Unas 1500 empresas siguen usando al Riachuelo como el tacho de basura de sus residuos tóxicos sin ningún tipo de control por parte del Estado y ponen en riesgo la salud de un millón y medio de personas de los cinco millones que viven en los alrededores de la cuenca. Esa realidad se esconde detrás de lo que los especialistas llaman “el maquillaje” o la gestión “cosmética” que lleva adelante desde hace ya diez años la Autoridad de Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar).
Es cierto que si se recorre la zona ya no se sientan olores nauseabundos, el espejo de agua se ve mejor y la foto, a simple vista, es mucho mejor que la que se podía registrar hace diez años.
Sin embargo, hay graves denuncias sobre la inacción de la Acumar por no avanzar en la recomposición de la cuenca, ni en su ordenamiento territorial, ni en la construcción de viviendas, ni en la preservación del espacio público que, en lugares como la avenida Pedro de Mendoza está ocupado por empresas privadas.
Así se desprende del informe presentado en marzo pasado ante la Corte Suprema de Justicia por el cuerpo colegiado que integran diferentes organizaciones que hacen el seguimiento de la gestión de la Acumar. El documento remarca que sigue pendiente la adopción de una política sanitaria ambiental para la cuenca y que a diez años del fallo está lejos la mejora de la calidad de vida de los habitantes de la cuenca.
El fallo de la Corte que intimó a la Acumar a implementar un Plan de Saneamiento en respuesta a la causa judicial conocida como “Mendoza” y que creó un Cuerpo Colegiado integrado por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la Asociación de Vecinos del Barrio de la Boca, Greenpeace y la Asociación Ciudadana por los Derechos Humanos (ACDH), para controlar las disposiciones en torno al saneamiento, es del 2008.
Según este Cuerpo Colegiado, las resoluciones adoptadas por la Acumar sobre vertidos de efluentes y el uso que podrá darse a las aguas convalidan las normas que habían llevado a esa situación. Los integrantes del cuerpo denuncian que la Acumar “no adoptó medidas para reducir las emisiones de gases y partículas. Subsisten basurales, reaparecen algunos que habían sido saneados y surgen nuevos porque no se ha ordenado la disposición de residuos sólidos urbanos”.
“La calidad del agua y del Riachuelo siguen igual o peor que antes”, aseguró Alfredo Alberti, presidente de la Asociación de Vecinos de La Boca.
“La situación del Riachuelo hoy deja mucho que desear. Acumar no respeta ningún plazo, no está cambiando las resoluciones importantes para controlar a las industrias que siguen arrojando de todo a un Riachuelo que está absolutamente colapsado”, enfatizó.
Precisó que “hay 1500 empresas que son consideradas agentes contaminantes” y explicó que si bien la Acumar dice que hay 500 reconvertidas es porque los parámetros “son muy permisivos”. “Cuando estas resoluciones sean actualizadas y sean lo restrictivas que tienen que ser, esas 500 que hoy aparecen como reconvertidas van a ser consideradas agentes contaminantes”, agregó.
Además, remarcó que “la salud de la gente sigue sin ser el valor más importante en este tema. El fallo de la Corte apuntaba a defender la salud de la gente y la calidad de vida pero en estos diez años lo que ha conservado sus preeminencias fueron las constantes contaminaciones de las industrias”, sentenció Alberti en diálogo con PáginaI12.
La Acumar es un ente autónomo, autárquico e interjurisdiccional en el que confluyen los tres gobiernos que tienen competencia en el territorio: el porteño, el de la provincia de Buenos Aires y el nacional. Allí se deben generar programas y proyectos de acción para asegurar la agilidad y la transparencia de los procesos administrativos. El organismo, que se creó en 2006 debido al deterioro de la cuenca, hoy tiene todos los ojos y las críticas sobre él.
“Lo que mejor está cuidado es todo lo que hace a la contaminación visual o lo que nosotros llamamos la cosmética del Riachuelo. La Acumar está cuidando la foto, lo que se ve es mucho mejor que lo que se veía hace diez años atrás, hoy cualquiera que quiera tomar una foto no encuentra el panorama dantesco y horrible que se veía años atrás. Pero lo que realmente afecta al Riachuelo son los vertidos industriales y eso no cambió”, aseguró el presidente de la Asociación de Vecinos de La Boca.
Para Andrés Nápoli, director ejecutivo de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), el saneamiento de la Cuenca Matanza-Riachuelo, es un proceso complejo y desde el fallo de la Corte “ha sufrido altos y bajos”.
“En este momento, la situación está pasando por un proceso de amesetamiento que se inició en los dos últimos años del gobierno anterior y se ha mantenido durante este gobierno”, aseguró.
