Manuel Santos Iñurrieta ya dirigió una obra que giraba alrededor de la figura de Fidel Castro (Fidel-Fidel. Conflicto en la prensa). Ahora, a 200 años del nacimiento de Marx, es el turno del filósofo alemán. Entre risas, Santos Iñurrieta se reconoce como un artista “sumamente tendencioso”. Sus trabajos, primero con El Bachín –grupo que permaneció unido durante 17 años, hasta hace muy poco– y actualmente con Los Internacionales, comparten una impronta: “teatro épico, latinoamericano, con características brechtianas”. Con la participación especial de Raúl Serrano, Atilio Boron y Claudio Gallardou, Eléctrico Carlos Marx estrena hoy en el Centro Cultural de la Cooperación (a las 22.30 en Avenida Corrientes 1543).
Santos Iñurrieta se piensa a sí mismo como un actor que escribe y dirige. En este caso está solo en escena. Serrano, Boron y Gallardou –sus referentes en distintos aspectos– lo acompañan en videos. “Este es el tercer proyecto que hago con la nueva formación, Los Internacionales. Estaba empezando a escribir monólogos cuando noté que Marx me miraba desde la biblioteca. Y me largué a pensar un Marx actual”, relata a PáginaI12. Eléctrico… es el tercer unipersonal que encara a partir de un personaje suyo, su “payaso de valija y comediante” (los previos fueron Crónicas de un comediante y Mientras cuido de Carmela).
En una suerte de ensayo teatral, el Marx que encarna “despliega la actitud del descubridor ante una sociedad mediada por lenguajes tecnológicos, redes sociales y el ciberespacio”, según anticipa la sinopsis. Política, arte y teatro son los ejes de este espectáculo que, como otras puestas del director, apela al humor y la poesía para habilitar una reflexión sobre el contexto. “El aniversario del nacimiento de Marx fue casi una casualidad. La génesis es el deseo de poner a discutir sus ideas aquí y ahora”, aclara el dramaturgo.
Sobre El Bachín, grupo surgido en 1999 cuya última producción fue la notable Fidel-Fidel, dice: “Fueron 17 años de trabajo. Resolvimos de común acuerdo hacer un corte, explorar otras líneas poéticas, cosa que me parece sumamente sana. Todos estamos trabajando”. Dentro de Los Internacionales Teatro Ensamble, de hecho, hay dos miembros de la anterior compañía. La actual recién “se está conformando”. Buenos Aires épica, otro espectáculo de Los Internacionales, también está en cartel en el CCC (sábados a las 20.30).
–¿Cuáles son los ejes de la obra?
–Una de las líneas tiene que ver con los padres, como motor y estímulo. No desde un punto de vista biológico, sino en relación a aquello que nos inspira y que podemos tomar como influencias que nos construyen y configuran. Por eso Marx, (Raúl) Serrano y los Rolling Stones… Descreo de la posición a favor de los parricidios: para mí, hay libros que uno tiene en la biblioteca que parecen escritos en el futuro. No es necesario destruir lo anterior para construir lo nuevo. La obra tiene dos actos claros: el primero es la llegada de Marx a Buenos Aires y su encuentro con “los pibes de la esquina”, que representan el porvenir. Ellos le enseñan sobre el funcionamiento de las redes sociales y él les comparte su literatura. Además, Marx se encuentra con Dios. En la segunda parte, el actor, mi payaso, discute sobre los lenguajes, las nuevas tecnologías y el teatro. Todo esto cruzado por Marx, con la vocación de pensar sus ideas. Sobre todo el espíritu de la tesis 11 sobre Feuerbach, la que dice que los filósofos tienen que transformar el mundo. Y pensándose uno como actor, eso también está en discusión.
–¿Qué aspectos entraron en juego a la hora de representar a Marx?
–Parto de mi payaso. Y de la idea que vine desarrollando con El Bachín: teatro épico, latinoamericano, con características brechtianas. También de la idea de que el teatro es un juego, una convención. Me pongo una peluca, te digo que soy Marx y empezamos a jugar. Empiezo a crear sentido desde ese lugar. No hay una búsqueda de representación verdadera, no me interesa. Me interesa lo que representa el personaje. El espectáculo está cargado de humor, poesía y recursos visuales.
–En tiempos de macrismo, ¿está todavía más vigente Marx?
–Creo que sí, más que nunca, frente a un gobierno ultraliberal y hoy que volvemos al FMI. Y desde todo punto de vista: su análisis económico del mundo, su impronta política. Marx habla de la unión de los trabajadores del mundo, de la necesidad de conformar un bloque que pueda salir a confrontar. Con todas las actualizaciones que podríamos hacerle, su teoría goza de una salud enorme. Es la unión, la piedra contra el vidrio. Lo que algunos pueden llamar grieta, es para los que nos asumimos marxistas lucha de clases.
–Volviendo a los postulados de Marx… ¿el teatro debe aportar a transformar el mundo?
–Nos podrán acusar de ingenuos. Pero sí, nosotros nos paramos en la idea de que el teatro va a transformar el mundo. Bueno, Manuel, ¿no será mucho? (risas). Efectivamente, a ciencia cierta no creo que eso suceda desde el teatro solamente. Pero el gesto de ir a encontrarse con otro, de entablar un diálogo ya es una posición revolucionaria. Como dice Silvio Rodríguez: “las canciones no pueden hacer una revolución, pero no se puede hacer la revolución sin canciones”. Uno puede hacer un aporte sustantivo a las discusiones de su época, tanto en lo relativo al arte y la vida como la política.