Es fácil observar la determinación con la que empuña la raqueta, pero es mucho mal difícil percibir cuántos sueños viajan en el drive de ese chico con los ojos clavados en ese pequeño mundo amarillo que va y vuelve. Detrás, en el fondo de la cancha, hay una mirada analítica que, oculta bajo lentes de sol, observa en silencio cada detalle. El pronóstico de lluvia mutó en una mañana con nubes y una resolana molesta. Después de algunos puntos hay un par de indicaciones, en voz muy baja, para que solo las escuche el destinatario. Un poco después la escena se repite del otro chico del otro lado de la red. A Martín Vassallo Argüello lo sigue apasionando el tenis, aunque ya no como ese juego de la infancia ni tampoco con las exigencias que le imponía el profesionalismo. Hace rato que lo suyo es la formación juvenil, algo que ahora proyecta a nivel nacional.
Con paciencia de orfebre guía esos volcanes de sensaciones, en los que cada golpe baja desde la cabeza hacia los brazos la ilusión y la tensión que se dispara en el encordado. “El área de desarrollo es el momento más difícil para los jugadores, porque es fundamentalmente una etapa gran incertidumbre”, advierte. Planifica una tarea extendida en su especificidad a partir del triunfo de Agustín Calleri en la Asociación Argentina de Tenis (AAT). Pese a que no ocupó un lugar en la lista, trabajó junto al cordobés y los ex tenistas que construyeron ese espacio ganador. Está convencido de que la nueva gestión revitalizará un deporte al que encuentra adormecido en las bases.
Afuera de la cancha, con las zapatillas y las medias blancas tiznadas de naranja por el polvo de ladrillo, se sienta a la sombra y ahora sí descubre esa mirada franca para empezar a hablar con una determinación que evidencia sus posiciones. Le quita al tenis el velo elitista, lo propone desde un ámbito social, confía en que se incremente la participación y se detiene en la falta de apoyo en la rama femenina. Generar proyectos y pensar alternativas es algo que lo atrapa a partir de su interés por la política deportiva.
Contemporáneo de los tenistas de la Legión, su carrera transcurrió en otro plano, lejos del protagonismo en los Grand Slams y los torneos de Maestros. Aunque también conoció esa exposición, como cuando alcanzó la cuarta ronda en RolandGarros 2006 y estuvo entre los primeros 50 del ranking, lo suyo fue una gira solitaria tras otras en los Challengers, una suerte de ascenso en la ATP. No tiene reproches con su trayectoria; y no tendría por qué haberlos: forjó un camino de satisfacciones que sigue recorriendo. Puntualiza dónde está el quiebre entre lo que consiguen unos y hasta dónde llegan otros: “El esfuerzo, el compromiso y la pasión es el mismo en todos los tenistas, pero hay diferencias de jerarquía, de calidad de juego, que es lo que marca la pauta de cada uno”, asegura.
El talento en combinación con la dedicación plena es entonces lo que da lugar a las estructuras con las que trabajan los hombres top. Porque los billetes que embolsan los tenistas de elite no solo son ganancias para ellos, sino también el recurso para sostener costosas planificaciones y equipos de trabajo. Hasta los 26 años viajó solo a la mayoría de los certámenes que disputaba; recién a esa edad pudo contar con un entrenador para alguna gira de tres o cuatro torneos. “Decodificar las cosas difíciles que te pasan para transformarlas en un aprendizaje positivo es algo que se consigue con los afectos que te rodean y también con formación. En mi caso, ese apoyo me lo dieron mi familia y la educación pública”, señala sobre su crecimiento en la zona sur, la escuela primeria en el Tomás Espora y el secundario en el Comercial de Temperley.
Los primeros golpes con una raqueta los ensayó cuando todavía no llegaba a la altura de la red en el Club Atlético Lanús. “Me crié ahí desde mis primeros días de vida”, enfatiza para destacar una pertenencia superior a la formación deportiva. Desde ahí toma como modelo a esa institución con una enorme actividad social y un vínculo muy estrecho con la ciudad que lo contiene. “Con una cuota social accesible se puede estar adentro de un ámbito multideportivo. Yo jugaba a todo, con la importancia que tiene para un chico recibir múltiples estímulos”. De esa manera llegó al tenis, también porque era un espacio que compartía con su padre, viéndolo jugar y con peloteos plenamente lúdicos. Esos momentos compartidos lo definieron por un juego al que luego convertiría en su profesión.
Esa experiencia personal lo define por un modelo social y lo aleja de las sociedades anónimas deportivas. Está convencido del positivo rol que han tenido los clubes argentinos a lo largo de la historia, sobre todo a la hora de contener en los momentos más complejos. “En tiempos de crisis, en Lanús había gente que era socia para aprovechar los servicios básicos, como una ducha caliente en un buen lugar, una infraestructura para realizar distintas actividades y, sobre todo, un lugar en el que confiar para dejar a sus hijos”, recuerda. Los más vulnerables estaban con quienes se mantenían en equilibrio y también con los que no sentían el cimbronazo, y para Martín Vassallo Argüello esa convivencia define la esencia de una institución deportiva sin fines de lucro.