Según Napoli, las acciones de la Acumar “tienen muchos problemas de coordinación entre las tres jurisdicciones”. “No se avanza más allá del 25 por ciento con mucha suerte de lo que se debe desarrollar. Todavía falta llevar adelante políticas de control de la fuente de contaminación, todo lo que es el control de la actividad industrial está muy rezagado e inconstante y en lo que hace a los residuos urbanos, de limpieza de basurales a cielo abierto también”, explicó en diálogo con PáginaI12.
Y en sentido, hizo especial hincapié en que “todavía no se ha desarrollado un plan en relación a la salud, la población en situación de riesgo específica todavía no ha sido identificada”.
Otro de los pendientes es la falta de planificación y ordenamiento territorial y todo lo que tiene que ver con políticas de vivienda.
En los últimos diez años, según detalló, “solamente se llegó al 22 por ciento la relocalización de la población en situación de riesgo”.
Para Nápoli, la Acumar “no ha asumido su verdadero rol de autoridad, aunque tiene facultades para hacerlo por ley y no ha sido capaz de coordinar el accionar de las jurisdicciones”.
El río Matanza-Riachuelo es un curso de agua de 64 kilómetros y un ancho de aproximadamente 35 metros, con una superficie total de más de 2200 km2. Nace en la provincia de Buenos Aires, constituye el límite Sur de la ciudad de Buenos Aires y desemboca en el Río de la Plata. Recibe numerosos desechos industriales, especialmente metales pesados y aguas servidas provenientes de las napas saturadas de toda la cuenca. Desde hace dos siglos que está contaminado y varios estudios alertaron sobre las graves consecuencias de la contaminación en la población, especialmente la infantil.
“La principal complicación es el tema de la salud, y en particular la de los niños. Los estudios que se hicieron en la villa 21 mostraron una enorme cantidad de metales y de sustancias que tienen consecuencias perdurables en el tiempo. Lo más urgente es producir una reconversión industrial y una erradicación de los basurales que están a la vera del Riachuelo”, explicó Matías Barroetaveña, director del Centro de Estudios Metropolitanos (CEM).
Las distintas organizaciones que integran el Cuerpo Colegiado coinciden en las falta de gestión y en la falta de decisión política.
Transcurridos diez años de la sentencia, el Estado no pudo mostrar avances significativos en la implementación de las directrices establecidas en el fallo, lo que impacta en los más de cinco millones de personas que viven en la cuenca.
Según el CELS, los resultados de la audiencia “dan cuenta de un total incumplimiento en cada aspecto de los objetivos dispuestos”.
En el mismo informe destacan que “de las obras de saneamiento cloacal, se ejecutó según la Acumar un 37 por ciento y las obras no tienen fecha de finalización. Respecto de las viviendas, de las 17.771 soluciones habitacionales comprometidas en 2010, a ochos años, se alcanzó un 22 por ciento de cumplimiento y el representante de la Subsecretaría de Vivienda de la Nación no pudo precisar una fecha para alcanzar la totalidad”.
Para el director de la FARN, la cuestión social en los alrededores de la cuenca es la más compleja. “Se ha publicado un mapa de riesgo que da la idea de que hay casi un millón de personas que viven en situación de riesgo y necesitan políticas activas tanto en salud como en asistencia social”, precisó.
En sentido, enfatizó que “después hay que avanzar con los otros aspectos que también son graves. Todos los contaminantes químicos que uno pueda imaginarse están en el Riachuelo”.
La contaminación de la cuenca afecta a la población y para Nápoli eso quedó demostrado en los estudios epidemiológicos que se realizaron: la mayor parte de las patologías están relacionadas con el consumo de agua de mala calidad.
Para Barroetaveña, la Acumar es una de las pocas experiencias que hay de construcción de una institucionalidad metropolitana. “La ciudad de Buenos Aires se extiende en el territorio que contando el conurbano tiene 17 millones de personas, tiene una complejidad y una misma dinámica. Cualquiera de los temas es necesario articularlo metropolitanamente y en eso es muy positivo que la Acumar exista, pero los resultados no han sido muy buenos”.
“La Acumar se puso en marcha, tiene una tarea y es muy importante que demuestre capacidad de acción. La queja que había hasta el momento, sobre todo en la ciudad de Buenos Aires, era que los distintos colores políticos complicaban la coordinación de esa gestión. Hoy el Gobierno nacional, el de la provincia y el de la ciudad tienen el mismo color político y aun así no logran avanzar”, concluyó.
Obras sobre el cuerpo de agua, el saneamiento de los basurales, la relocalización de viviendas, la atención a la salud, la asistencia social, los planes de agua y la reconversión industrial son todavía las cuentas pendientes y que ponen en riesgo la vida de millones de personas.