Desde Medellín
A dos semanas de elegir su nuevo presidente, Colombia se sacude por cuenta de la fuerza de grupos ilegales que se disputan la coca en zonas como Nariño, Bajo Cauca antioqueño, Catatumbo y Medellín. El optimismo viene por cuenta de una posible y pronta nueva tregua entre Ejército de Liberación Nacional (ELN) que esta semana reinició los diálogos con el gobierno ahora en La Habana. Pero en los ex combatientes de Farc y su nuevo partido político que por primera vez participan en unas presidenciales sin armas y con cédulas en mano para votar, aumenta la preocupación por el desenlace del caso del excomandante “Jesús Santrich”, detenido por narcotráfico hace un mes. Algunos sectores de víctimas, defensores de derechos humanos y campesinos están preocupados por la captura y estado de salud del jefe fariano que sacó la tercera mayor votación en el congreso constitutivo del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc) en septiembre del año anterior, cuando la llamada “guerrillerada” salió de las montañas y los ríos hacia la capital colombiana con la esperanza de participar en política sin sospechar que todo temblaría meses después con la captura de uno de sus líderes más reconocidos.
Seusis Pausias Hernández Solarte (“Jesús Santrich”) , de 51 años, se preparaba para asumir como congresista, tal como se pactó en el Acuerdo, pero los planes cambiaron drásticamente. El 9 de abril pasado un fuerte operativo policial tomó su casa y se procedió con su detención, que fue legalizada cinco días después. Una Corte de New York ordenó investigar a Hernández e Interpol dictó circular roja, la orden de captura internacional de la que se valieron las autoridades colombianas para apresarlo. Fue capturado por orden del Fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez, uno de los principales críticos de la salida negociada al conflicto y que solicitara múltiples modificaciones al Acuerdo logrado durante cuatro años de negociación en Cuba.
Para Santrich, su captura menguará la credibilidad del ELN en la voluntad de paz del régimen y hace parte de una traición de ciertos sectores del establecimiento aprovechando el salto de confianza y fe que las Farc dieron a la legalidad. Santrich había criticó por temprana la dejación de las armas que había ocurrido a mediados del año pasado y vaticinaba que, ya sin éstas, el gobierno poco o nada cumpliría. Desde su reclusión ratificó su posición. “Hubo un error estructural de la dejación apresurada de armas” dijo al contestar una serie de preguntas de este diario. “En la filosofía y práctica de las FARC nunca había estado presente la posibilidad de entregar las armas. De lo que siempre se habló y admitió fue de una dejación que lo único que implicaba era separar las armas de la política. Y eso debía ser en doble vía. Lo demás es la derivación de una inconveniente desfiguración de nuestros fundamentos históricos, así se hubieran producido con las mejores intenciones”, explicó el hombre mientras el país polemiza sobre su traslado a una sede de la iglesia católica.
En la Fundación Caminos de Libertad en el centro de Bogotá, donde se encuentra recluido Santrich también han pasado líderes del ELN que se trasladan escoltados por el país hoy bajo la condición de “gestores de paz”. Entre tanto, el Ministro de Justicia Enrique Gil le salió al paso a las críticas del Fiscal General que declaró no sentirse a gusto con el traslado de Santrich pues no fue consultado, según expresó. Gil reveló una carta donde la directora de Asuntos Internacionales detallaba que el INPEC (Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario) tendría “a muto propio” autonomía para decidir el lugar de reclusión.
Seusis Hernández pasó la primera semana de reclusión en el búnker de la Fiscalía, y luego fue trasladado al Pabellón de Alta Seguridad de la Picota. De esa celda que fue filmada por un representante de la Defensoría del Pueblo quien filtró el video a los medios provocando la molestia de Santrich, fue traslado al Hospital El Tunal. Según el rebelde ahora sindicado de conspirar para enviar diez toneladas de cocaína a Estados Unidos, el funcionario de Defensoría le pidió permiso para grabar una conversación “con fines humanitarios y para ser mostrada al Defensor del Pueblo”, aseguró Santrich a este diario. “Vino primero con una funcionaria, y luego regresó solo, y aseguró que su visita tenía como fin proteger mis derechos pero veo que lo que hizo fue vulnerarlos”. Se refiere a que su testimonio y su intimidad fue mostrada sin su consentimiento en la emisora nacional Caracol.