“Más allá de estar atentos a los balances, que es algo importante, hay que ver que detrás del castigo a alguna dirigencia o a mostrar números en rojo hay un avance sobre espacios que son muy tentadores para el mercado; por ejemplo, por los terrenos que tienen varis instituciones en sectores muy cotizados, donde podrían construirse grandes edificios o un par de unidades de negocios”, advierte.
Hace esta defensa de las sociedades civiles en el exclusivo Racket Club, y no hay ninguna contradicción. A frente de la academia consiguió becas para chicos de menores recursos y la sesión de las instalaciones para otro grupo de jóvenes con aspiraciones en el tenis de dimensión mundial.
Considera que la referencia a una disciplina selecta parte de posar la mirada en el profesionalismo, ámbito en el que un tenista necesita al menos 100.000 dólares anuales. Entonces propone concentrase en el aspecto recreativo, que es, como en todos los deportes, el que involucra más personas. “El tenis ahí es social, un deporte para toda la vida, para todas las edades,en el que los que lo practican solo quieren pasar un buen rato”, asegura al tiempo que reconoce que sí se deben generar las condiciones para que quienes se acercan no encuentren una barrera económicaque actué de impedimento. Además del aporte que puedan hacer los clubes, la clave pasa por los convenios y programas municipales, provinciales y nacionales.
Hay un ambicioso proyecto formativo que contempla distintos puntos del país, está pautado para ponerse en marcha con la nueva gestión en la AAT. Vassallo Argüello está convencido que pueden llevarlo adelante porque, cómo él, varios ex tenistas lo hicieron de forma individual y ahora están ante la posibilidad de hacerlo de forma articulada y con una apoyatura orgánica. Ese ámbito dirigencial que los que habían jugado profesionalmente venían como un terreno ajeno dejó de serlo y ahora la asociación que nuclea a su deporte está en manos de un numeroso grupo sub-40 que está dispuesto a cambiar la lógica que transcurría hasta hace poco sin desestimar el aporte de hombre con años de experiencia en la gestión de clubes y federaciones.
“Desde la asociación se tienen que analizar y potenciar todas las áreas, ver dónde hay mayores problemas y apuntar ahí. Claro que es una aspiración triplicar el número de chicos en las academias para generar una escalera que en el futuro haga posible tener diez jugadores en el top 100, pero para eso tenemos que potenciar toda la estructura, fundamentalmente el tenis de base. Hay que volver a masificar el tenis y multiplicar la cantidad de afiliados con la creación de escuelas y programas que faciliten el acceso a los clubes y les permitan empuñar una raqueta a los chicos que creen que no pueden tener acceso. Todo eso acompañado por la capacitación de los profesores, con metodologías de entrenamiento y de enseñanza que no son las misma de años atrás”, explica. Y puntualiza en cifras: “La AAT tiene menos de 12.000 federados en un mar de más de 3.000.000 de personas que entran en contacto con el tenis. Solo en Capital y Gran Buenos Aires hay 50.000 que juegan torneos paralelos porque la asociación no les ha brindado alternativas para formar parte. Hoy para estar en la AAT tenés que jugar muy bien, porque no se contempla al que juega un par de veces por semana y se quiere enganchar en algún torneo. Así fue como mucha gente ha sido expulsada y eso es lo que hay que rever”.
Del lado femenino, sabe que la deuda es mucho mayor: “Entre las chicas, si queremos tener siete jugadores entre las 100 primera del mundo y vemos el punto en el que estamos hoy, es obvio que el proceso va a ser mucho más largo que en los varones. Esta es la realidad por falta de proyectos y de programas, de no haber trabajado como se debía para incentivar a las chicas para que jueguen y una vez conseguido eso contenerlas y luego allanar el camino al profesionalismo. Las mujeres van encontrando trabas en cada uno de los pasos que tiene que dar, invitándolas constantemente a que dejen y se dediquen a otra cosa. Y como otros deportes trabajaron muy bien, migraron hacia esas otras posibilidades. Tenemos que ir mucho más atrás que en la situaciones de la que partimos en el tenis masculino, hay que trabajar con mucha más profundidad”. Mariana Pérez Roldán, Florencia Labbat, Florencia Molinero, Mercedes Paz y María Morea son algunas de las mujeres que trabajarán en la gestión de Calleri en una mesa que se ocupe específicamente del tenis femenino que se “ocupe directamente de esa problemática como parte de la dinámica de la AAT y no como han sido tratadas siempre, como un departamento aislado que tenía que arreglárselas solo y autofinanciarse”.
A cada día de tenis sigue otro, y otro, y otros más. Siempre está presente, con los entrenamientos, el seguimiento de los torneos cada fin de semana, los partidos por televisión y los comentarios en los medios, a los que conoce bien por su experiencia en el mundo audiovisual, de la radio y la gráfica. Pero en la vida de Martín Vassallo Argüello hay mucho más que raqueteros y canastos con pelotitas amarillas. No falta tiempo para asados familiares, salidas y paseos. El buen hábito de la lectura, incrementado en tantos años de largos viajes, y las series son protagonistas a la hora del relax; hay libros en su mesa de luz (siempre con alguno de temática deportivas) y la comodidad del streaming aporta la ficción frente a la pantalla por la noche con una humeante taza de café. Después llega el descanso, el sueño que repara pero no deja desactiva el sonido de los golpes dentro de una cancha y las imágenes que proyecta para el tenis en Argentina.