, entre otras cosas, aumentar el personal de policía y carabineros. Pero eso no es todo y será interesante conocer cuáles serán las medidas que se proponen tomar en este ámbito porque eso dará una idea de los verdaderos contenidos del nuevo gobierno.
Otro punto neurálgico es la política exterior porque no se sabe si inclinarán a Italia hacia la derecha, haciéndole la guerra (verbal claro) a la Unión Europea e impulsando las relaciones con Moscú o si preferirán las relaciones hasta ahora vigentes con la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) de la que participa también Estados Unidos.
Los militantes del M5E deberán votar por Internet, tal como hacen usualmente, su acuerdo o no con el programa de gobierno una vez que esté terminado y antes de ser presentado al presidente de la República Sergio Mattarella. Y esto podría provocar también otros problemas.
La batalla más difícil de estos días fue, sin embargo, vencer la oposición de ciertos miembros de Forza Italia, el partido que lidera Silvio Berlusconi, líder de la alianza de centroderecha que como coalición salió primera en las elecciones de marzo. Algunos de sus exponentes se oponían vivamente a los arreglos que Salvini -que está en la alianza de centroderecha- hacía con el M5E. El problema es que Di Maio siempre dijo no querer saber nada de hacer acuerdos con Berlusconi. Pero ahora tal vez sería muy difícil mantener un gobierno formado por la Liga y Cinco Estrellas sin el apoyo de Forza Italia sobre todo en el Senado. En efecto Liga y 5 Estrellas le habrían pedido a Forza Italia un apoyo externo al gobierno formado por ellos dos, pero renunciando a formar parte del Ejecutivo. Y esto no le habría gustado para nada a algunos dirigentes berlusconianos como el senador Renato Schifani quien dijo claramente que “es imposible el voto de confianza en el Parlamento (el gobierno que se forme debe ser aprobado por las dos Cámaras)a un gobierno del que no se formará parte”. Pero Forza Italia, que perdió un buen número de votos en estas elecciones, podría perder aún más si no se aprueba el nuevo gobierno y se va a elecciones en julio como se prevé. Por lo cual sus dirigentes habrían evaluado muy seriamente este factor al tomar sus decisiones. En las últimas horas, Berlusconi dio un tácito ok al nuevo gobierno -”Un gobierno del M5E no es el fin del mundo, no es el fin de la alianza de centroderecha aun cuando Forza Italia no concederá el voto de confianza en el Parlamento”, dijo Berlusconi en un comunicado. El ex premier sabe muy bien que el aporte de Forza Italia será fundamental en el Senado donde los dos partidos que integrarán el gobierno tienen una muy escasa mayoría y donde más de una vez, para poder aprobar ciertas normas, tendrán que recurrir al apoyo de los senadores de su partido.
En las elecciones parlamentarias del 4 de marzo el partido más votado fue el Movimiento Cinco Estrellas, fundado por el cómico Beppe Grillo y hoy liderado por un joven de 31 años, Di Maio. El M5S pasó del 26 por ciento en las elecciones de 2013, al 33 en marzo.
La coalición más votada en cambio, fue la de centroderecha (Forza Italia de Berlusconi, La Liga de Salvini y Fratelli’d’Italia liderado por una mujer, Giorgia Meloni), que pasó del 31 por ciento en 2013 al 37 por ciento ahora. Pero quien se llevó la corona dentro del centroderecha esta vez no fue el partido del ex premier Berlusconi sino la racista, antiinmigrantes y antieuropeísta Liga (ex Liga Norte) que de apenas un cuatro por ciento en 2013 pasó a casi el 18.
El Partido Democrático, único partido importante que representa al centroizquierda, quedó en la lona, pasando del 27 por ciento de los votos en 2013 al 19 ahora. Un desastre que muchos atribuyeron al ex secretario del partido y ex primer ministro, Matteo Renzi, pero también a que el partido no ha sabido captar las necesidades de amplios sectores de la población.