Pero no solo agencias públicas han pasado por las celdas de Santrich. Líderes como Iván Cepeda, Al varo Leyva, directivos de Naciones Unidas, religiosos, y su gente de confianza se han entrevistado con él y se muestran cada vez más preocupados por su desmejoría física y su férrea convicción de continuar sin comer. Esta semana solamente aceptó una “transferencia alimentaria” apenas fue trasladado al centro religioso. PáginaI12 le consultó a qué condiciona el fin de su huelga de hambre. “Es muy simple. Que se cumpla el Acuerdo”, respondió, agregando que lo único que pueda sacar a Colombia de la crisis de credibilidad en el Proceso de Paz es, repitió, “simple, que se cumpla lo pactado”.
Que su caso sea valorado prontamente por la JEP (Jurisidicción Especial de Paz) es la más honda de las solicitudes de Santrich y su defensa que alega que, gracias al Acuerdo de Paz legimitado por el Congreso colombiano y depositado como Acuerdo Humanitario Especial en Ginebra, el ex guerrillero insurgente debe ser juzgado en este órgano. Mientras, el líder presiona el tratamiento especial acordado en La Habana con una huelga de hambre que hoy llega a su día 35. Hoy tiene cinco kilos menos y la piel pálida, pero continúa lúcido a pesar de la descompensación que sufre.
En Bogotá, quienes sobrevivieron años de secuestros de las Farc recordaron a medios la crueldad de sus condiciones de prisión para criticar que la Iglesia haya tenido un gesto humanitario con Santrich al sacarlo de La Picota y el Hospital El Tunal. Y mientras tanto en Miravalle, Caquetá, unos mil campesinos salieron ayer de sus casas para copar las calles y pedir la libertad de Santrich y el levantamiento de la huelga, tal cual lo hicieron también el ex comandante de las Farc Fabián Ramírez, “El Paisa” e Iván Márquez, quien se desplazó a una antigua Zona Veredal en esa zona del país por considerar que no tiene garantías jurídicas para estar en Bogotá. Como Márquez, otros temen que los apresen con viejas o nuevas acusaciones. Perder la libertad, más que la vida, parece ser uno de los mayores temores entre las filas farianas que siguen, en mayoría, por fuera de las zonas veredales comenzando una nueva vida en la legalidad y a la espera de las tierras y proyectos productivos prometidos en el Acuerdo que se han visto con tropiezos por cambios realizados a la implementación en el Congreso, pero también por corrupción al interior del gobierno colombiano.
A pesar de eso, el partido Farc invita a sus bases a continuar creyendo en esta paz y Santrich dice no haberse arrepentido de apostarle a la salida negociada al conflicto. Este diario le preguntó además por su idea de libertad hoy, y si le preocupa la situación de cientos de ex guerrilleros presos que aún no reciben el beneficio de amnistía y siguen en cárceles de todo el país esperando la libertad pactada a cambio de la dejación de armas que las Farc ya cumplieron. “Uno puede decir de manera simple pero precisa que la libertad es el ejercicio y goce pleno de la vida, en concordia, con felicidad, conocimiento y dignidad. Y eso se podría decir de manera más compleja expresándose como la conjugación de derechos y solución de necesidades básicas, su satisfacción en un escenario de paz y justicia social”.
De paso, algunos candidatos presidenciales como Humberto de La Calle alertan que extradición de Jesús Santrich podría afectar la seguridad nacional. “La Corte dijo que las extradiciones no pueden significar que se pierda la verdad y la reparación como pasó con los paramilitares,”señaló el ex jefe del equipo negociador de Santos con las Farc.
Santrich, sin embargo, ha dicho en cartas que envía con regularidad desde que fue detenido que no permitiría que lo extraditen. Además, se despidió de sus familiares y círculo cercano con mensajes que dieron a entender que está decidido a dejarse morir de hambre si su caso no es valorado por la JEP, a donde la defensa ya radicó diversas solicitudes.
Sea cual fuere el desenlace del caso Santrich, las consecuencias serán profundas no solo en las elecciones presidenciales dentro de dos semanas sino en la historia próxima del país. “Desde donde estoy” dijo en una entrevista que concedió este fin de semana, “eleva la desconfianza en el establecimiento y suma negativamente a lo que muchos ex combatientes y una gran parte de la ciudadanía consideran un acuerdo ya casi con un carácter fallido”.