La empresa de carrocerías Metalpar pretende despedir a 150 de sus 600 trabajadores, por lo cual se están llevando a cabo reuniones tripartitas con el gremio y el Gobierno. Ayer tuvo lugar un encuentro en el Ministerio de Trabajo, en donde se evaluó la decisión empresarial del achique e incluso circuló la versión del cierre de la firma, que se dedica a la producción de colectivos urbanos. Fuentes gremiales plantearon que Metalpar está en una mala posición económica a partir de “la falta de demanda de colectivos urbanos, que hace peligrar la continuidad productiva y por ende laboral de la empresa”. Presionan para actualizar 4 mil unidades que están en circulación y que superan los diez años de antigüedad, según la versión de la empresa. También se concretó el cierre de la firma Nicoll Eterplast, de caños y tanques de agua de PVC, lo que dejó sin trabajo a 170 personas.
Metalpar es una empresa de fabricación de ómnibus establecida en Loma Hermosa, provincia de Buenos Aires, de capitales chilenos y controlada del grupo brasileño Marcopolo, que además tiene la fábrica Metalsur ubicada en Villa Gobernador Gálvez. Según informó el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (Smata), ayer tuvo lugar una segunda reunión en el Ministerio de Trabajo, convocada por la Dirección Nacional de Relaciones Laborales, a cargo de Adolfo Saglio Zamudio, porque Metalpar busca despedir a 150 de sus 600 trabajadores e incluso deslizó la posibilidad del cierre. Del encuentro también participaron representantes del ministerio de Transporte y de la Secretaría de Industria. Es que la empresa presiona al Gobierno para que intervenga para “la renovación de las 4 mil unidades –colectivos urbanos– que ya excedieron los 10 años de antigüedad y que legalmente están obligadas a renovarse en junio”, planteó Metalpar.
Otra empresa de gran porte que se encuentra en una situación complicada es la textil Sedamil, que está en convocatoria de acreedores. “Nosotros hemos tenido problemas porque adeudaban tres meses del pago de las retenciones por aportes personales de los trabajadores. La empresa y el sector en general están mal y nosotros nos encontramos en estado de alerta y movilización. Esperamos tener reuniones con el Ministerio de Producción a ver si va a continuar la lluvia de ropa importada”, explicaron a este diario desde la Asociación Obrera Textil. La empresa Sedamil cerró en noviembre pasado su planta de hilados de Trelew, lo cual dejó en la calle a 107 trabajadores, a raíz del impacto del ingreso de las importaciones.
Por otro lado, se terminó de ir del país la empresa Nicoll Eterplast, fundada en 1982 y dependiente del Grupo Corporativo Aliaxis. La compañía se dedicaba a la fabricación de caños y tanques de agua de PVC. La planta estaba ubicada en la localidad de La Tablada, La Matanza, y los empresarios justificaron el cierre a partir de “las pérdidas que tuvieron en los últimos meses, lo cual vuelve a la operación inviable”.
El sector manufacturero es uno de los más castigados por la política económica de Cambiemos. El achicamiento del mercado a la par del mayor ingreso de importaciones y la suba de costos por los tarifazos y las devaluaciones restringieron la rentabilidad industrial. Según el último datos disponible, en febrero las actividades manufactureras contabilizaron 16.800 trabajadores menos que en el mismo mes del año pasado y una reducción de 2400 puestos frente al mes anterior. Con esas cifras, las actividades fabriles contabilizan la destrucción de 68.940 empleos desde el recambio presidencial, lo cual representa el 5,5 por ciento de la ocupación sectorial. En cambio, hay avance del empleo en actividades más precarias junto a la formalización de monotributistas. La cantidad de trabajadores manufactureros, por primera vez en una década, fue superada por el rubro Comercio y reparaciones.